Humedales. El agua no es solamente la absoluta protagonista de estos ecosistemas hídricos y el elemento distintivo y común a todos ellos. Les otorga la vida y su escasez les priva de ella. Su desaparición sería una pérdida irreparable ya que su existencia, como la de cualquier hábitat natural, resulta fundamental en el equilibrio del medio ambiente y para la supervivencia de todas las especies, incluida la nuestra.
Estos delicados espacios, permanente o temporalmente inundados, son el resultado de la interacción del agua dulce o salada en los suelos de un determinado territorio. Su origen resulta tan variado como caprichosa se muestra la naturaleza, aunque también pueden ser fruto de la interacción humana. Ríos, mares, lluvias o aguas subterráneas, las características de los suelos, el régimen hidrológico, así como la fauna y flora o el clima, determinan el tipo de humedal. La combinación de todas estas peculiaridades configuran paisajes muy diversos: marismas, complejos lagunares, deltas, estuarios, albuferas, manglares, canales, turberas, áreas pantanosas, islas o penínsulas. Lamentablemente su uso y explotación abusiva, los vertidos contaminantes o el cambio climático son algunas de las causas que aceleran de manera alarmante su deterioro.
España cuenta con cientos de humedales, de todos ellos 75 (según los datos de 2019) están adscritos al Convenio de Ramsar, un tratado intergubernamental de carácter internacional encargado de promover la conservación y el uso racional de los humedales. Además acredita y certifica aquellos que, por sus características, se consideran de gran relevancia internacional para la conservación de la biodiversidad mundial.
Cataluña aporta cuatro espacios a este imprescindible pero sensible catálogo. Veamos cuáles y qué les hace tan especiales.
Parque natural del Delta del Ebro
Con una superficie de 320 km2, el Parque Natural del Delta del Ebro (Reserva de la Biosfera y Zona de Especial Protección para Aves) es la mayor zona húmeda de Cataluña, la segunda en importancia en todo el territorio español después de Doñana y una de las más importantes del Mediterráneo occidental.
Tras atravesar, desde su nacimiento en Cantabria, gran parte de la península Ibérica el río Ebro, una de las grandes arterias fluviales de nuestro país, desemboca en el Mediterráneo. Del encuentro de sus aguas resulta un espectacular paisaje de infinitas playas arenosas, dunas, islas fluviales, lagunas, canales y penínsulas.
Enclavado entre las comarcas del Montsià y del Baix Ebre, la subsistencia del delta se ha visto históricamente amenazada a causa del abusivo aprovechamiento de sus recursos, también por estar extremadamente humanizado, las malas políticas de gestión del agua y el cambio climático hacen el resto. Desde que en 1983 se le catalogó como parque natural se le confirió un alto grado de protección. El tiempo dirá si este amparo resulta suficiente para la supervivencia de su delicada armonía y la de los seres que lo habitan, concretamente para las numerosas especies de aves, muchas de ellas protegidas.
Parque natural dels Aiguamolls de l'Empordà
El encuentro de los ríos Muga y Fluvià sucede justo aquí, en el corazón de la Costa Brava. Esta circunstancia provoca la formación de prados inundables y lagunas salobres litorales conocidas como llaunas. El espectáculo se completa con anchas y extensas playas ancladas a unas aguas marinas de escasa profundidad. Un auténtico imán para los turistas, sobre todo durante los meses de verano.
Con sus 4.722 hectáreas, y una variedad de ecosistemas bien diferenciados, este paraíso natural es el segundo humedal más importante en Cataluña. Parte de su extensa superficie está considerada como reserva natural integral estrictamente protegida. Una variada fauna habita este singular espacio. Más de 300 especies de aves de las cuales 82 nidifican de manera regular: pato real, carricero común, somormujo pequeño, garza imperial, aguilucho lagunero o el martín pescador son algunas de ellas.
Lago de Banyoles
El estany de Banyoles presume de ser el lago más grande de toda la comunidad autónoma y junto a su cuenca lacustre está considerado como el conjunto cárstico más extenso del país. Un lugar único de gran valor paisajístico, geológico y cultural perfecto para desconectar. Diversos itinerarios recorren este privilegiado enclave turístico.
Podemos, por ejemplo, pasear por su perímetro admirando su belleza desde los miradores o descubrir las históricas pesqueras, unas pequeñas construcciones de mediados del XIX y las primeras décadas de principios del XX que en origen servían para guardar los aparejos de pesca. Acercarnos hasta las lagunas de Nou y del Villar o a las de Can Morgat y ascender al Puig Clarà atravesando un paisaje de pinar mediterráneo. También podemos adentrarnos en los humedales de la Puda y Les Estunes, donde habita la cigüeña blanca y, según cuenta la leyenda, las hadas del lago, conocidas como aloges.
Las características especiales del lago y sus alrededores son, desde 1992, integrantes del Plan de Espacios de Interés Natural de la Generalitat de Cataluña. Pertenece además a la Red Natura, garante de la conservación de la flora y fauna de estos valiosos medios naturales.
Aigüestortes y Lago de Sant Maurici
Ubicado entre la Val d’Aran, l’Alta Ribagorça y el Pallars Sobirà, cuenta con una superficie de 14.119 hectáreas. Un espléndido ecosistema de alta montaña que constituye una majestuosa muestra de la acción de los glaciares del periodo Cuaternario.
Cuatro picos que superan los 3.000 metros, profundos y verdes valles, extensos y frondosos bosques de hayas, pino negro, abedules y abetos, circos glaciares, manantiales, cascadas, meandros, ríos y más de 200 lagos esculpen este espectacular paisaje.
El lago de Sant Maurici, el gran circo glaciar de Colomers (la mayor concentración de lagos del Pirineo) o el Planell d’Aigüestortes son solo algunos de los hermosos escenarios que merece la pena visitar en este paraíso pirenaico.