La Fundación Assís, que acoge a personas sin techo, ha atendido a un 77% más de mujeres en el tercer trimestre de este año que en el mismo periodo del año anterior. La entidad alerta de que muchas personas, especialmente mujeres, se han quedado en la calle por situaciones de vulnerabilidad surgidas antes de la pandemia, pero que con la crisis se han intensificado.
Ante esta situación, Assís ha abierto 15 plazas adicionales de vivienda para mujeres en lo que va de año. La fundación, que cuenta con un centro específico para mujeres, también ha hecho un llamamiento a la población y a las administraciones a que detecten las situaciones de violencia que afectan a las mujeres sin hogar.
Más precariedad
No es la única entidad que ha notado un incremento en la cantidad de personas que necesitan ayuda. “Hemos hecho una atención diferente en gente que no ha cobrado el ERTE, que no ha cobrado el paro… que no había estado nunca en la calle antes de la pandemia”, explica Carla Ramos, educadora del centro abierto de Arrels.
Esta fundación ha tenido que atender un mayor número de visitas, hombres y mujeres, en los últimos meses. ¿Quiénes son? “Gente sobre todo que está precarizada a nivel económico, que aguantaban pero no pueden asumir estar meses sin ingresos”, detalla Ramos.
Negocios cerrados
El cierre de algunos comercios también se evidencia en la asistencia: “Nos encontramos gente de la hostelería, de la seguridad privada… No están cobrando y se encuentran en situación de calle”, señala la educadora.
Según la entidad, los servicios sociales ya están “saturadísimos”, y en una situación en la que hay mucha más necesidad, también hay menos capacidad de atención por las medidas derivadas del coronavirus. Y es que el centro de Arrels está funcionando con menos de la mitad de sus plazas habituales para poder garantizar que se cumple la distancia de seguridad. Incluso acceder a algo tan simple como un lavabo se ha convertido ahora en “prioritario”.
Mujeres en riesgo
Los trabajadores y voluntarios de Arrels han constatado que hay menos mujeres en la calle porque normalmente se buscan la vida de otras formas antes de llegar a esta situación. Pero cuando una mujer llega a la calle, lo hace en peores condiciones: de salud mental, de consumo de drogas y con una doble indefensión.
“Dentro del sinhogarismo femenino hay una gran capa invisibilizadora: todas las mujeres que han sufrido violencias, muy vulnerables, y que cuando llegan a la calle han pasado experiencias de vida traumáticas”, apunta Ramos. Se calcula que más del 70% de estas mujeres han sufrido algún tipo de violencia. Y si hablamos de violencia sexual, “la calle es muy peligrosa”.