Opositar es una prueba de resistencia a todos los niveles. Supone un desgaste emocional e implica sacrificios personales, pero también una serie de exigencias económicas que no todo el mundo puede asumir. Además de ser un proceso duro, para la mayoría es también largo. La media hasta que se consigue aprobar estos exámenes es de cinco años de estudio a tiempo completo.
Las personas que deciden tomar este camino deben dedicarse durante largos periodos de forma casi exclusiva a prepararse. Sin posibilidad de trabajar si no es en empleos temporales o con jornadas reducidas. Por ello, suelen depender del respaldo económico de los padres, al menos, en algún momento del proceso. Esto significa, para quienes provienen de familias con un bajo nivel adquisitivo, una mayor dificultad en el acceso a una oposición.
Oposiciones de bombero
Fernando Díaz tiene 27 años y oposita para ser bombero desde 2016. Hace cinco años que este joven centra todos sus esfuerzos en un proceso que “es duro”, admite. Reconoce que la incertidumbre y la ansiedad forman parte de su día a día desde que se embarcó en este proyecto: “Ves cómo los compañeros que tomaron otras vías tienen ya algo fijo y tus trabajos son más precarios, porque la mayoría del tiempo lo inviertes en la oposición”.
Díaz dedica entre siete a ocho horas diarias al estudio. “Es como una carrera universitaria, pero sin que te den un título al final”, explica acerca de los años de entrega. Añade que la presión aumenta con la certeza de que su situación vital cambiará al superar el examen: “Sientes que vas gastando las oportunidades con cada oposición”.
Opositar y ser madre
El joven obtiene sus ingresos de las campañas forestales, en las que participa todos los veranos, y de trabajos temporales como monitor. Aunque ahora vive independizado, admite que durante muchos años la ayuda de sus padres ha sido clave, “tanto en la motivación como en lo económico”, explica.
Sin embargo, no todo el mundo tiene la suerte de contar con el respaldo de su familia. Es el caso de Lorena Moreno, de 40 años, quien oposita desde 2014 también para ser bombera. La responsabilidad con su hijo de ocho años y la falta de apoyo económico hacen que su situación sea aún más delicada.
Préstamos para poder estudiar
Moreno tuvo que pedir un préstamo que sigue pagando para poder continuar opositando. Reconoce que desde que empezó este proceso vive con lo justo. “Es malvivir”, acentúa. La candidata a bombera dejó su trabajo --algo a lo que se ven obligados muchos opositores--. En su caso, para poder dedicarse a estudiar y a cuidar de su hijo.
Sobrevive gracias al paro y, cuando este se termina, de puestos temporales o de las campañas forestales. Durante el tiempo que trabaja, compaginar sus obligaciones como madres y el empleo apenas le dejan tiempo para estudiar.
"Aposté todo"
La opositora recuerda que, "una vez suspendes, es una vuelta a empezar" y añade que “es un tiempo que inviertes y sientes que pierdes”. Ambos aspirantes a bombero admiten que este punto puede llegar a ser desmotivador y angustiante, porque aprobar significa, en definitiva, un cambio a mejor en sus vidas.
“Una oposición desgasta en todos los sentidos y muchos compañeros han dicho 'hasta aquí'”, explica. A pesar de estas declaraciones, abandonar para Moreno nunca ha sido una opción: “Lo aposté todo, tanto económica como personalmente, dejarlo ahora sería una locura”. Sin embargo, esta madre opositora reconoce que a veces es difícil seguir. Para ella, como para muchos otros, un respaldo monetario "sería un respiro”, concluye.
Oposiciones de jueces
Ángela M., de 30 años, se presenta a las próximas convocatorias para jueces y se plantea dejar la oposición en caso de no tener éxito. La jurista, que lleva preparándose cinco años siguiendo una media de ocho a diez horas de estudio diarias, explica que “la oposición supone una inversión a todos los niveles muy fuerte, en tiempo y energía, y constituye una especie de pausa vital”.
En su caso, como en el de Díaz, también ha contado con la ayuda de sus padres. Ahora que vive independizada, compagina la oposición con trabajos esporádicos y flexibles como la traducción.
Becas para opositores
La opositora admite que no conoce a nadie que haya abandonado este proceso por falta de recursos. No obstante, considera que esto es así porque quienes se presentan "saben de antemano cuáles son las exigencias y las implicaciones de tomar esta decisión”. Asimismo, quienes no se lo pueden permitir ni siquiera se lo plantean.
La asociación Juezas y Jueces para la Democracia detectó esta problemática. Desde hace años, reclama al Ministerio de Justicia que impulse un sistema de becas que garantice el acceso a la magistratura a todo el mundo. Esta iniciativa, que fue propuesta a la administración estatal, está en vías de ser estudiada, según se informó a la organización.
Subvenciones estatales
El magistrado y viceportavoz de la asociación, Fernando de la Fuente Honrubia, comenta que “lo lógico sería que estas ayudas se extrapolasen a todo tipo de oposiciones”. No obstante, hay quienes ven difícil la subvención de las miles de candidaturas que se presentan todos los años.
Esta posible financiación, destinada a la preparación de los opositores, permitiría democratizar el acceso de la carrera judicial y a muchas otras. Ya que, tal y como comenta De la Fuente, “no todas las familias pueden permitirse tener un opositor en casa durante tres, cuatro o cinco años”.
Honorarios, libros y manutención
Las asignaciones contemplarían los honorarios del preparador, el precio de los libros, la formación y el coste de manutención de estas personas, que permanecen en el hogar de los padres sin poder aportar un sueldo en la economía familiar.
“Es importante resaltar que una oposición, que requiere una dedicación de entre ocho y diez horas de estudio diario, no es compatible con el desempeño de ningún trabajo para obtener ingresos”, explica la asociación en su solicitud al Gobierno. Este hecho, hace difícil el acceso a personas con una renta baja y abre, asimismo, una brecha en la entrada al sistema público.