“La situación es crítica. Insostenible”, así se manifiesta uno de los residentes en Drassanes, que forma parte de la asociación Amics de l'Arc del Teatre i Rodalies. Este vecino, que prefiere no dar su nombre, denuncia que los alrededores de la “narcosala Baluard se han convertido en un punto de venta y consumo de drogas”. Y es que muchos de los toxicómanos que acuden al centro de venopunción acaban pinchándose en la calle, y dejan tiradas las jeringuillas.
La zona, alertan los que allí viven, se ha convertido en un supermercado de droga, que atrae a consumidores no solo del Raval, sino también de otros barrios. Testigos frecuentes de peleas y robos, y hartos de encontrarse “agujas, orines y defecaciones” bajo sus casas, reclaman al consistorio que traslade el equipamiento sociosanitario. “Allí les dan gratis el kit, pero acaban consumiendo en la calle, donde también compran”, apunta este vecino.
Consumo y trifulcas
Esta situación no se limita a la plaça de Blanquerna, donde se sitúa el centro. “Cuando el edificio de la Seguridad Social (en l'Arc del Teatre) echa el cierre a las 15:00 horas, se convierte en una zona de venta y consumo, y así continúa por la noche, con las trifulcas que también conlleva”, lamenta. “Algunos pinchándose, otros fumando crack y trapicheando”.
Y es que los residentes no entienden la pasividad del gobierno municipal, ni que a pocos metros de una comisaría se pueda traficar y consumir, con total impunidad, a plena luz del día, y a vista de todos. “Lo que sucede aquí guarda relación con los narcopisos. Hay varios ocupados en Sant Bertran y calle del Olmo. Incluso utilizan a drogodependientes que acuden a Baluard para que sean ellos quienes vendan la droga”, explican desde la asociación, que cuenta que cerca de trescientas personas pueden frecuentar el centro cada día.
Nula respuesta del consistorio
Estos mismos vecinos mantuvieron una reunión telemática con representantes del consistorio de Barcelona a finales de junio. “Un encuentro de dos horas que no ha servido absolutamente de nada. Les explicamos lo que sucede y nos emplazaron a hablar de nuevo dentro de un mes y medio. No queremos esperar, sino soluciones, y hemos pedido el trasladado de la narcosala”, detalla el portavoz de los residentes en Drassanes.
Descarta que cualquier otra medida, como aumentar la presencia policial, pueda servir de algo. “Quizá limitar el aforo y el horario de atención, como se hace en la del Born, que atiende 20 casos al día y solo abre entre semana. La sala Baluard está operativa 365 días, entre las 7:00 y las 22:00 horas. Esto significa hundir el barrio y estigmatizarlo”, lamenta.
Jeringuillas por todas partes
Vecinos que no pueden dormir y otros, de edad avanzada que, tras pasar toda la vida en el Raval, apenas salen de casa. “Y ya me dirás si los niños pueden jugar por aquí, si hay jeringuillas por todas partes”, critica uno de los residentes. Apuntan así que la narcosala “da más problemas que soluciones. No cumple su labor sociosanitaria, si compran y consumen fuera, ni si quiera controlan lo que se meten. Al final, se ha convertido en un llamamiento para drogarse”, explica.
No es la primera vez que los residentes tratan, sin éxito, de dialogar con representantes municipales para demandar una solución. “Esto no es solo un problema de salud pública, sino de seguridad ciudadana”, advierten y lamentan la “desidia” del Ayuntamiento de Barcelona para atajar una problemática “tan grave”.
Presencia policial
Desde el consistorio se limitan a indicar que, “desde hace meses”, tanto Mossos d’Esquadra como Urbana tienen un dispositivo específico en esta zona. Mientras tanto, los vecinos insisten en la urgencia de trasladar la sala de venopunción y limitar tanto su aforo como los horarios de apertura para, al menos, disminuir la afluencia de toxicómanos que se pinchan bajo sus casas, y protagonizan, denuncian, peleas y robos.