Playas en el Caribe / EP

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Vida

La estrategia del Caribe: un modelo a seguir para la recuperación turística

El Covid-19 ha enfrentado la salud pública con los intereses económicos en la mayoría de países, especialmente en los que dependen casi por completo del turismo

16 noviembre, 2020 00:00

La pandemia de Covid-19 ha enfrentado la salud pública con los intereses económicos en la mayoría de países. Esta fricción es especialmente dura en aquellas regiones que dependen casi por completo del turismo para generar ingresos y proporcionar empleos. Este sector representa entre el 30% y el 50% del producto interno bruto de países como Bahamas, Barbados y Jamaica, de acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Según la Organización de Turismo del Caribe, emplea a aproximadamente 2,5 millones de personas y supone un 30% de la economía regional. En esta línea, el ministro de Turismo de Jamaica, Edmund Bartlett, ya señaló al inicio de la pandemia que de los 20 países pequeños más dependientes del turismo en el mundo, 13 están en el Caribe, destacando entre ellos las Islas Vírgenes.

Tal vez por eso no es de extrañar que muchos de estos países decidieran tomar medidas contra el coronavirus mucho antes que las regiones continentales. En Puerto Rico, por ejemplo, se cerró la isla el 15 de marzo. La gobernadora, Wanda Vázquez, decretó el toque de queda --así como una orden de permanecer todo el día en casa y el cierres de negocios-- solo dos días después de que se reportara el primer caso en la isla. Ahora, estos países se están centrando en cómo integrar nuevos protocolos de salud en los viajes para permitir que el turismo se reanude cuando las restricciones disminuyan gradualmente con el menor riesgo posible. 

Actitud preventiva

La biomédica especializada en salud pública e investigadora de ISGlobal Marta Ribes es una de las personas que asesoran a dichos países en su reapertura de fronteras. A su parecer, la diferencia fundamental entre la manera de actuar de Europa y el Caribe es la actitud ante la importación de casos. “En España las actitudes son reactivas, mientras que en el Caribe ha predominado la actitud preventiva”. En palabras de Ribes, “su economía es muy frágil, no se pueden arriesgar”.

Una buena medida inicial hubiera sido establecer un límite máximo de casos que, una vez alcanzado, sirviera como alarma para instaurar nuevas restricciones. “Creo que sería una buena estrategia de comunicación de salud pública”, concreta Ribes. Según explica, si la población tuviera claro hasta dónde pueden llegar si no quiere enfrentarse a ciertas medidas, tal vez el cumplimiento de las normas y la responsabilidad colectiva hubiese sido mayor. 

Cuarentena y PCR

La cuarentena de 14 días es la más recomendada por los expertos para asegurar la desaparición total de la carga vírica. No obstante, si se habla de turismo, un aislamiento de dos semanas puede no ser lo ideal. “Nadie quiere poner una cuarentena tan larga porque muy pocos turistas están dispuestos a hacerlo”, explica Ribes. Es por eso que muchos estados optaron por un sistema mixto, como Islandia. Cuando se abrió al turismo, el país obligaba a realizarse una PCR al aterrizar, pero si el turista se negaba, podía optar por recluirse durante dos semanas. 

Pese a la implementación de estas medidas, el país nórdico experimentó un incremento de casos, así que pasó a imponer una PCR negativa --realizada en el país de origen con menos de 48 horas de antelación-- como requisito indispensable para entrar en el país. Este filtro parece, en principio, más eficaz, pues no dejas que los contagiados pongan un pie en tu país. No obstante, Ribes puntualiza que “solo es un primer filtro” y advierte de que una persona puede contagiarse “nada más salir de hacerse la prueba o en el mismo avión”. “En ese tiempo no desarrollará síntomas ni dará positivo en la prueba que le realicen al llegar”. Según explica la biomédica, es a partir del quinto día de contagio cuando la posibilidad de dar positivo “se dispara”. Antes de esa fecha pueden aparecer numerosos falsos negativos

Islas Vírgenes

Este es el método adoptado por las Islas Vírgenes, territorio estadounidense que, ante el más que probable desembarco de visitantes contagiados, pidió ayuda para organizar su reapertura al turismo, prevista para el próximo diciembre. Los viajeros deberán presentar una PCR negativa al llegar a sus aeropuertos, aunque estarán igualmente obligados a permanecer cinco días en cuarentena.

El lugar donde se lleve a cabo el confinamiento deberá ser una “propiedad aprobada por el Gobierno”. Una vez superado con éxito --con PCR negativa incluida--, el turista tendrá que pagar por una aplicación móvil y una pulsera que le monitorizarán geográficamente durante toda su estancia, para poder controlar mejor los contactos

Dominica

En la isla de Dominica las fronteras internacionales se reabrieron en agosto. Su estrategia pasó por dividir a los países por áreas de riesgo. Los de riesgo elevado debían permanecer cinco días en cuarentena en un centro de aislamiento antes de someterse a una prueba, mientras que los de riesgo medio solo tenían que pasar un test al llegar. Los viajeros de países con riesgo bajo tenían la entrada libre.

En septiembre detectaron algún caso suelto entre los turistas, pero en octubre se desató un brote destacado. “Solo fueron 21 positivos, pero hay que pensar que antes de abrir el país habían tenido 30 casos en toda la pandemia”, relata Ribes. Ante esta nueva situación, las autoridades pusieron en marcha un programa de tests aleatorios por diferentes poblaciones de la isla. “Hacían los cribados al azar y sin avisar para detectar el mayor número de asintomáticos posibles. Finalmente encontraron 150 casos”, explica la biomédica.

¿Es suficiente?

Nada es suficiente frente a una pandemia mundial. Cuantos más impedimentos se pongan al virus, más difícil tendrá este traspasar las fronteras. En esta línea, Ribes recuerda la importancia de otras medidas preventivas como los rastreadores, el fomento de un “turismo burbuja” entre regiones cercanas o la creación de un esquema que contemple diferentes protocolos dependiendo de la situación epidemiológica del país de origen. 

Los recursos de los que un país dispone juegan un papel importante en esto. “Si no tienes dinero para implementar todo el sistema de testeo masivo puedes optar por el modelo más básico: que toda persona que entre en el país haga una cuarentena de 14 días. Tras ese periodo, las transmisiones son muy poco probables, aunque el contagiado sea asintomático”, señala Ribes. En otras palabras, siempre hay una opción, y es mejor optar por lo básico que no hacer nada.

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