Una cuarta parte de los inmigrantes que han recalado en tierras catalanas desde países latinoamericanos no se conforma con ganarse la vida, sino que inicia su propia aventura empresarial para labrarse un futuro mejor.

Ecuatorianos y colombianos destacan muy por encima del resto de inmigrantes que llegan a Cataluña y que se deciden a montar su propio negocio. La comunidad brasileña y la peruana son las que les siguen de cerca en el ranking de extranjeros con vocación empresarial.

Las cifras en toda España

En Cataluña incluso se registran más casos que en Madrid o Andalucía, según los datos generales que manejan en el Centro de Ayuda Cristiano. Se trata de una iglesia evangélica constituida en España en 1993 y que en la actualidad congrega a unas 4.000 personas, la inmensa mayoría de ellas de origen latinoamericano, con 25 sedes en España, dos de ellas en Cataluña.

Su informe indica que en el global del territorio nacional son los argentinos, dominicanos, colombianos, ecuatorianos y venezolanos los que marchan en cabeza a la hora de acometer un negocio propio.

"Trabajadores y ahorradores"

“El inmigrante tiene un gran espíritu de superación. La crisis ya la conocían antes de llegar a Cataluña, pero aquí es donde ven una oportunidad de superar todas las adversidades que se encuentran en el camino”, explica a Crónica Global el pastor Alberto Díaz, portavoz en España del Centro de Ayuda Cristiano. “Son trabajadores y ahorradores”, insiste, en un intento de contrarrestar el estereotipo que recae sobre estos inmigrantes.

Cuando llegan, la inmensa mayoría suele trabajar sin papeles en empleos muy precarios para poder mantenerse. No importa el sector: servicio doméstico, ayuda a personas mayores, camareros o chóferes. Pero luego muchos de ellos no dudan en ponerse a estudiar por las noches y los fines de semana para sacarse estudios universitarios y en un tiempo logran pasar a otra categoría socioprofesional mucho mejor valorada y remunerada. Casos de latinos comerciantes, abogados, publicistas, cocineros o cantantes que triunfan no son extraños en España. “Si tienen que hacer cursos de preparación, los hacen; son dinámicos”, añade el pastor evangélico.

Sacrificio

No son pocos los casos de extranjeros procedentes del cono sur americano que se informan adecuadamente de cómo obtener un crédito bancario, porque entre un 20% y un 25% de ellos no se conforman con ser empleados por cuenta ajena, sino que se empeñan y consiguen convertirse en trabajadores autónomos. Incluso adquieren negocios que no funcionaban y que tratan de levantar. “Eso sí, con mucho sacrificio”, reconoce Alberto Díaz.

Lógicamente, pasar de las dificultades iniciales a la bonanza económica y social no es algo que se produzca de la noche a la mañana. Al llegar, “nosotros les procuramos alimentos, les proporcionamos asistencia social, incluso les colocamos en empleos precarios para que al menos puedan subsistir”, explica.

Los casos de Eduin y María

Eduin Flavio Vargas es peruano y llegó a Barcelona endeudado y sin papeles. En pocos años ha creado con éxito Vargoert, una empresa de transformación de polímeros para la industria en Barberà del Vallès. Entre sus clientes figuran varias multinacionales, como Simón Lighting, Ros Roca, Emka Beschlagteile y Greif. Su empresa factura alrededor de 370.000 euros anuales y está aguantando bien la crisis provocada por el Covid-19. Pudo identificar las claves para emprender su negocio en las charlas de asesoramiento económico del Centro de Ayuda Cristiano.

Eduin en su empresa de transformación de polímeros / CG

También es reseñable el caso de la ecuatoriana María Myriam Toapanta, que llegó a Cataluña con lo puesto y que ha abierto un establecimiento de barrio de venta de frutas y hortalizas, Benvingut a l’Hort, en Sant Cugat del Vallès. Gracias a dos microcréditos por un total de 43.000 euros de Caixabank y BBVA, y después de seguir tres cursos de formación en marketing, actividades de venta y manipulación de alimentos, ha podido desarrollar su comercio, que factura unos 160.000 euros anuales.

La pandemia, como es lógico, también ha afectado con dureza a los extranjeros que residen en Cataluña. Antes de la aparición del Covid-19, más de 1.000 familias necesitaban de la ayuda del centro, que mantiene una estrecha colaboración con la Cruz Roja y con el Banco de Alimentos. Ahora, el número se ha multiplicado por cuatro o cinco. Hay más inmigrantes en situación de riesgo a causa de las consecuencias psicológicas que está causando estragos. “Incluso nos está contactando gente del país con problemas de depresión”, lamenta Alberto Díaz, que aun así no pierde el ánimo: “Hay que mandar a la sociedad un mensaje de optimismo, de que todos superaremos los momentos actuales”.