La ventilación es una de las claves a la hora de prevenir los contagios de Covid-19 en espacios cerrados. Y este hecho cobra mayor importancia una vez se ha demostrado la capacidad de trasmisión de las pequeñas gotas que quedan en suspensión en el aire cuando hablamos y respiramos, los llamados aerosoles. En este contexto, desde el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) se ha recomendado a los usuarios del transporte público que se abstengan de hablar durante el trayecto.

En el transcurso de su intervención en el programa Via Lliure de RAC1, María Cruz Minguillón, investigadora en aerosoles atmosféricos del CSIC, afirmó que “callados y con la mascarilla bien puesta, el riesgo baja muchísimo”. La recomendación incluye que se evite hablar por teléfono. “Si hablo por el móvil, y hablo alto porque hay ruido en el metro, se emiten 50 veces más aerosoles. […] Sería ideal que en el metro indicara ‘Silencio siempre’”, añadió.

 

 

María Cruz habla de la ventilación y los aerosoles en una videoconferencia / ZOOM

El problema de la renovación del aire

La petición de permanecer callados surge a raíz de la imposibilidad de mantener una correcta ventilación del transporte público. Existe la opción de airear un autobús abriendo las ventanas, pero en horas punta la acumulación de personas es muy elevada. Esta situación se acentúa mucho más en el transporte suburbano, en que las vías de aireación se limitan a la apertura de las puertas cuando alguien entra o sale.

Todo ello, en un contexto en el que las imágenes de vagones a rebosar y de andenes llenos de gente esperando para subir al tren han corrido como la pólvora en los últimos meses. Con el mismo objetivo de evitar el contagio en espacios cerrados, el Govern indicó la necesidad de abrir las ventanas de los colegios, a la espera de que se decida si se compran máquinas renovadoras de aire.

Personas viajando en metro / WIKIMEDIA

La transmisibilidad de los aerosoles

En el documento aprobado el pasado 22 de octubre en el Consejo Interterritorial de Salud entre el Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas, la inhalación por aerosoles se sitúa por primera vez al mismo nivel que los demás tipos de contagio. “La mayoría de las infecciones se producen principalmente por contacto cercano y exposiciones prolongadas a las gotas respiratorias que contienen el virus, así como por la inhalación de aerosoles con partículas virales en suspensión y el contacto directo o indirecto con secreciones respiratorias infectadas”.

Un conductor de bus protegido con una mascarilla / PIXNIO

En la misma línea, en una carta publicada en la revista Science el pasado 5 de octubre, se habla de que “existe una evidencia abrumadora de que la inhalación de SARS-CoV-2 representa una ruta de transmisión importante para el Covid-19”.

La dificultad de hacer callar a los españoles

Si algo caracteriza en general a los españoles es la gran elocuencia y entusiasmo que tienen al hablar, también con gente que acaban de conocer. Al viajar en transporte público siempre hay alguien que habla alto por teléfono, o que prácticamente está gritando al oído de quien tiene al lado. Los españoles son habladores, y hablan potente. “Me parecería un poco excesivo que ya nos quiten de lo poco que nos queda, que es la capacidad de expresarnos. Si voy con alguien que conozco en el metro, hablo, no lo puedo evitar, sería muy triste. Otra cosa es que nos pidan hablar más suave”, afirma Marisa, en su trayecto en el L7, en dirección a plaza Catalunya.

Asientos de un bus con carteles prohibiendo su uso debido a la Covid 19 / WIKIMEDIA

Otros ciudadanos aceptarían que se prohibiera hablar en el transporte público “si de verdad sirve para frenar los contagios”. “[En ese caso] me parece perfecto”, asegura Isaac, “pero antes de todo, harían bien en poner revisores que supervisen que todos los usuarios llevan bien puesta la mascarilla, o mirar que la gente no lleve mascarillas más viejas que la Tierra”.

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