Si nada ni nadie lo impide el próximo lunes, 24 de enero, en las instalaciones de Vivotecnia, en Tres Cantos (Madrid), se sacrificarán 38 cachorros de raza Beagle con los que el polémico laboratorio está probando un nuevo fármaco. Esta vez la experimentación ha corrido a cargo del Parc Científic, que depende directamente de la Universitat de Barcelona (UB).

Después de que la Fundación Parc Científic de Barcelona contratara al laboratorio el pasado 10 de noviembre mediante una licitación pública por valor de 255.648,80 euros, ahora se ha conocido que la empresa de dudosa ética acabará con la vida de los canes cuando se culmine el estudio, independientemente de su estado de salud.

El único laboratorio dispuesto

La Universitat de Barcelona, cuyo rectorado no ha respondido a las peticiones de este medio, ha cerrado un contrato con el laboratorio, que fue el único que presentó una oferta, para probar un fármaco antifibrótico.

Un beagle utilizado por Vivotecnia para experimentación / CRUELTY FREE INTERNATIONAL

En concreto, el experimento consistiría en aplicar dicho fármaco a la mitad de los perros para conocer la dosis mortal del mismo, mientras que a la otra mitad, el grupo de control, se le administraría una dosis muy baja que no afectaría a su salud. Sin embargo, el laboratorio ha decidido sacrificarlos a todos al finalizar el experimento.

Un caso insólito

“Me parece insólito. Pero no porque los contratadores sean una universidad pública. Sabiendo lo que sabemos de esta empresa me parece insólito que alguien, del sector público o privado, quiera contratar sus servicios”, denuncia Núria Almiron, codirectora del UPF-Centre for Animal Ethics y profesora titular del Departamento de Comunicación en la Universidad Pompeu Fabra (UPF).

El escándalo de Vivotecnia saltó a los medios de comunicación el pasado mes de abril, cuando la organización Cruelty Free International filtró el vídeo tomado por una de las trabajadoras del centro que, harta de las atrocidades que presenciaba a diario por parte de sus compañeros hacia los animales con los que experimentaban, decidió mostrar al mundo la violencia gratuita a la que eran sometidos.

El "laboratorio de los horrores"

“La normativa sobre el trato que deben recibir los animales sujetos a experimentación requiere de la aplicación de una serie de criterios para garantizar que se les causa el menor daño posible, en concreto exige aplicar las tres R, que obligan al reemplazo, reducción y refinamiento. Es decir, a no usar animales si es posible evitarlo, a usar la menor cantidad posible de ellos y a minimizar el dolor causado. Por supuesto que lo que vimos que sucedía en Vivotecnia incumplía la legislación. Suponía un maltrato gratuito añadido al maltrato legal”, recuerda Almiron.

Déjale que se rompa la columna”, “cerda psicópata” o “como Hitler, ¡pasajeros al tren!”, son solo algunas de las mofas e insultos que los trabajadores proferían a los animales mientras estos padecían un sufrimiento atroz e innecesario. En los vídeos del “laboratorio de los horrores”, como fue bautizado por la prensa, se puede ver a los empleados vejando y sometiendo a un trato salvaje a cerdos, monos, perros, ratas y conejos. A pesar de que la Fiscalía de Medio Ambiente y el Seprona abrieron una investigación sobre el centro, todo parece indicar que la empresa volverá a actuar impunemente de forma atroz.

Trabajadores de Vivotecnia experimentan con un perro / CRUELTY FREE INTERNATIONAL

Justificado no siempre significa ético

Al margen del caso de Vivotecnia, Almiron enfatiza en que la experimentación animal puede estar justificada en términos de resultados pero no por ello ser ética. En este sentido, la codirectora del UPF-Centre for Animal Ethics ofrece un ejemplo muy claro. “Una empresa puede ganar mucho dinero contaminando el agua, que envenena a toda una comarca. Para la empresa está perfectamente justificado hacerlo, pero no es ético”.

Incluso siendo legal —en el caso de no haber una regulación que lo impidiera— seguiría sin serlo. “Muchas personas mezclan estas dos cuestiones para poder justificar la experimentación con animales. Si nos produce resultados positivos para los humanos, entonces es ético. Pero una cosa no justifica automáticamente la otra”, remarca la profesora universitaria.

La ciencia desmiente la efectividad de la experimentación

Por otro lado, los estudios científicos evidencian que la experimentación animal no siempre revierte resultados positivos o tiene aplicabilidad en humanos. “La cuestión del progreso de la ciencia gracias a la experimentación con animales es un tema sobre el que no existe consenso, aunque los que apoyan que hemos progresado gracias a ella quieran hacer creer que sí lo hay”, argumenta Almiron.

Los datos reflejan que entre un 92% y un 96% de los experimentos practicados en animales acaban en la basura. “La realidad es que en algunos casos la experimentación con animales ha podido ayudar a la ciencia humana pero en muchísimos otros, demasiados, no es así. Pero hay que tener en cuenta que aceptar la experimentación con animales por este motivo, o incluso aunque hubiera sido realmente tan exitosa como se nos quiere hacer creer, sigue incurriendo en una contradicción ética: lo aceptamos porque se lo hacemos a ellos, a los otros animales, no lo aceptaríamos con los humanos. Esto se llama especismo y ha generado mucha violencia en el mundo”, subraya Almiron.

Las opciones alternativas

Este medio se ha puesto en contacto con la Fundació del Parc Científic sin éxito para preguntar por la idoneidad de probar este fármaco en animales y la existencia de otras posibles alternativas que no impliquen el sufrimiento animal.

“La narrativa del éxito de la experimentación con animales no se sostiene porque no podemos compararla con una opción alternativa. No sabemos cómo habría progresado la ciencia médica si hubiéramos decidido ir en otra dirección, si hubiéramos invertido las ingentes cantidades de recursos y esfuerzo que hemos invertido en la experimentación con animales. Quizás estaríamos no peor sino mucho mejor”, zanja Almiron. Por el momento, los usuarios de las redes sociales se han puesto en pie de guerra contra la UB, que tiene una semana para decidir si indulta a los cachorros o continúa con su plan de la mano de Vivotecnia