Los espacios cerrados y mal ventilados son uno de los principales focos de contagio del Covid-19. Esto se debe a la dispersión del virus a través de los aerosoles, es decir, a las pequeñas gotas que se expulsan al hablar o respirar y que quedan suspendidas en el aire. En este contexto, los purificadores de aire con filtros HEPA han generado mucha expectación debido a su recomendación por parte del CSIC como una alternativa válida para mitigar esa falta de renovación del aire. 

Los expertos señalan que estos dispositivos pueden ser de ayuda, pero advierten de que no deben considerarse como la solución definitiva y que, en ningún caso, deben sustituir a la ventilación natural a través de la apertura de puertas y ventanas. “Me preocupa que la gente piense que por poner una especie de pequeño pingüino con un filtro HEPA en un rincón del salón tiene la casa libre de Covid-19”, asegura Víctor Jiménez, catedrático de Microbiología de la Universidad Complutense de Madrid. 

¿Cómo funcionan estos populares filtros?

Los purificadores con filtros HEPA son aparatos portátiles. “Están diseñados con un material poroso que permite el paso del aire, pero que retiene cualquier partícula, lo que incluye la mayor parte de los aerosoles”, explica Jiménez. De hecho, el CSIC recomienda, dentro de esta categoría, los filtros HEPA H13 o superiores, que tienen una eficiencia de más del 99,95 %. Además, al comprar un dispositivo de este tipo es importante que cumpla con la norma UNE1822, una característica que no se encuentra en buena parte de los dispositivos que se venden por internet.  

Otro punto a tener en cuenta es que, a la hora de colocarlos en el salón, es necesario estudiar antes el espacio, así como otros factores que varían de un hogar a otro. Pese a ello, la recomendación general que hace José Antonio López, profesor de Microbiología y director del Laboratorio de Neurovirología de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), es que estos aparatos apunten del techo hacia el suelo para evitar que dentro de la sala se generen movimientos horizontales de aire. Además, es mejor que se ubiquen en el centro de la estancia. 

Ventilación natural, la mejor opción  

Estos purificadores pueden ayudar a evitar la acumulación de aerosoles, pero, aún así, los expertos coinciden en que la mejor opción es abrir las ventanas y puertas para generar corrientes y favorecer la renovación del aire. “La mayoría de los hogares se puede ventilar de una forma fácil. Otra cosa es que con el frío se tema tener las ventanas abiertas. Sin embargo, ventilar unos minutos cada hora impide que se acumulen aerosoles, sobre todo cuando la habitación ha estado ocupada por más de dos personas”, subraya Jiménez.

Con todo, una opción para saber si el aire está viciado son los medidores de CO2. Según López, de la UAM, el precio de estos aparatos “no es prohibitivo” y pueden emplearse para evaluar las necesidades de ventilación. “Si estamos por encima de las 800 o 1.000 partes por millón (PPM) de CO2 puede significar que ese aire está un poco viciado y que hay poca renovación del mismo”, asevera. En ese sentido, cuanto más cargado esté el ambiente, mayor será el riesgo de contagio. 

Ionizadores, ozonizadores y luz ultravioleta

Los filtros HEPA no son las únicas alternativas que han ganado peso con el avance de la pandemia. Los sistemas de ionización, ozonización y desinfección a través de luz ultravioleta también se han usado con el fin de limpiar espacios. No obstante, otra vez  más, los microbiólogos vuelven a coincidir: no son estrategias que se puedan aplicar en el hogar. De hecho, advierten de que los productos de este tipo que se anuncian en plataformas de comercio electrónico carecen de sentido como una alternativa para particulares.

Para Jiménez, la ozonización “tiene muchos detractores” y “es un proceso caro que puede ser peligroso porque no es un producto inocuo”. Mientras, López se muestra mucho más tajante: “Los ionizadores, ozonizadores y la luz ultravioleta no son adecuados. Son ineficaces y muchas veces son timos, sobre todo los que se venden en internet. Si realmente fueran luces homologadas serían altamente perjudiciales para la salud”, concluye.