La retirada de las mascarillas aligerará el esfuerzo de muchos para comprender los mensajes orales. Pero, sobre todo, favorecerá la interacción comunicativa de las personas sordas. Y es que, por ejemplo, para los niños con discapacidad auditiva el tapabocas ha supuesto una barrera de acceso a la información, tanto en el contexto familiar, como en el educativo. El aprendizaje de estos menores se ha resentido en las aulas, pues se ha producido “una falta de estímulo visual, auditivo y de accesibilidad cognitiva que ha comportado un retroceso y una disminución de la velocidad de procesamiento”, explica a Crónica Global la psicopedagoga del Creda del Vallès Occidental, Marta Vinardell i Maristany.
Las mascarillas han sido --y son, hasta el 19 de abril en los colegios y hasta el 20 para el resto-- un grueso muro en la adquisición de conocimientos porque estos alumnos han estado en desventaja respecto a los otros. Las prótesis auditivas no son suficientes para que integren toda la información e intervenciones en el colegio. “No se trata de una sesión de aprendizaje puntual, sino de un cúmulo de conceptos, procedimientos, conversaciones e intervenciones simultáneas que suceden en el aula”. Para un aprendizaje óptimo, el alumnado con sordera necesita apoyos y recursos humanos y técnicos, teniendo en cuenta que “la lectura labiofacial es un elemento indispensable” para ellos.
La importancia de la lengua de signos
Durante el uso obligatorio de este complemento han surgido varios casos de alumnos y de personas no diagnosticadas de sordera que, a pesar de que creían tener “una correcta entrada y procesamiento auditivo”, se han dado cuenta de que necesitaban el estímulo y apoyo visual de la lectura de los labios para procesar mejor la información. Además, muchos colegios han descubierto la importancia de la lengua de signos, pues han notado que los alumnos con sordera que ya la utilizaban como vehicular no han sufrido tanto las consecuencias como los niños monolingües orales, aseguran voces expertas a este medio.
Aun así, tampoco hay que olvidar los perjuicios que ha supuesto el uso del tapabocas en cuanto a la interacción social. En este sentido, “ha habido una reducción significativa de habilidades y/o interacciones sociales espontáneas”. Y este problema se hace extensivo a los adultos con sordera, quienes también han sufrido los efectos negativos. “Bajar la mascarilla, hablar con claridad, hacer uso de lengua de signos, gestos naturales u otras estrategias pueden ser de gran ayuda. El estrés y el sobreesfuerzo bajan considerablemente”, dice Vinardell, persona sorda plurilingüe.
Las relaciones sociales, perjudicadas
Las personas más introvertidas, además, "han perdido la oportunidad de relacionarse". "Haces tanto esfuerzo para poderte comunicar que, al final, acabas desistiendo". La pandemia ha demostrado la importancia de que las escuelas y otros entornos garanticen el acceso a los aprendizajes a través del uso de “medidas universales”. Es decir, soluciones "accesibles, fijas y sin fecha de caducidad", más allá de las mascarillas transparentes que han sacado de apuros a algunas personas durante el Covid. “Tenemos que pensar en medidas para trabajar esta inclusión en la sociedad”, añaden desde la Federación ACAPPS.
Desde la entidad reclaman, además, que se tengan en cuenta a las personas sordas en lengua oral en el diseño de "políticas educativas, sociales y culturales". Esto significa que se incluyan "de forma efectiva y generalizada medidas como la subtitulación, el bucle magnético o las emisoras FM en espacios de uso público y en actividades de interés general".
Y es que la discapacidad auditiva, en ocasiones, sigue siendo invisible. Y sus necesidades, desconocidas.