Estos días muchos niños pisan por primera vez una escuela infantil o un colegio. Con cierto temor y desconocimiento ante algo nuevo, lejos de las faldas de sus progenitores, es normal verlos mostrarse tímidos, al menos durante los primeros días. Una vez saben a dónde van y conocen a las personas con las que compartirán tiempo y compañía, dejan de mostrarse retraídos. Sin embargo, hay algunos pequeños a los que les cuesta más abrirse y para los que la timidez llega a convertirse en un obstáculo que puede condicionar de forma determinante su vida a corto y largo plazo. Pero ¿cuándo deja de ser algo normal para convertirse en un problema? ¿Cuándo nos debe preocupar la timidez en los hijos?

Aunque no hay estudios de prevalencia fiables sobre la timidez, se estima que aproximadamente el 10% de los niños españoles son tímidos. Sin embargo, este rasgo de la personalidad no tiene por qué repercutir de forma negativa en la vida de los niños. Al contrario, un cierto grado puede ser positivo “porque eso quiere decir que el pequeño piensa antes de actuar, observa la situación, la analiza y, una vez detecta que todo es seguro, se une y sociabiliza”, explica María Inés Monjas Casares, investigadora del Departamento de Psicología de la Universidad de Valladolid y autora de los libros ¿Mi hijo es tímido? y La timidez en la infancia y adolescencia (Ed. Pirámide).

Una mujer víctima de bullyng / PEXELS

Síntomas preocupantes

Los padres se deben preocupar --y ocupar-- si detectan que “la timidez impide al niño o niña socializar de forma fluida con el resto de las personas debido a que le genera un alto nivel de miedo y estrés”, señala Tamara Arroyo, psicóloga en psicologiaymujer.com. En algunos casos este miedo y estrés “puede derivar en llanto, miedos nocturnos o en que se niegue a ir a ningún tipo de evento social. Estos síntomas nos deben alarmar”, coincide Monjas Casares.

Para averiguar más sobre la timidez del niño, es importante “estudiar un poco cuándo es tímido, en qué situaciones se retrae, cuando está nervioso, observar y ver qué conductas definen su este rasgo de su comportamiento, pues generalmente los padres lo hacen comparándolo con otros hermanos, con otros amigos, o con su propia infancia. Cada niño tímido es un caso único y especial”, subraya la investigadora de la Universidad de Valladolid.

¿Timidez hereditaria?

Cuando hablamos de hijos retraídos, muchos padres atribuyen esa actitud a la herencia genética: es así porque yo era así. ¿Realmente se puede heredar la timidez? “Sólo es así en un pequeño porcentaje de los casos. Lo que acostumbra a suceder es que la madre o el padre se muestran tímidos y actúan tímidamente de adultos, por lo que el niño va aprendiendo esos patrones. De hecho, hay investigaciones que se han hecho con niños adoptados que nos muestran que los pequeños adoptados actúan a los dos años como sus progenitores biológicos y, al crecer, acaban pareciéndose mucho más a la familia adoptante, también en temas relacionados con la timidez”, sostiene esta doctora en psicología.

No obstante, “cuando hablamos de timidez --no heredada-- la causa real suele estar detrás. Tras una actitud retraída puede haber una baja autoestima. Hay una interacción bidireccional entre el niño que tiene poca confianza y poca autoestima, que se retrae en situaciones interpersonales, y viceversa; como se retrae, no es exitoso en las relaciones interpersonales y baja su autoestima”, confirma Monjas Casares.

Una mujer se cubre la cara por verguenza / PEXELS

Riesgo alto de sufrir acoso escolar

Esto tiene sus riesgos. Uno de ellos es que estos niños son más propensos a sufrir rechazo entre sus compañeros y bullying, porque son más vulnerables, tienen menos redes de apoyo, menos amigos”, lamenta la autora de ¿Mi hijo es tímido?

Otro riesgo es que se sientan más cómodos interactuando en internet que de forma presencial. “Las relaciones online son un arma de doble filo para los niños tímidos. Por un lado, podemos encontrarnos con algunos niños y adolescentes que sienten mucha vergüenza cara a cara y, en cambio, online son mucho más extrovertidos y abiertos. Eso está bien porque quiere decir que disponen de habilidades sociales y sólo necesitan poner en juego esas competencias en la vida presencial. Sin embargo, es posible que se encuentre tan bien sin dar la cara que no quiera salir del mundo online. Por ello la familia tiene que estar muy pendiente de qué ocurre”, advierte María Inés Monjas.

Una niña sufriendo bullying en su casa / FREEPIK

Cómo ayudar a superar la timidez

Para ayudar a estos niños a abrirse y socializar es importante que los padres “mejoren la comunicación con el niño, que le pregunten qué siente, si está nervioso, si necesita ayuda para introducirse en un grupo de amigos, especialmente si los niños están en la etapa infantil. También deben evitar, porque muchas veces se hace sin querer, etiquetarle o lanzarle comentarios negativos sobre su carácter que puedan herir su autoestima. Y huir de la sobreprotección, que puede contribuir a alargar el problema”, detalla la doctora en psicología.

Otra de las herramientas con las que podemos contar para ayudarles a superar su timidez es “literatura infantil y juvenil en donde haya algunos personajes tímidos que solventan situaciones difíciles de enfrentar por su carácter retraído”, añade.

Los profesores tienen también un papel importante: “Está en sus manos no olvidarse de ellos en las clases, porque son los que no molestan, incluirlos en dinámicas sociales que les beneficien y evitar que se puedan sentar con aquellos --el típico fanfarrón de clase-- que les van a hacer daño”, apunta

En definitiva, “las personas somos seres sociales y aprendemos durante nuestro desarrollo a relacionarnos interpersonalmente, por lo que muchos de estos niños tímidos irán aprendiendo habilidades sociales y alrededor de los 8-10 años dejarán atrás la timidez. Si a esa edad el problema persiste, es importante consultar a un profesional. Si un niño no ve bien, enseguida lo llevamos al oftalmólogo. Si un niño siente tanta vergüenza que tiene la barbilla pegada al cuerpo y ni siquiera levanta la mirada, es fundamental que le llevemos a un psicólogo especializado para intentar averiguar qué es lo que se esconde detrás de esa actitud”, concluye.