Hace más de 20 años que la Fundación Concepció Juvanteny se dedica a la prevención y a la detección de casos de abuso sexual a menores. Este viernes, en el Día Mundial para la Prevención del Abuso Sexual infantil, la fundación ha presentado AIDA, una unidad pionera para diagnosticar y reparar a las víctimas.
“Con la experiencia de estos años nos hemos reunido para buscar una manera diferente de hacerlo, pese a que en este periodo hemos tenido resultados muy positivos”, explica Montserrat Juvanteny, impulsora y directora del proyecto AIDA. “La unidad incorpora un nuevo modelo de intervención basado en la reparación y no tanto en el tratamiento de los niños. No son enfermos, no necesitan tratamiento, son víctimas, lo que necesitan es reparación”, asegura la directora.
Incluir al agresor en la terapia
Esta prueba piloto, que será testada durante los próximos cinco años en Cataluña, con revisiones periódicas cada seis meses, ha arrojado resultados muy interesantes en Estados Unidos. Este nuevo enfoque pretende acabar con la culpabilidad que sienten las víctimas mediante la terapia familiar de una forma más eficiente y eficaz.
La impulsora explica que los niños que han sido víctimas de este tipo de abusos se sienten estigmatizados al tener que acudir en solitario a terapias psicológicas muy prolongadas en el tiempo, de hasta 50 sesiones. La fundación propone reducirlas a un máximo de 10, entre diagnóstico y reparación, y a que cuenten con la presencia de varios miembros de la familia. Pero, sin duda, la apuesta más rompedora es la introducción del agresor que, muchas veces, es también un familiar. “Incluimos al agresor porque, aunque no lo justificamos, también tiene derechos. Cuando ve el perjuicio que ha generado a sus seres queridos con sus acciones suele tomar conciencia del dolor que ha causado y esto ayuda a prevenir la reincidencia”.
Evitar que el problema se enquiste
“Haya pasado lo que haya pasado, si el niño ha sufrido un abuso por parte de su padre o de su madre, esos siempre seguirán siendo sus progenitores. Tenemos que dar apoyo a esa familia para evitar dinámicas de violencia, de silencio, de miedo o de culpa”, explica Sonia Cervantes, psicóloga de la fundación.
“La medida habitual cuando se presenta una denuncia por abuso en el ámbito familiar es apartar a la víctima y llevarla a un centro. Esto es terrorífico”, denuncia Juvanteny. Antes de presentar incluso la denuncia, proponen hacer una intervención en el hogar para evitar que los ciclos de violencia se perpetúen. “Cuando sucede un abuso sexual intrafamiliar, hay un porcentaje muy elevado de denuncias que son archivadas. Cuando esto sucede, los niños se tienen que revincular con su familia sin que se haya solucionado la situación. En más del 70% de los casos, el niño y el agresor conviven sin haber recibido ningún tipo de apoyo”, explica la psicóloga.
Los agresores, dispuestos a colaborar
La fundación, que solo en el último año ha atendido a más de 200 víctimas, ya ha probado este proyecto piloto en 10 casos. “La mayoría de los agresores se muestran dispuestos a colaborar”, asegura Juvanteny. El perdón, dice, a veces sirve en el proceso de reparación de las víctimas. El caso más claro es el de una mujer que, tras más de 20 años en terapia, sin éxito, pudo encontrarse con su agresor cara a cara: su propio hermano. "Él le pidió disculpas", recuerda la directora del proyecto, "y desde entonces ella dice sentirse reparada".
“Queremos abrir esta nueva metodología, de forma gratuita, a todo el mundo que haya pasado por eso, tenga la edad que tenga. Si esa persona ha sido abusada hace décadas y ahora se siente valiente para contarlo, bienvenido sea. Tenemos que acabar con el arma más poderosa del agresor, que es el silencio de la víctima”, incide la impulsora.
Devolverles la libertad
Esta terapia innovadora permite también descubrir datos relevantes sobre las vivencias de los abusadores. "Algunos fueron víctimas del mismo tipo de violencia durante su niñez", asegura Juvanteny. No obstante, esto no los exime de culpa. De hecho, los responsables del proyecto han solicitado filmar las sesiones con una jurista presente, que vele por el cumplimiento de las garantías procesales, para que sirva como prueba constitutiva de un delito durante el juicio y para evitar la revictimización de los menores.
“Los abusos en la infancia aprisionan el futuro de los niños y niñas, incluso cuando el abusador termina en la cárcel”. Por eso, desde la fundación quieren ser la llave de la libertad para que su futuro sea como se merecen: lo más normal posible.