Los niños sienten curiosidad por la sexualidad, la suya y la que pueden consumir de forma directa o indirecta en este mundo hiperconectado. Y se produce en todas las edades. Negarlo es querer permanecer ciegos y perder una oportunidad de oro para trabajar bien la educación sexual de los hijos. Ahora bien, ¿cómo hablar de sexualidad con mis hijos? ¿A qué edad es adecuado tener “la conversación”?

Partimos del último elemento para incidir en la idea de que las dudas que existen sobre cuestiones como el sexo oral, la sexualidad o placer íntimo se van a generar en todas las etapas. Así pues, en cada una de ellas habrá que adaptar los conocimientos a su capacidad de asimilación, y siempre con naturalidad y transparencia. Sentar esas bases desde las etapas de infantil, genera esa confianza con el menor para que, a medida que crezca, físicamente, y en su sexualidad, pregunte con normalidad a sus referentes (educadores y padres por igual). De hecho, una buena educación sexual tiene una deriva importante: el niño, en las diversas etapas, sabrá identificar con mayor claridad posibles situaciones de abusos sexuales. Eso sí, no olvides que cada niño tiene un nivel de maduración diferente.

La pregunta errónea a la cuestión primordial: no es cuándo sino cómo

La mayoría de los educadores y padres suelen enfatizar las conversaciones en la edad en la que el hijo mantiene sus primeras relaciones sexuales, sean o no coitales.

En realidad, la pregunta adecuada que hay que plantearse es si las relaciones son plenamente libres en ese momento y son conscientes de la responsabilidad y precauciones que han de tomar, tanto a nivel físico como afectivo-sexual.

Consejos para hablar con los hijos sobre sexualidad y relaciones

La sociedad actual cuenta con mecanismos para que los niños no educados sexualmente accedan a este contenido con mayor precocidad que generaciones anteriores. De ahí la importancia de que padres y tutores se involucren desde las primeras etapas en la educación sexual, explicando que el concepto sexualidad va más allá de los genitales o de las relaciones íntimas, que se basan en relaciones afectivas de respeto y atracción por igual. Tanto en chicos como en chicas. En el momento de la pregunta, el niño no debe notar que está incómodo o que se ríe de él, puesto que esta reacción genera una respuesta de regresión y ausencia de confianza. Tampoco es necesario mostrar una actitud excesivamente seria.

Muéstrate honesto, directo, breve, utilizando los términos adecuados, sin imágenes que puedan confundirlo. Cada pregunta es una oportunidad para ahondar en cada elemento del cuerpo y su función en la atracción y el deseo sexual. Sin tapujos, normalizando el tema. Por supuesto, observa con atención sus reacciones y preguntas a lo que estás explicando: ¿lo comprende? ¿Muestra interés? Para saber si se ha satisfecho su curiosidad, es útil preguntarle directamente, una vez terminada la respuesta, si se han resuelto todas las dudas que tenía.

Esa cercanía y trato confiable animará al niño a ser más abierto con quienes pueden mostrarle una educación sexual plena. Y, sobre todo, no eludas los temas más complejos como la homosexualidad, la gestión de las expectativas en la pareja o cómo diferenciar relaciones saludables con tóxicas.

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