El embarazo es probablemente la etapa de la vida de la mujer en la que más cuidados y atenciones recibe, especialmente de manos del sistema público de salud. Sin embargo, estos cuidados se esfuman casi por completo una vez superada la cuarentena. Lo explica de forma muy gráfica la ginecóloga Sofía Fournier: “Es aquel epílogo que nadie se lee”.
La cierto es que, advierte esta especialista en medicina maternofetal y obstetricia de alto riesgo en Gynaikos, “el posparto ha llegado para quedarse, dura más de esos 40 días y obviamente los cuidados para la mujer son vitales, como también lo es ayudarse de un buen equipo multidisciplinar. A mí me gusta ver a mis pacientes a los 15 días para ver cómo está funcionando todo: cómo se encuentran anímicamente, si la lactancia está siendo exitosa, cómo están los puntos de la zona del periné --sea por desgarro o episiotomía-- o ver cómo evoluciona el proceso de cicatrización. Luego las vuelvo a ver a las seis semanas posparto y ahí siempre les indico, independientemente de la vía del parto --si ha sido una cesárea o un parto vaginal--, que deben visitar a un fisioterapeuta experto en suelo pélvico. Hoy en día es inconcebible no cuidar nuestro suelo pélvico o dar por hecho que, después de haber dado a luz, es normal que se nos escape un poquito el pipí”, afirma esta prestigiosa ginecóloga catalana.
La sanidad pública, solo para problemas graves
Sin embargo, las cifras cantan y la realidad es tozuda. Según diferentes estudios, el 89% de las mujeres sufre algún tipo de alteración después del parto. Sólo el 18% acude a un especialista para una valoración. ¿Uno de los motivos? La seguridad social no cubre, por ejemplo, los cuidados de suelo pélvico si la situación no es casi irreversible. “El sistema público sí que cubre la recuperación de las incontinencias, el descenso de los órganos pélvicos o dolores perineales que suelen aparecer tras el parto o cuando la mujer se va haciendo mayor. Pero es evidente que los recursos de personal dedicados a esta especialidad son insuficientes y no dan abasto más que para atender los casos más severos y habiendo pasado por una larga espera. Es una lástima, porque una atención precoz, cuando los síntomas son incipientes o leves, evita las complicaciones que obligan a recurrir a tratamientos más caros e invasivos como son las cirugías”, apunta Laia Blanco, codirectora de RAPbarcelona, centro de rehabilitación
“Lo ideal sería que aquí, como en otros países, la mujer que ha pasado por un embarazo pudiera recibir un tratamiento para devolver su cuerpo a la normalidad haya quedado con alguna sintomatología o no. Si ha tenido un embarazo y parto sin complicaciones, el tratamiento será muy rápido y los objetivos principales serán recuperar el tono y fuerza de la musculatura abdominal y del suelo pélvico. Pero si el embarazo es múltiple y ha generado un aumento de peso superior a 15 kilos, si el bebé ha pesado más de cuatro kilos o si debido a alguna complicación durante el parto, el ginecólogo ha tenido que utilizar algún instrumental como el fórceps o espátulas o se ha producido un desgarro perineal o una episiotomía, el fisioterapeuta es absolutamente necesario”, señalan desde RAPbarcelona.
Dolor en las relaciones sexuales
Precisamente, uno de los problemas habituales y derivados del posparto --y de la falta de cuidados del suelo pélvico-- es una afectación importante en la vida sexual. “El cansancio, la adaptación al cambio de roles familiares, la situación hormonal, la debilidad del suelo pélvico o las molestias causadas por hemorroides y cicatrices de episiotomías o desgarros perineales son palos en las ruedas para que brille el "yo sexual de la mujer". Puede que la mujer no sienta interés por recuperar su vida sexual durante meses y centre su atención a otros aspectos de la vida. Pero a menudo ocurre que la mujer sí desea restablecer ese aspecto de su vida y observa una disminución importante de la sensibilidad por tener el suelo pélvico muy debilitado y, por tanto, la vagina ensanchada. También puede que haya tratado de tener relaciones y haya sentido dolor por la existencia de contracturas en los músculos del suelo pélvico o cicatrices. Todas estas mujeres se beneficiarían notablemente de un tratamiento experto en fisioterapia sexológica”, confirma Laia Blanco, de RAPbarcelona, que ofrece también servicio de fisiosexología. Esto, claro, tampoco lo cubre la seguridad social, ni en casos graves siquiera.
Osteopatía para aliviar los dolores
El parto también puede dejar secuelas muy dolorosas en, por ejemplo, pubis o coxis. Es trabajo de un osteópata aliviar ese dolor. “Durante toda la fase del embarazo, el cuerpo de la mujer va cambiando poco a poco: la pelvis tiene que ir adaptándose, el centro de gravedad se ve modificado y todo el cuerpo debe ir cambiando para permitir el crecimiento del bebé. Después del parto, el cuerpo tiene que ir volviendo a su estado inicial de manera paulatina, y muchas veces es en este momento cuando hay problemas. A menudo se dan, por ejemplo, bloqueos en la pelvis, en los ilíacos, en sacro, pubis, coxis. Esto puede causar muchos dolores. Será trabajo de un osteópata desbloquear la pelvis para dar libertad de movimiento y quitar los dolores”, aclara Gisela Andreu, osteópata y fisioterapeuta especializada en ginecología y obstetricia, de OsteoEquilibra’t. “Es fundamental valorar también si hay diástasis abdominal (separación de los rectos del abdomen), ya que su debilidad puede ocasionar dolores de espalda y más presión en el suelo pélvico”, añade esta profesional.
Falta inversión en prevención
La doctora Fournier lamenta, “como ginecóloga, como madre de tres y como mujer, que estos servicios no estén incluidos en el sistema público de salud. Tampoco está incluida en muchas mutuas médicas que pagan las pacientes. El servicio de fisioterapia posparto no está incluido de forma individualizada, está en clases grupales de hipopresivos o una valoración inicial. No obstante, es una necesidad que presenta a la mujer una vez da a luz, igual de importante que las visitas durante el embarazo con la matrona o con el ginecólogo. Lo lógico sería que estuviera incluido”. Además, considera esta especialista en medicina maternofetal, si el sistema público de salud invierte en trabajar bien el suelo pélvico de las mujeres en el posparto, nos ahorraremos que, en unos años, estas mujeres, cuando entren en menopausia o cuando sean mayores, necesiten cirugía de suelo pélvico, por ejemplo, por prolapsos genitales, por incontinencia urinaria, etcétera. Es decir, invertir en la prevención inicial o en el restablecimiento de la anatomía normal del suelo pélvico a largo plazo supone un ahorro tanto de gasto público como de, obviamente, riesgos para la salud de la mujer”, concluye.