Individuos desconocidos cercan a la familia de un hombre que falleció tiroteado en Cerdanyola del Vallès (Barcelona) el pasado 30 de noviembre. Se trata de criminales que no han podido ser identificados, tal y como informan fuentes conocedoras del caso, que ponen presión al entorno de Ó., el mecánico de 48 años de edad que fue objeto del ataque que tuvo lugar a plena luz del día hace tan solo unas semanas.
El crimen tiene reverberaciones. Las indagaciones realizadas hasta la fecha han concluido que son varias las personas que han mandado las amenazas a la familia del fallecido, lo que ha obligado a los destinatarios a tomar medidas de protección. Las pesquisas sobre el tiroteo siguen abiertas. Las lidera el Área de Investigación Criminal de la Región Policial Metropolitana Norte de Mossos d'Esquadra. Preguntada por esta cuestión, la policía catalana se acoge a la privacidad del caso.
Un cargamento de droga
Otros interlocutores cercanos a la investigación aportan más datos. El crimen de Cerdanyola fue ejecutado con tanta frialdad que se apunta a la contratación de un sicario, tal y como explicó este medio, y podría estar vinculado al narcotráfico. Se tienen indicios de que estaría relacionado con el tráfico de estupefacientes, hecho que justificaría los anónimos que ha recibido la familia.
Se explica que el tiroteo que segó la vida de Ó. pudo estar motivado porque un cargamento de droga no llegó a su destino. Se desconoce el vínculo del fallecido o los autores del crimen con este alijo, pero un desacuerdo en este sentido justificaría el trágico suceso que tuvo lugar en una población habitualmente apacible de la conurbación de Barcelona.
Las redes sociales, protagonistas
Un tercer elemento sobrevuela la investigación del homicidio: las redes sociales. Y es que existirían publicaciones que estarían relacionadas con el asesinato y que, presuntamente, explicarían que alguien decidiera abatir (o contratar la muerte) del vecino. Como en otros crímenes del mismo perfil, la información publicada online pudo facilitar que los criminales realizaran el tiroteo a plena luz del día.
Como avanzó este medio, la víctima operaba un negocio de importación y exportación de automóviles. Había trabajado en una firma de recambios llamada Neumáticos Poli, muy conocida en el municipio. Tras un tiempo en esta empresa, Ó. montó su propio negocio. Vivía en una zona de la ciudad que se considera tranquila y con unas ratios de violencia bajas. Por esto impactó de forma especial tanto su asesinato como la premeditación del mismo. Alguien pinchó las ruedas de su vehículo mientras él dejaba a su hijo en el colegio. Tras no poder usar el coche para abandonar la calle donde se encuentra el instituto, el asesino le alcanzó y le disparó en nueve ocasiones. Cuatro de los proyectiles impactaron en su cuerpo y le provocaron la muerte de forma inmediata.
Un mes sin detenciones
Todo ello ocurrió en las cercanías de Barcelona en noviembre. Ocurrió poco después de otra ejecución callejera a sangre fría, la de Valentín Moreno, conocido también como el homicida de la Vila Olímpica. Moreno fue tiroteado en Sant Adrià de Besòs el pasado 19 de noviembre. No murió en el acto. Falleció en el Hospital Germans Trias i Pujol de Badalona, conocido como Can Ruti, horas después del suceso.
En ninguno de los dos casos ha habido detenciones. Mossos d'Esquadra conduce las dos investigaciones y se indaga si estarían relacionadas. En el crimen de Sant Adrià se tienen sospechas más fundadas de que está relacionado con una lucha por el control del tráfico de droga en la Zona Franca de Barcelona, un territorio en el que operan varias familias conocidas. Ambos casos siguen abiertos.