Colas y aglomeraciones frente a las puertas de algunos colegios catalanes anunciaron este lunes el comienzo del curso escolar. No se dieron en todos los barrios por igual. El Institut Escola de La Mina, en Sant Adrià de Besòs, apenas recibió al 20% del total de 600 alumnos matriculados. El motivo: el miedo al contagio por el coronavirus de algunos padres, amplificado, en muchas ocasiones, por los bulos que circulan por redes sociales y grupos de WhatsApp. En este centro la mayoría de los niños y adolescentes forman parte de la comunidad gitana, un colectivo que reclama acompañamiento y sensibilización para acabar con una de las lacras que sufren las familias vulnerables. Piden hacer pedagogía para acabar con esta realidad.
Los contextos de “segregación educativa y desigualdad social” en que viven, tal y como relata Miguel Jiménez, educador de la Fundación Secretariado Gitano, tampoco ayudan. Esta es otra de las realidades que se respira en el centro catalán. “Si un padre ve que el resto lleva a sus hijos a clase, podrán vencer sus miedos, pero si nadie lo hace, se produce un efecto llamada”, explica a Crónica Global. La organización demanda a las administraciones los recursos necesarios para que las familias puedan disipar sus temores y ganar así “seguridad y confianza” en los centros educativos en plena pandemia.
Erradicar el absentismo
A pesar de que la fundación ha intentado aclarar dudas a muchas familias, y que los propios colegios han organizado sesiones informativas para explicar los protocolos de prevención frente al Covid-19, Jiménez afirma que ha sido insuficiente. “Esperan a que pase esta semana y ver qué pasa", relata sobre las familias que han dejado a los pequeños en casa. Con todo, mira con optimismo las próximas jornadas. "A partir de ahí, si todo se desarrolla con normalidad, creo que la asistencia irá creciendo”, ha apuntado. En la misma línea se expresa la directora del centro de La Mina, Marta del Campo. Asegura que a partir del martes han acudido más escolares.
Desde Secretariado Gitano lamentan que esta situación es consecuencia de una problemática recurrente. “Pobreza y brecha digital y de género, problemas que ahora se ven agravados”, afirma Jiménez. Explica que en los próximos días enviarán a las administraciones competentes una lista con reclamaciones para fomentar la asistencia a clase en el barrio. La fundación exige, ante todo, garantizar la seguridad en las escuelas. “Eso conlleva un compromiso económico, porque lo idóneo es que las clases sean presenciales”, subraya. Y es que el grueso de los alumnos no pueden seguir las clases online por falta de recursos.
Información y seguimiento
Solo se generará confianza entre las familias, indican desde la fundación, si se les proporciona “información constante y actualizada, y, obviamente, una comunicación cercana y próxima, sobre todo, durante las primeras semanas de clase”, por parte de las direcciones de los centros. “También es necesario explicarles que la escolarización es obligatoria, pero más allá de amenazar con medidas punitivas, que generan más temor; incidir en su importancia”, alega Jiménez. De hecho, apunta a que se debería hacer frente a esta necesidad de forma continuada.
Durante este curso, la comunidad gitana también reclama reforzar la atención y el apoyo a todos aquellos alumnos de entornos vulnerables que durante el confinamiento --por las citada brecha digital-- no han podido seguir las clases. “Sobre todo, sensibilizar, dar confianza y seguridad a las familias para que dejen a los niños en los centros”, sentencia Jiménez.