Cada año se presencia una triste historia al llegar los meses de verano. Aquellos que han sido los compañeros más fieles durante los meses de invierno son abandonados en carreteras, pueblos y campos. Ante la imposibilidad de llevarlos de vacaciones o encontrar a alguien que pueda cuidarlos durante su ausencia, algunos dueños deciden abandonar a sus mascotas, un acto que es el más fiel reflejo del egoísmo del ser humano. Por eso, la labor de las protectoras de animales aumenta cada año con la llegada del mes de agosto.
¿Cómo se puede ayudar a título individual? Una buena opción que se pide desde las protectoras de animales es convertirse en casa de acogida. Hay que tener claro que serlo no es adoptar, si no que se ofrece un hogar temporal a los animales necesitados, hasta que puedan llegar hasta sus nuevos dueños. Este paso intermedio es imprescindible tanto para aliviar la carga de trabajo y la carga económica de las protectoras como para mejorar el estado anímico de los animales.
¿En qué consiste?
Cuando un hogar se convierte en casa de acogida, lo que se está ofreciendo es un hogar temporal al animal o animales que han sido abandonados. Es decir, es el paso intermedio entre estar en un albergue o una protectora y llegar hasta el lugar de adopción. La casa de acogida se encargará de ofrecer buenas condiciones al animal, curarle en caso de que tenga algún tipo de problema surgido a raíz del abandono por parte de sus anteriores dueños y convertirlo en un animal sano y feliz, listo para ser adoptado.
Que un animal pase por una casa de acogida en lugar de permanecer en la calle o en una protectora puede salvarle la vida. Los cuidados que una persona puede proporcionar a un animal, en un hogar, son indispensables, especialmente en el caso de los animales más desfavorecidos. No solo ayudan a nivel físico, también en el psicológico. Cuando una mascota es abandonada, puede sufrir un rechazo a las personas y estar en el seno de una familia que le cuide puede ayudarle a superar ese trauma.
Requisitos para ser casa de acogida
¿Cualquiera puede ser casa de acogida? Aunque lo cierto es que el primer punto y el más importante es tener buena voluntad, hay que conocer las capacidades y limitaciones de cada uno para valorar si es posible convertirse en casa de acogida o si es mejor ayudar a los animales de otra manera. Además de las ganas de querer hacerlo, es necesario tener un mínimo de conocimientos, en función del tipo de animal que se quiera acoger. No es lo mismo un perro que un gato, al igual que tampoco es lo mismo un recién nacido que un adulto.
Si, por ejemplo, se acoge a un cachorro, hay que aprender a dar biberones, estar dispuesto a despertarse por la noche cuando le toquen las tomas, etc. En el caso de los adultos, necesitan interacción humana, salir a pasear para hacer ejercicio… Se debe ofrecer un buen entorno al animal y predisposición para que su cuidado pase a ser una prioridad. Los gastos económicos, normalmente, corren a cargo de la asociación o protectora que haya hecho de intermediario. La casa de acogida debe hacer un compromiso temporal para cuidar al animal hasta que tenga un hogar definitivo.
Ventajas
La mayor ventaja es la satisfacción personal que se logra al salvar a un animal de una posible muerte y darle la opción de tener una vida mejor. Además, al tener un carácter temporal, es sin duda un gran punto a favor para aquellos que quieran disfrutar de un animal sin el compromiso de ser su hogar definitivo. Es cierto que se puede crear vínculo y encariñarse con él hasta el punto de no querer desprenderse de él; en ese caso, las asociaciones y protectoras suelen dar prioridad para la adopción a quien ha sido su casa de acogida.
Para el animal, pasar por una casa de acogida tiene muchas ventajas. Si tiene problemas de salud, podrá curarse en un entorno tranquilo y recibir todo el cariño y las atenciones que hasta ahora no le han brindado, lo que favorece también su buena salud psicológica.