Alena Turava es bielorrusa y lleva años denunciando lo que sucede en su país desde que en 1994 llegara al poder Aleksandr Lukashenko. La activista, residente en Barcelona, asegura estar “fichada” por los servicios de inteligencia de Bielorrusia a raíz de sus críticas al régimen del líder postsoviético. Es una firme defensora de los derechos humanos y apoya, a través de la presidencia de la asociación Razam, a la diáspora ucraniana y a todos los refugiados que huyen de la guerra con Rusia y aterrizan en Cataluña.
Bielorrusia se ha convertido en un Estado satélite del Kremlin durante la invasión de Ucrania, como lo fue Armenia en la guerra con Georgia en 2008. Las tropas de Lukashenko se encuentran en la frontera norte ucraniana a la espera de atacar en cuanto el presidente ruso, Vladímir Putin, dé la orden. De hecho, el líder bielorruso así lo recalcó: “Estamos preparados para evitar ataques a las tropas rusas por la espalda”. Esto ha condicionado a sus ciudadanos, que como en la “madre patria”, viven desconectados de la realidad que rodea a lo que llaman “una operación especial”, en vez de un conflicto bélico, una invasión o una guerra.
Protestas en Bielorrusia y guerra en Ucrania
Las elecciones presidenciales bielorrusas de 2020 marcaron un antes y un después en la pequeña Rusia blanca. Lukashenko buscaba un sexto mandato en el cargo y parece que ganar con el 80,10% de los votos no acabó de dar legitimidad a su reelección. Fue cuestionado por la oposición, liderada por Svetlana Tijanóvskaya --que se presentó en el lugar de su marido al estar éste en prisión--, Anna Kanopátskaya, Andréi Dimítriev y Serguéi Chérechen. Todos pidieron ante la Comisión Electoral Central de Bielorrusia (CEC) la invalidación de los resultados, y esto les costó represalias por parte del Gobierno e incluso fueron obligados a exiliarse en los países limítrofes de la Unión Europea (UE). Aunque desde los comicios no se ha vuelto a saber de ellos.
Este proceso desencadenó una ola de protestas multitudinarias contra el gobierno desde el 24 de mayo de 2020 hasta el 25 de marzo de 2021. La diáspora bielorrusa también actuó con lozanía en las ciudades europeas, aunque muchos de ellos con miedo a dar la cara y ser identificados por el Ejecutivo de Lukashenko, como le ocurrió a Turava. Todo este descontrol en el país, conocido como “la última dictadura de Europa” por el mundo occidental, se ha diluido mientras las persecuciones hacia sus ciudadanos y las tropas bielorrusas esperan en la frontera para atacar a Ucrania.
Todo un mundo postsoviético que está saliendo a la luz, con más fuerza, después de la invasión de Putin a Ucrania y el uso descarado de Bielorrusia como Estado satélite y de Lukashenko como aliado accidental. Alena Turava, residente en Barcelona durante 17 años interrumpidos, activista que lucha día a día para recuperar las libertades en su país y para ayudar a los ucranianos y acabar con la guerra en el segundo Estado más extenso de Europa, habla con Crónica Global para descifrar las claves que agrían un conflicto bélico que, de por sí, es de una dureza extrema, no vista en el continente desde el siglo pasado.
--Pregunta: ¿Por qué los bielorrusos tienen miedo a dar la cara?
--Respuesta: La gente no puede salir a la calle a protestar, porque acabaría en prisión. Los servicios secretos nos fichan, aunque estemos en el exterior, y el gobierno toma represalias contra nosotros.
--Pero usted muestra su rostro sin problema.
--Sí, y estoy fichada y supongo que juzgada en mi país. De hecho, mi hermano que vive en Minsk ha sido interrogado varias veces por mi activismo en Barcelona.
--¿Qué supone esto para usted y su familia?
--Para mí, el Gobierno de Lukashenko pide 12 años de prisión, solo por defender la libertad en Bielorrusia desde fuera del país. Respecto a mi hermano, puede ser que le intenten cerrar el negocio… o que se quede sin nada. No te juzgan por causas políticas abiertamente, buscan hacerlo por motivos económicos, así nunca hay presos políticos.
--Entonces, entiendo que pueden ser juzgados a distancia…
--Exacto. Ellos consideran que yo soy un enemigo del país. Por eso, ya no puedo volver a Bielorrusia o acabaré en la cárcel. El gobierno nos dice, a los bielorrusos en el exterior, que todos uno por uno sufriremos y nos quitarán la nacionalidad, por eso acabo de solicitar el asilo en España.
--¿Hasta dónde llega la represión de Lukashenko?
--Un hombre dijo que le gustaba la smetana --un yogur parecido al griego-- con tomate y fue a prisión 20 días. Solo por hacer una vaga referencia a la bandera blanca y roja, prohibida por las autoridades, que es un símbolo de la oposición al gobierno de Lukashenko.
--¿Y en referencia a la guerra de Ucrania?
--Creo que lo más fuerte que he visto ha sido la detención de personas por rezar en una Iglesia por la paz en Ucrania. Ya no puedes ni rezar por la paz en Bielorrusia.
--Pero hubo una manifestación en contra de la invasión rusa en Minsk.
--Que acabó con más de 1.000 detenidos. Mi primo está en la cárcel por estar en una foto del móvil de uno de los detenidos en la manifestación. Ya lleva cinco meses, no sabemos cuando saldrá.
--Las cárceles estarán llenas a este paso…
--El Gobierno practica mucho lo que le llaman la “química casera”. Es decir, cárcel en casa, dos años que solo puedes salir de casa para trabajar, o no puedes beber alcohol y ver a tus amigos… Hay muchas formas de castigo, también trabajos forzados.
--¿Cómo ve esto la comunidad internacional? ¿Y la Unión Europea?
--Nos dicen que tienen una “profunda preocupación”. Siempre expresan lo mismo de Bielorrusia. Pero nada más.
--Ahora Lukashenko ha dicho indirectamente que apoyará al Kremlin en la invasión de Ucrania.
--Sí. Esto viene después de que la nueva Constitución entre en vigor a mediados de este mes. Dejaremos de ser un país neutral y libre de armas nucleares. Artículo 18. Las tropas de Lukashenko están en la frontera con Ucrania. Nosotros ya somos agresores, aunque la diáspora bielorrusa esperamos y deseamos que ganen los ucranianos.
--¿Tiene conocidos o amigos que vayan a la guerra dirigidos por el Gobierno bielorruso?
--Muchos. Aunque casi ninguno quiere. Una amiga mía me dijo que le cortaría el pie a su hijo para que no fuera a la guerra, porque no quiere que muera por Lukashenko.
--Si Bielorrusa entra en guerra activa, se demostrará una vez más que es un país satélite del Kremlin.
--Ya lo somos. Hemos entrado en Rusia con muchas leyes de integración a través del tratado de unión, que solo falta declararlo oficialmente.
--¿Es Bielorrusia, en su opinión como ciudadana y activista del país, el primer paso para que Putin recupere la antigua URSS?
--Lo creo. Lukashenko y Putin están los dos locos. Putin, además, está enfermo, es capaz de hacer volar todo el mundo.
--Dicen que Putin y Lukashenko pese a su alianza no se llevan muy bien…
--Los ciudadanos bielorrusos también lo vemos eso. Sabemos que Putin ve a Lukashenko como un campesino con un nivel muy bajo.
--Con los problemas en su país, además de su activismo por el restablecimiento de las libertades en Bielorrusia, está ayudando a Ucrania y sus ciudadanos.
--Estamos enviando ayuda a Ucrania desde Barcelona a través de la asociación Razam, que presido. Hay gente con más medios que compra y envía medicamentos, dinero… Y muchos acogen a refugiados ucranianos en sus casas.
--Usted conoce bien Ucrania.
--Nací en Bielorrusia junto a la frontera ucraniana. Mi madre hablaba, además, un dialecto entre bielorruso y ucraniano. La gente era amiga y pasaba la frontera sin problema e intercambiaban productos. Estaban fuera de la política.
--De hecho, hay unos centenares de refugiados ucranianos que han pasado a Bielorrusia…
--Son gente que no se dan cuenta o no saben lo que es ahora el país. En Bielorrusia hay gente que no utiliza Telegram, porque está prohibido, y con la censura mediática piensan que no hay guerra, y muchos ucranianos piensan que mi país está bien.
--¿Está prohibido Telegram?
--Todos sus canales están considerados extremistas. Si te pillan en la calle y te piden el teléfono, tienes que desbloquearlo y enseñarlo. Puedes ir a la cárcel o ser castigado por seguir a un grupo en concreto. Nuestra asociación puede ser extremista, según Lukashenko.
--Hay miedo a Lukashenko.
--Mucho. Las personas se manifiestan de incógnito. Hay una guerra invisible. Los ucranianos no nos entendían, como nosotros no los entendimos a ellos en 2014 con Crimea. Ahora nos entendemos ambos y les estamos ayudando en todo lo que podemos, aunque la diáspora bielorrusa no pueda salir a la calle a protestar porque pueden acabar en prisión si vuelven a Bielorrusia.