Octubre. Empiezan a emitirse de forma masiva anuncios de juguetes en televisión en horario infantil. Uno detrás de otro. Noviembre. En el buzón de casa aparece el catálogo de una famosa cadena de jugueterías. Caminas por la calle, todavía faltan dos meses, pero en los escaparates de las tiendas ya es Navidad: rebosan de juguetes y decoración navideña. Y los niños, incapaces de escapar de tantos estímulos, piden todo, lo quieren todo. No saben lo que es el consumismo, pero viven en él. Gestionar con tiempo --y unos buenos trucos-- la carta a Papá Noel o los Reyes Magos nos puede ayudar a dosificar el consumismo sin restarle magia al momento, e incluso a transmitirle ciertos valores que necesitarán a lo largo de su vida.

“Es imposible excluir a los niños del bombardeo publicitario que se produce en estas fechas, pero es recomendable explicarles que la carta a los Reyes no es una lista cerrada, los Reyes son magos y van a saber elegir muy bien los juguetes y, además, siempre traen sorpresas”, explica Jorge Muñoz, CEO de Viva el Cole, tienda online de material escolar.

Pensamiento mágico e influenciable

“Los niños tienen un pensamiento mágico y, como es obvio y bien saben las empresas de publicidad, muy influenciable. Estos niños van a pedir los juegos que hayan visto en escaparates, televisión, teléfonos, tablets, etcétera. También es cierto que los más pequeños se adaptan al devenir. Y es ahí donde los padres tienen un papel importantísimo. Son ellos los que pueden hacer los regalos que crean más convenientes a sus necesidades. Es importante resaltar que los niños de 5-7 años pueden tener cierto grado de comprensión cognitiva, pero con menos edad no pueden entender conceptos medianamente complejos como el del consumismo. Y no sirve de nada darles discursos al respecto, que sólo provocarán ansiedad en ellos”, subraya el psicólogo Manuel Hernández, especialista en apego y emociones.

Empatía

Para que la Carta a los Reyes no se convierta en algo parecido a una lista de la compra y para que el hecho de escribirla les obligue a hacer un ejercicio de empatía, “más allá de la lista de regalos que quieren para ellos, sería bueno ayudarles a que piensen también en los demás. Así, podemos animarlos a pedir a los Reyes Magos que a otros niños también les lleven regalos, o a desearles un feliz descanso a los Reyes, o que no se esfuercen mucho los camellos. Puede parecer ridículo para un adulto, pero para un niño es muy real”, recomienda este profesional de la salud mental.

Regalo navideño frente al árbol

Algo que quiero, necesito y para toda la familia

En cuanto a la lista de deseos, desde Viva el Cole aconsejan “pedir pocas cosas y que la carta no sólo incluya los regalos que desean para ellos, sino también para otros miembros de la familia o juegos que puedan usar todos juntos. Los regalos experienciales son una muy buena opción, de un juguete se olvidarán, pero de un viaje, una salida al cine o al teatro, un concierto... se acordarán muchos años”. Por ello, Jorge Muñoz cree que “una buena regla es pedir algo que quiero, algo que necesito, como por ejemplo algo de ropa, y algo para toda la familia”.

¿Y cómo explicarles que pese a ser magos, los Reyes no pueden traer una lista infinita de regalos? “Los niños son muy demandantes, no pueden entender que eso se consigue con esfuerzo. Así que se les explica que SS. MM. los Reyes Magos de Oriente tienen mucho trabajo y muchos niños a los que visitar y que a lo mejor no podrán traer tantas cosas. En un primer momento se pueden enfadar un poco, pero rápidamente se pondrán a jugar y disfrutarán”, apunta el psicólogo Hernández.

Padres 'hiperregaladores'

Si bien es difícil que los niños escapen del consumismo, hay progenitores que --víctimas de carencias económicas o traumas en la infancia-- sucumben de lleno en él, convirtiéndose en padres hiperregaladores. Esto tiene para sus hijos consecuencias nefastas. “Más allá de que sufriéramos carencias y ellos no, el problema es que satisfacer todas las necesidades de un niño generará en éste muy poca tolerancia a la frustración y un exceso de estímulos que hará que no tenga, por ejemplo, un juguete favorito o que juegue con muchas cosas, pero con ninguna en especial. Pierden la necesidad de exploración y se alejan de un nivel de frustración sano. Es muy traumático darles todo lo que quieren y calmarlos rápidamente para que no se frustren. Hay que recordar a los padres algo muy importante: lo fundamental es que los padres, los hermanos u otros niños jueguen con ellos. De nada sirve tener muchos regalos si no tienes con quien compartirlos. Y es que los niños se frustran por no tener afecto o cariño, no por no tener regalos”, advierte Manuel Hernández.

Niños y padres paseando en la calle; la comunicación con los hijos es fundamental / EFE

Gestionar los regalos en casa de abuelos y tíos

Gestionar regalos en el propio hogar es, como hemos visto, tarea más o menos sencilla. La complicación está muchas veces en casa del resto de familia, abuelos, tíos… ¿Cómo hablar con la familia para que el niño no reciba una cantidad ingente de regalos que ni siquiera mirará? “Este punto es muy complicado. Normalmente, con los abuelos, es típica la pregunta de: ¿mamá, papá, ¿por qué los Reyes Magos me traen más cosas en casa de los abuelos que en casa?. Aquí depende de cada familia, número de tíos... muchas veces es difícil llegar a acuerdos. Una muy buena opción es que fuera de casa reciba sólo libros, ropa o algún regalo experiencial. Un desayuno para el niño solo con los abuelos vale más que cualquier juguete”, insiste Jorge Muñoz.

“En algún caso extremo hay que decirle al niño que tiene que elegir entre todos los regalos 3 o 4 y el resto donarlo. Otra opción es guardar los regalos el día 7 de enero. No se va a acordar de todos y sólo le daremos los que pida. Os sorprenderéis y conseguiréis reflexionar tanto vosotros como el resto de la familia sobre los excesos de regalos que reciben los niños en estas fechas”, añaden desde Viva el Cole.

“Si la familia se ofende porque limitamos la cantidad de regalos o porque, después de recibir un sinfín de presentes, no hacen caso a todo, es que necesita ayuda psicológica urgentemente. Los ofendidos, me refiero, no los niños”, concluye el psicólogo Manuel Hernández.