L'Hospitalet de Llobregat no se quiso quedar atrás en la apuesta por la movilidad en bicicleta. Hace dos años, la alcaldesa, Núria Marín, concedió una licencia de prueba al gigante asiático Mobike --ahora Movi-- para preparar la llegada del bike-sharing a la ciudad en 2020.
Sin embargo, el Covid-19 ha frustrado los planes del ayuntamiento. A Movi se le terminaba la licencia el pasado 31 de marzo, pero ha recibido una autorización temporal adicional de forma excepcional. Pese a que la previsión inicial era sacar el servicio a concurso público una vez terminada esta prueba piloto, un portavoz municipal reconoce que la licitación se ha pospuesto sine die.
Críticas de la oposición
Los grupos políticos de la oposición siempre han visto con recelo el sistema de free floating preferido por el gobierno local. Antoni Garcia, portavoz de ERC en el Ayuntamiento de L'Hospitalet, señala que “esta experiencia nos ha enseñado aquello que no ha funcionado y que hay que evitar”, en referencia a los numerosos “problemas de accesibilidad” que acumula la implantación de Movi.
Algo en lo que coinciden todos los partidos es en la escasez de carriles bici que sufre la ciudad. El concejal de Ciudadanos Miguel García reclama “la implantación de una red de carriles bici y vías ciclables integrada en la calzada que, a día de hoy, es del todo insuficiente y deficiente”. Por su parte, Ana González (L'H EnComúPodem) señala que sería preferible “un modelo público y metropolitano para poder moverse entre distintos municipios” --justo la propuesta de e-Bicibox, el renting de bicicletas compartidas que opera en 11 municipios del AMB--. Y la popular Sonia Esplugas resume que “la prueba piloto ha sido fallida porque no contaba con unas pautas claras” que espera que se incluyan en el concurso.
Episodios de incivismo
Todos los problemas se derivan de la falta de anclajes fijos donde aparcar la bici. En vez de cepos repartidos por toda la ciudad, como ocurre en Barcelona, la compañía china ofrece una bicicleta cuya rueda trasera se bloquea a través de una app. Aunque esto concede mayor libertad a los ciclistas para desplazarse, tiene la contrapartida de que los clientes pueden estacionar la bici en cualquier sitio.
La consecuencia más palpable de este modelo han sido los repetidos episodios de incivismo de algunos usuarios, que dejan abandonadas las bicicletas en medio de parques, aceras o incluso en las bocas del metro. Arturo Portela, presidente de la asociación Sumem, hace una “valoración muy negativa” de la prueba. “No puede ser que el ayuntamiento ceda el espacio público a una empresa privada que pisotea la accesibilidad”, explica el portavoz de esta entidad que lucha por los derechos de las personas con discapacidad.
Movi toma nota
La empresa de movilidad se ha esforzado por introducir algunos cambios que mejoren el servicio. Hunab Moreno, delegado en Cataluña de Movi, pone como ejemplos la delimitación de zonas de aparcamiento, la adopción de campañas de concienciación para los abonados y la introducción del Agente Mobike, “un operario que controla por zonas que las bicicletas queden bien aparcadas y avisa al equipo de operativa para su reubicación”.
Tras dos años bajo prueba, Moreno hace una valoración positiva del despliegue de 500 bicicletas en la ciudad, aunque señala los déficits urbanísticos de L’Hospitalet. “Por un lado, hemos observado que existe una gran demanda encubierta, sobre todo interurbana, pero también una infraestructura mejorable con gran falta de carriles bici y aparcabicis”, reconoce el portavoz de la compañía.