El Juzgado de Instrucción 2 de Sabadell ha acordado reabrir la investigación por el crimen de Helena Jubany, asesinada en el municipio en 2001. En su auto, el magistrado deja sin efecto la decisión de la Audiencia de Barcelona, que volvió a acordar el archivo del caso, y ordena analizar el ordenador de la joven.
El cadáver de la bibliotecaria, de 27 años, fue lanzado al patio de luces de un bloque de pisos del Eixample del municipio, donde residían quienes luego se convirtieron en sospechosos de su muerte, Santi Laiglesia y Montse Careta, que eran pareja. Víctima e investigados se conocían de la Unión Excursionista de Sabadell (UES), de la que formaban parte.
Crimen sin resolver
Una instrucción judicial plagada de errores y omisiones llevó al sobreseimiento del caso cuatro años después, en 2005, tras el suicidio en prisión de Careta. Laiglesia nunca llegó a ser detenido pese a ser imputado. Fue el pasado año, a punto de prescribir el crimen, cuando su entorno impulsó un manifiesto para reabrir el caso, ya que no llegó a celebrarse el juicio.
El manifiesto derivó en la creación de una plataforma, Fem Justicia Helena Jubany, que impulsó una recogida de fondos con la intención de sufragar los gastos del proceso legal. Y, pese a que en agosto de 2020 un juez reabrió el caso, la Audiencia revocó la apertura el pasado marzo al considerar "inútiles" las nuevas diligencias.
Análisis del ordenador de Jubany
Ahora, el mismo magistrado que ya optó por retomar la investigación el pasado año, ordena nuevas pesquisas, y la policía será la encargada de analizar el disco duro del ordenador que entonces utilizaba Jubany. Como indicios, la acusación particular alude a una supuesta reunión de los cuatro sospechosos, entre ellos Careta y LaIglesia con el abogado de esta, tras el crimen.
Según su escrito, resulta "extraño que personas que no han tenido que ver" con el crimen, se reúnan en el despacho de la entonces principal investigada para "asesorarse", lo que apuntaría a la previsible preparación de sus declaraciones en sede judicial. Esta consideración resulta una mera conjetura para el magistrado.
Fármacos
Sobre la participación de otro de los sospechosos, D. F. M., el abogado de la familia Jubany apunta que las dos sustancias farmacológicas que le suministraron a Helena --Alprazolam y Midazolam, según la autopsia-- las podría haber conseguido este por su condición de médico. En su listado de llamadas constan contactos tanto con Careta como con LaIglesia, pero este indicio tampoco es novedoso para justificar la reapertura del caso, indica el auto.
En cuanto a la supuesta implicación de LaIglesia en el crimen, la acusación expone que existen "contradicciones" sobre dónde se encontraba esa noche, la del 30 de noviembre de 2001, pero tampoco se considera indicio suficiente para interrogar a su hermana, que entonces residía en el domicilio familiar, ni a otro testigo, con el que declaró haber estado. El auto también detalla que en 2012 la Policía Nacional pidió intervenir su teléfono, y también el del cuarto sospechoso, D. X. J., pero un juzgado denegó las escuchas porque no se pudo demostrar que los titulares de ambas líneas lo fuesen también el año del crimen --cuando se analizaron las líneas fijas--, y solo en aquel momento.
Chat de Helena
La única alegación que el magistrado considera novedosa es la petición de la familia de acceder al disco duro del ordenador de Helena. En este se encontraría un chat "que habría mantenido con un tercero" y en el que haría referencia al primero de los dos anónimos que recibió, días antes de ser asesinada.
Sobre este punto, la fiscalía estima que se trata de “un nuevo medio de prueba que podría dirigir la investigación hacia una persona hasta ahora desconocida o al menos no identificada como tal, y que por tanto se refiere a un aspecto nuclear de la actuación policial y judicial, que no es otro que la identificación del presunto responsable de los hechos". Por todo ello, justifica la reapertura de la actuaciones.
Indicios para reabrir la investigación
Jubany habría manifestado en dichas conversaciones, sobre un individuo: "Se dedica a perseguirme por los diferentes canales por donde estoy hablando con gente que conozco en persona”; “empieza a preguntar a la gente que me conoce cosas sobre mi”; "el tío sabe mi curriculum profesional de memoria. No sé ncómo lo ha descubierto, porque yo no se lo he contado", según consta en el auto.
En el segundo de los chats, Helena manifiesta: “Por cierto, hablando de misterios, ¿sabes qué me ha ocurrido hoy?” y es entonces cuando detalla que recibe un recipiente con bebida, acompañado de un anónimo. “Cuando he abierto la puerta de mi casa he encontrado una bolsa de plástico que contenía (no es broma, ¿eh?) un litro de horchata fresca, unos croissants de chocolate y una notita”. Prosigue: “Tiene que ser de alguien que me conoce bien, porque la horchata es mi debilidad”.
"A lo mejor alguien me quiere hacer daño"
Posteriormente añade “como que estoy un poco paranoica, pienso que a lo mejor alguien me quiere hacer daño. No creas que estoy loca, pero incluso he pensado: ¿y si está envenenado? ¿Te imaginas?”. A continuación, Helena reconoce a su interlocutor que sí bebió la horchata.
Señala así el auto que existe un usuario --del que solo consta el pseudónimo que usaba en el chat-- que "habría mantenido una actitud de seguimiento y aparente acoso" de la víctima. El único dato sobre este es otra manifestación de Helena: "Uno de los clientes de la bibilio me ha dicho hoy que es profesor de ingeniería, o algo así".
Posible acoso a Jubany
Ante esto, el magistrado señala que "no cabe duda de que tanto el contenido del disco duro, su posible análisis informático y la conversación mantenida por Helena el 17 de septiembre de 2001 es un elemento de prueba nuevo y que no se valoró o tuvo en cuenta durante la instrucción inicial". Además, indica que "no consta" que la memoria del ordenador haya sido analiza en profundidad, ni por la acusación particular ni por la policía, y este podría contener "conversaciones o datos que podrían arrojar luz sobre los días previos al crimen".
Sobre la citada conversación, el juez indica que "había un usuario que tenía una aparente obsesión con ella y que se habría acercado a su entorno para obtener información personal", así como que "se habría iniciado una situación de acoso, pudiendo haberla seguido o acudiendo a sitios" a los que Helena acudía, así como que esta "conecta este suceso con el primer anónimo que recibió en su domicilio y la sensación que tenía de que alguien pudiera querer causarle algún mal".