Las consecuencias de la pandemia han tenido mayor impacto sobre los más vulnerables. Según señala Pedro Aguilera, director de la Federación de Asociaciones Gitanas de Cataluña (FAGIC), el 70% del colectivo se dedica a la venta ambulante, y el decreto del estado de alarma eliminó la vía de ingresos de muchas familias. Ahora han impulsado una web para digitalizar los mercadillos, y son muchas las reivindicaciones que trasladarán al Parlament este 8 de abril, día del pueblo gitano, para tratar de encontrar un antídoto contra la discriminación que sufren: “Que se luche contra el antigitanismo, que es un nuevo término, pero un viejo conocido”, indica Aguilera; así como iniciativas que velen por su plena inclusión, también en las instituciones.

Pedro Aguilera, director de la Federación de Asociaciones Gitanas de Cataluña (FAGIC) / CEDIDA

—Pregunta. ¿Cómo ha afectado la pandemia a la comunidad gitana en Cataluña?

Respuesta. El 70% se dedica a la venta ambulante. Cuando estalló la crisis sanitaria no podían salir y tampoco tenían capacidad de ahorro, porque el mercado les da para sobrevivir. Se encontraron sin plan B, y enseguida vimos que no iba a durar solo 15 días. Costaba llegar a las ayudas y entender cómo solicitarlas. Tampoco ayudaron los bulos sobre el Covid-19.

—¿Qué papel jugó la FAGIC?

Buscamos alternativas. Primero con una campaña de captación de fondos ‘100x100’, queríamos que 100 familias tuviesen 100 euros en vales de compra de supermercado, para adquirir productos de primera necesidad. Teníamos la intención de obtener 2.000 o 4.000 euros, porque un fundraising, cuando detrás aparece la campaña “gitano"...es muy complicado.

—¿Racismo también en una campaña solidaria?

Lo notamos en todos los ámbitos de la sociedad, es una constante, permanente en el tiempo, incluso se agrava, pero la campaña al final fue un éxito. Recaudamos más de 14.000 euros en toda Cataluña y llegamos a 270 familias, porque redujimos el importe final de 100 a 50 euros.

—También organizaron repartos de comida en 19 puntos del territorio. 

Cada 15 días llevábamos unos 7.000 kilos de comida, gracias a Mercabarna y el Banco de Alimentos a barrios como San Roque, en Badalona, o La Mina. Llegamos a recogerla con una furgoneta pero no cabía. Tuvimos que buscar un camión. Ese primer día empezamos a repartir a mediodía y a las tres de la tarde ya no quedaba nada. La cola era enorme, y no era exclusiva para personas gitanas, solo faltaba establecer controles étnicos. A los gitanos no nos gusta ser discriminados y tampoco discriminar.

 

 

FAGIC trasladará hoy al Parlament las reclamaciones del pueblo gitano / CG

—En La Mina hubo muchos padres que por miedo al virus no querían llevar a sus hijos al colegio, sobre todo, por los bulos que corrían por internet.

Desde la Federación trabajamos junto al Departamento de Educación para combatirlos. Se generó un clima muy preocupante por lo que se decía. Lo primero que circulaba era que las escuelas no eran seguras. Y una cultura que se rige por la comunicación por Facebook y por WhatsApp...¡a ver cómo se desmiente!. Lo que hicimos fue trasladarles: 'no le voy a decir si tiene que llevar a sus niños a clase, pero como representante de la FAGIC pondré todos los medios para que tome la mejor decisión’; llegando así a los barrios, a las familias, y ahora mismo tenemos los mismos niveles de asistencia que antes de la pandemia. 

 

—El confinamiento sacó a relucir la brecha digital.

En nuestro caso son tres brechas. Primero por la conectividad, estamos hablando de tres generaciones en un mismo piso, donde pueden vivir de cinco a ocho personas, y si hay conexión a internet es a través de un teléfono, y en una familia con tres hijos…los datos no llegan para todos.

—Y luego los dispositivos.

Esa es la segunda brecha, la del acceso a los ordenadores o tablets. Educación sí repartió dispositivos, pero no llegaron a San Roque o a La Mina. Muchos niños pueden haber perdido un curso académico. Y esta es la tercera: la del conocimiento. Padres y madres que se encontraban en casa con sus hijos y no podían ayudarlos con los deberes porque no cuentan con las habilidades para resolver sus dudas.

—Los feriantes también se han visto muy afectados.

Es la misma situación de los vendedores ambulantes, pero con el agravante de que fueron los primeros en entrar en el bloqueo de su actividad y los últimos salir.

Actividades de FAGIC durante el día del pueblo gitano (imágenes de antes de la pandemia) / FAGIC

—¿La afluencia a los mercadillos ha disminuido?

A la reapertura con un 50% de aforo y la distancia de 1,5 metros se suma otro factor que los paradistas no pueden controlar, que es el miedo al contagio. La solución que hemos encontrado es una plataforma, Parada Online.Cat: un mercadillo online. No somos Amazon, pero queremos que los paradistas tengan un espacio para vender por internet.

—¿Cómo funciona?

Por ahora hay 20 paradistas, y cada uno de ellos puede ofrecer cinco artículos y controlar su stock. Incorpora una plataforma de pago seguro, y la intención es que con el tiempo se puedan apuntar todos los que quieran. Ese ha sido nuestro granito de arena.

Campamento gitano en Barcelona / MARY ELLEN MARK

—Este día del pueblo gitano, ¿qué reivindicaciones trasladarán al Parlament?

Haremos dos peticiones a la Cámara. Una es que se despliegue el reglamento de la ley de igualdad de trato y no discriminación, que sea realista y que valga como elemento sancionador para aquellos que lo incumplan. Que no sea gratuito discriminar a alguien por su origen étnico u orientación sexual. La segunda es que se luche contra el antigitanismo; siempre decimos que es un nuevo término para un viejo conocido.

—¿Cómo se combaten esas discriminaciones?

Suceden por acción u omisión. Pongo un ejemplo de la televisión más cercana que tenemos: en TV3 no ves un personaje gitano en ninguna serie, en ninguna noticia. Me gustaría que fuera más inclusiva con todo lo que hemos aportado a la cultura catalana, empezando por la lengua. Cuando dices chaval utilizas una palabra gitana que significa joven. Lo mismo en las instituciones, sería un avance ver a un representante gitano, después de 40 años de parlamentarismo catalán.