Este martes, Juan Cortés, acusado de un delito de asesinato, y sus dos presuntos cómplices, Daniel G, alias Jaro, y Carlos Alberto M., alias Camarón, han recordado ante el Tribunal del Jurado, en la Audiencia de Barcelona, la madrugada del 13 de enero de 2018, cuando, presuntamente, quemaron vivo a Juan Pita mientras dormía en su chabola de Santa Perpètua de Mogoda, en Barcelona.
El principal sospechoso, Juan Cortés, expareja de Andrea, la hija del fallecido, ha asegurado que nunca planeó el asesinato de su exsuegro, con el que “mantenía una buena relación”. Sin embargo, los mensajes incriminatorios que envió a su exnovia apenas unos minutos antes del crimen, en los que la amenazaba con quemar la chabola de su padre si no retomaban su relación, lo colocan en una postura comprometida.
Los mensajes incriminatorios
Sobre los whatsapps, el presunto autor de los hechos ha reconocido que los envió “porque estaba enamorado y quería llamar su atención”, pero ha negado tajantemente que hubiera urdido un plan con sus amigos para acabar con la vida de Pita.
El segundo acusado que se ha sentado en el banquillo ha sido Camarón. Según el informe de la fiscalía, él fue quien trasladó a Juan Cortés y a Daniel G. hasta la barraca en la que malvivía la víctima para perpetrar el crimen. La madrugada en la que quemaron vivo a Pita, Camarón envió un mensaje de Whatsapp inculpatorio a Jaro en el que decía: “Jarillo, la que has liado con el mechero… se ve desde aquí. Estáis locos”. No obstante, durante su declaración ha asegurado que él no se acercó a la cabaña y que no vio ni escuchó nada. También ha negado que se quedara cerca del coche en actitud vigilante, como asegura la fiscalía. “Vigilaba mi coche porque lo dejé mal aparcado y como había bebido tenía miedo de que la policía me quitara el carnet.”
Alcohol y drogas
Precisamente, los letrados de los tres acusados, que solicitan su absolución, han construido su estrategia de defensa sobre sus problemas de adicción al alcohol y a las drogas. Juan Cortés, Daniel G. y Carlos Alberto M. , han asegurado que la noche de los hechos tenían las facultades alteradas por el consumo masivo de alcohol y de diversas sustancias estupefacientes y niegan que quisieran causar la muerte a Pita, que no sabían que se encontraba en el interior de la chabola.
“Consumo porros y alcohol desde los 14 años, con 16 o 17 empecé con el cristal, cocaína, speed y algún tripi. Los fines de semana consumía entre dos y cuatro gramos de cocaína”, ha asegurado Jaro. “Tenía la mala costumbre de empezar con quintos el viernes y terminar tirado hasta el domingo, lunes o martes…”.
Violencia vicaria
Sin embargo, la acusación particular mantiene que hay pruebas suficientes como para constatar que Juan Cortés, en colaboración con sus amigos, ideó el crimen de Pita para provocar un sufrimiento inhumano en su exnovia Andrea. La chica, de hecho, había roto la relación que mantenía con él para poner fin a las constantes palizas de las que era víctima.
La gravedad de las lesiones y de las amenazas hizo que Andrea tuviera que refugiarse en un centro para mujeres maltratadas y vivir protegida por una escolta de los Mossos d’Esquadra 24 horas durante los siete días de la semana. Como no pudo acabar con su vida, cree la acusación, lo hizo con la de su padre. Además, así se aseguraría de que ella arrastraría el sufrimiento el resto de sus días.
Prisión permanente revisable
La fiscalía solicita 18 años de prisión para cada uno de los acusados por un delito de asesinato con alevosía, mientras que la acusación particular ha solicitado la prisión permanente revisable para el principal autor de este crimen.
Se trata, según ella, de un claro ejemplo de violencia vicaria, de violencia de género contra su defendida, Andrea Pita, y de asesinato con alevosía dado que Juan Pita no tuvo opción de defenderse porque padecía un trastorno psíquico por los problemas que tuvo en el pasado relacionados con su adicción al alcohol y a las drogas.