Suena gracioso, pero fue una leyenda urbana. Nunca se pudo demostrar que los famosos apagones neoyorkinos de 1965, 1977 y 2003, con 30 millones de personas sumidas en la oscuridad durante 13 horas, multiplicaron los nacimientos. Algo parecido ocurrirá con la fertilidad de otros tantos españoles confinados durante tres meses con pocas posibilidades de esparcimiento debido a la pandemia de coronavirus.
Los datos oficiales del INE tardarán un año en salir. Pero las clínicas españolas que practican la interrupción voluntaria del embarazo (IVE), privadas en su mayoría, están detectando un descenso del número de abortos del 40% con respecto a junio, julio y agosto del año pasado.
Menos gestantes
Los especialistas en la materia consideran que este dato refleja una menor actividad sexual, tanto en los embarazos indeseados como en los deseados, que suelen ser casi cuatro veces más numerosos, según datos del Ministerio de Sanidad.
Los servicios de obstetricia de varios hospitales españoles están notando un considerable descenso de gestantes de menos de 20 semanas. Este es el periodo máximo legal para interrumpirlos quirúrgicamente, con un coste medio abonado por la Seguridad Social de 450 euros, y una espera aproximada de siete días, según datos del Instituto de la Mujer.
El Severo Ochoa de Leganés (Madrid), uno de los pocos hospitales de la red pública que práctica abortos, cifra la caída de embarazos voluntarios e involuntarios en este periodo entre un 25% y un 30%.
Apagones intranscendentes
El profesor estadounidense Philip Morgan, de la Universidad de Duke, demostró con datos estadísticos que en ninguno de los tres históricos apagones se produjo un aumento de nacimientos entre los siete y nueve meses posteriores.
“Una noche aburrida puede disparar el número de encuentros sexuales, pero eso no hace que millones de parejas dejen de usar métodos anticonceptivos”, explicó. Además, la pérdida de electricidad impidió a muchos hombres y mujeres llegar a casa y “cumplir”.
Calentones solitarios
“La cuarentena puede ser un contexto propicio para un calentón ocasional, como demuestra el disparado consumo de contenidos pornográficos y artilugios para el placer solitario. Pero plantearse traer un retoño al mundo es algo más serio”, opina el sociólogo madrileño Santiago Hernández. Según este estudioso de la fertilidad, las familias suelen tener hijos cuando mayor es su estabilidad económica y menor su incertidumbre.
Los terapeutas sexuales coinciden en que para la mayoría de la gente, el estrés, la ansiedad, la depresión y la incertidumbre económica reducen la excitación sexual. Incluso provocan cuadros pasajeros de disfunción eréctil. Son minoría aquellos a los que esta situación de estrés y perturbaciones emocionales les producen una cierta erotización.
Sexo no es natalidad
La sexóloga madrileña Alicia Gómez explica que el sexo con otra persona requiere comunicación, negociación, reciprocidad y trabajo emocional. Certifica que en tiempos donde predominan el miedo y la incertidumbre material se baja la libido y son más propicios a la masturbación con el porno o el autoerotismo.
La experta asegura que las relaciones sexuales ya no explican los hijos: “No creo que no se tengan hijos por falta de comunicación sexual. En estos tiempos, la maternidad y la paternidad son algo totalmente deseado y planificado”.
Batacazo demográfico
Rafael Puyol, catedrático de Geografía Humana de la Universidad Internacional de La Rioja, ha vaticinado que con la crisis económica provocada por la pandemia, con millones de pérdidas de empleos, más que un baby boom se producirá una deflación de la natalidad, un batacazo más a una demografía en caída libre desde hace décadas.
El ex rector de la Universidad Complutense de Madrid recuerda que ya pasó con la crisis de 2008, que vino acompañada de un descenso de nacimientos que se ha prolongado hasta la actualidad. Esa caída no será buena para un país como España, donde la tasa de fecundidad es de 1,23 hijos por mujer, muy lejos de la necesaria para renovar generaciones (2,1).
El año pasado se registraron 359.770 nacimientos en España. Para comprobar los efectos de la pandemia bastará con estar atentos al número de bebés que vendrán al mundo en noviembre y diciembre. Sin esperar al cómputo del INE a finales de 2021.