El tópico de que los detectives privados se dedican, sobre todo, a cazar a infieles no es del todo cierto. Los profesionales de este sector se empeñan cada vez más en desmontar estos clichés para que se valore como se debería algunos de los encargos más comunes.

Según fuentes del sector, más de 5.000 personas están acreditadas para ejercer este trabajo, aunque se estima que en torno a un tercio de sus profesionales trabajan activamente en ello.

Un oficio muy estereotipado

De los tópicos, muy asociados a cada sector profesional, tampoco se libran los detectives privados: la gabardina, las gafas de sol, el sombrero o la atención casi exclusiva a las infidelidades es el perfil tipo de una profesión con muchos siglos de historia.

No obstante, a juicio de distintos profesionales de este sector, esta imagen no tiene nada que ver con su realidad actual, la de un trabajo que ni con una pandemia de por medio ha mermado su actividad.

Contrataciones durante el confinamiento

Podría pensarse que, durante la etapa de encierro generalizado, para contener la propagación de la pandemia, el trabajo de estos profesionales ha podido verse reducido drásticamente.  No obstante, a pesar haber descendido la contratación de estos servicios, los investigadores han continuado ejerciendo su función, incluso con las restricciones, ya que el Ministerio del Interior aclaró en un escrito que estaba permitida su actividad durante el confinamiento.

Por territorios, los detectives privados de Madrid han sido de los más activos, en parte, por la densidad poblacional y el impacto que ha tenido la pandemia en su ciudadanía. 

A la caza de estafadores

No obstante, estos expertos de la discreción han tenido que adaptarse a esta situación tan excepcional y el menor tránsito de gente por las calles o la dificultad para identificar el objetivo. El uso de la mascarilla también ha añadido ciertos impedimentos para alcanzar los resultados esperados. Aún así, han conseguido superar esas adversidades y han dado cuenta de diversas estafas y fraudes para los que fueron contratados.

Algunos se han adaptado a estos tiempos de alerta sanitaria, con engaños frecuentes acerca de la imposibilidad de ejercer el teletrabajo, trabajos clandestinos contando con un ERTE o cobrando la prestación por desempleo, supuestos enfermos que se reúnen con otras personas sin mascarillas ni distanciamiento social, etc.

Las redes sociales, en el punto de mira

Respecto al futuro a corto plazo, los expertos auguran que en los objetivos de sus próximos encargos, seguirá jugando un papel fundamental la actividad que los investigados desarrollan en internet, concretamente en sus perfiles de redes sociales. El mayor uso de estas plataformas digitales ha hecho que, en muchas ocasiones, los detectives encuentren las respuestas que buscan en las diversas plataformas online.

Sea con la ayuda de internet o no, los pronósticos apuntan a que las estafas más comunes seguirán entre las más tratadas en los despachos de detectives, así como los fraudes en el entorno empresarial, incluida la administración pública, y en el ámbito familiar, con el pago de pensiones como objetivo más recurrente en las empresas de detectives.

Informática forense

Uno de los recursos más útiles continuará siendo la informática forense, ya que es un instrumento esclarecedor para determinar si son reales las sospechas que llevan a la contratación de sus servicios.

Bajas fingidas, duplicidad laboral, competencia desleal, economía sumergida, son algunos de los ejemplos. Asimismo, a nivel empresarial, se pueden encontrar informes de insolvencia fingida, recuperación de deuda y la localización de los morosos, son algunos de los casos más comunes en el trabajo de los detectives privados, quienes prevén que estos encargos continuarán creciendo en los próximos meses.

Por tanto, la nueva normalidad acogerá, según el criterio de muchos de los detectives privados de referencia nacional, nuevos objetivos ajustados a la era post-confinamiento y a los nuevos modelos surgidos de esta alerta sanitaria.

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