Los vecinos del barrio de la Vila Olímpica de Barcelona vuelven a denunciar el incivismo. Sus calles son la zona de tránsito entre el metro de la L4 y las salas de ocio nocturno que se encuentran a unos metros, en el Puerto Olímpico. Sus residentes, sobre todo en los puntos calientes como las calles Ramón Trias Fargas y Moscú, sufren cada noche aglomeraciones de personas que quieren hacer botellón debajo de sus casas, provocando “malestar en el descanso y afectaciones en el mobiliario urbano y de las propias fincas”.  

El presidente de la asociación de vecinos de la Vila Olímpica, Jordi Giró, cuenta que, en el inicio de la pandemia, podían vivir más relajados. Sin embargo, los botellones se han intensificado cuando ha vuelto a abrir el ocio nocturno porque, al ser “un lugar de paso”, se juntan primero ahí para beber antes de entrar a los locales.  

Incivismo

Pero el botellón no es el único problema que sufren. Algunas personas “hacen sus necesidades en el portal, tiran preservativos, compresas e incluso mantienen sexo”, relatan los vecinos, quienes también denuncian que se les “encaran” cuando les “llaman la atención” y que han llegado a utilizar las terrazas de los pisos bajos para "esconder carteras robadas y hasta hachís”. En las últimas noches han incendiado algún contenedor y han roto botellas en el suelo, lo cual es un “peligro”, explican.

Los inquilinos dicen estar “hartos” de llamar cada noche a la Guardia Urbana para que “no se solucione nada”. El presidente de una comunidad de vecinos de la calle Moscú lamenta que “la policía no se haga respetar”: “Los jóvenes beben delante de ellos y les graban mientras les multan”, aunque reconocen que no tienen la culpa los agentes, sino el consistorio de Ada Colau por tener “demasiada permisividad con el incivismo”.

Más vigilancia

Es por eso que desde la asociación de vecinos anuncian que se pondrán en contacto con el regidor del distrito de Sant Martí, David Escudé, para pedirle que tome cartas en el asunto. Los vecinos reclaman, por un lado, que se instaure en esas calles un punto fijo de vigilancia con algún agente con tal de evitar que se asienten ahí los botellones. Por otro lado, reclaman campañas de concienciación en el metro, teniendo en cuenta que es el método de transporte que más se utiliza para llegar hasta ahí.

En cuanto a las sanciones, algún vecino admite sentir “frustración” por las cantidades tan bajas con las que se penaliza a quien hace botellones. Fuentes del ayuntamiento de Barcelona explican a Crónica Global que las multas van desde los 30 a los 1.500 euros, en función de “la gravedad”. Según la ordenanza municipal, “está prohibido el consumo de bebidas alcohólicas en los espacios públicos cuando pueda causar molestias a los vecinos” y, en este caso, las sanciones van de los 30 a los 100 euros.

Alcalde de noche

Hace unos días, el primer teniente de alcalde, Jaume Collboni, protagonizó una mesa de trabajo sobre ocio nocturno que reunió a 60 entidades y representantes de los grupos municipales, policiales, vecinales y del sector de la restauración. El presidente de la asociación de vecinos de Vila Olímpica, que participó en el encuentro, ve con buenos ojos la propuesta de Collboni de instaurar la figura del llamado “alcalde de noche”, algo que ya funciona en otras ciudades como Nueva York, Ámsterdam o Londres.

El alcalde de noche representa a la vida nocturna de la ciudad y actúa de intermediario entre empresarios de bares, discotecas y restaurantes, vecinos y clientes. Según explica Giró, de esa reunión salió “la promesa de plantear un calendario de acciones” que deberían producirse, a su parecer, “lo antes posible” y a través de “un consenso global”.