"Al fin me siento libre". Así se expresa Alejandro Moreno, un joven barcelonés absuelto por un juzgado de Alcalá de Henares (Madrid) de los delitos de acoso y distribución de pornografía infantil. Pese a que la sentencia llega con nueve años de retraso, el beneficiado responde a las preguntas de Crónica Global con espíritu resuelto y optimista. "Ha sido un alivio lo que me he quitado de encima. Durante estos años no he dejado de estar preocupado en ningún momento", indica.
En 2009, este joven empezó a ser víctima de una suplantación de identidad digital de la cual se enteró gracias al aviso de otras personas. "Sobre ese año empecé a recibir mensajes de chicos y chicas que decían que hablaban conmigo. Yo no entendía nada", explica. La situación se agravó cuando los Mossos d'Esquadra acudieron un año más tarde al domicilio familiar para investigar su ordenador. La policía aparcó el caso por falta de indicios, pero la investigación se reactivó con la denuncia de una menor de edad.
La fiscalía pidió seis años de cárcel
En 2011, esta chica acusó a Alejandro de divulgar contenidos íntimos a través de sus perfiles en Tuenti y Messenger. Redes que habían sido usurpadas por el verdadero pedófilo, que aprovechó la relativa fama del chico --por aquel entonces, el joven trabajaba como modelo y sus fotos circulaban con cierta asiduidad-- para hacerse pasar por él tal y como se ha demostrado en los juzgados.
A raíz de esta denuncia, el horizonte judicial de Alejandro empezó a adquirir visos preocupantes. En 2015, la fiscalía pidió para él seis años y medio de cárcel por acosar y chantajear presuntamente a esta chica con la revelación de imágenes comprometedoras de carácter sexual. De nada sirvieron las pruebas aportadas por su abogada Carme Herranz, miembro del Col·lectiu Ronda. El ministerio público mantuvo hasta la vista oral su postura acerca de la culpabilidad del joven pese a las evidencias a favor de la inocencia de Alejandro, tal y como indican sus defensores.
Absolución total
Finalmente, el caso se ha resuelto de forma favorable para el joven. La sentencia no deja lugar a dudas. "[El investigado] ha aportado prueba acreditativa de su nula relación con los hechos y su más que probable condición de perjudicado en un posible delito de usurpación de estado civil, venciendo de forma exponencial la escasez y tibieza de indicios en su contra", concluye el tribunal. De hecho, él y su defensa han planteado una denuncia contra un hombre que creen que podría estar detrás de la suplantación de sus cuentas en redes sociales.
Durante todo este tiempo, Alejandro ha afrontado con entereza esta losa: "Siempre lo he comentado con las personas con las que tengo confianza. No me he escondido. Pero han sido años y años en los recibía directamente mensajes de personas que me alertaban de que alguien se hacía pasar por mí". ¿Tuvo consecuencias para su vida privada? "Hubo ocasiones en que salía de fiesta e intentaron agredirme porque me acusaban de hablar con chicas".
El lado oscuro de Internet
Tras este vía crucis, Alejandro confiesa que todos "somos muy vulnerables en las redes sociales" y lanza un mensaje de alerta a la sociedad: "Es muy importante saber siempre con quién hablamos. Yo por pura precaución nunca he hecho webcam con nadie de forma privada. De todos modos, no soy de hacer estas cosas".
Su letrada comparte esta sensación: "La mayoría de nosotros vivimos inmersos en la esfera digital, proyectando y vertiendo en ella gran cantidad de información personal de forma constante, a menudo sin ser ni siquiera conscientes". "El acoso en las redes y la suplantación de identidades son una realidad tristemente cotidiana frente a la cual, por desgracia, no siempre adoptamos las medidas de precaución y vigilancia que serían convenientes", continúa. Y sentencia: "Son delitos virtuales, pero sus consecuencias no lo son".