Si bien no hay manera de saber aún con exactitud cuál será el daño económico de la nueva pandemia mundial de coronavirus, existe un acuerdo generalizado entre los más destacados economistas de que esta situación que estamos viviendo en la actualidad tendrá graves consecuencias negativas en la economía global.
Según las primeras estimaciones, y una vez que el virus se ha convertido en una pandemia a nivel mundial, la mayoría de las principales economías perderían al menos un 2,4% de su Producto Interno Bruto (PIB) durante este año. Una situación que llevaría a los economistas a reducir sus pronósticos de crecimiento económico global para el 2020 de un 3% a un 2,4%.
Unas perspectivas que ya estaban a la baja
Para poner estas cifras en perspectiva, el PIB global se estimó en unos 86,6 billones de dólares en 2019, lo que significa una caída de solo un 0,4% en el crecimiento económico. Sin embargo, estas predicciones se hicieron antes de que el coronavirus se convirtiera en una pandemia mundial y antes de la implementación de las medidas de confinamiento social para evitar la propagación de la enfermedad.
Desde entonces, los mercados bursátiles mundiales han sufrido estrepitosas caídas debido a la infección. El Dow Jones, sin ir más lejos, dio cuenta de su mayor caída en un solo día el pasado 16 de marzo, con un descalabro de casi 3000 puntos. Para saber lo que es el Dow Jones y otros términos económicos, nada mejor que echarle un vistazo a un diccionario de economía.
La caída de la demanda y sus consecuencias
El daño económico causado por la pandemia de coronavirus se debe en gran medida a una caída de la demanda. No hay consumidores para comprar los bienes y servicios disponibles en la economía global. Esta dinámica se puede apreciar claramente en sectores muy afectados por esta situación, como pueden ser el turismo y los viajes.
Para frenar la propagación del virus, los países impusieron una serie de restricciones en los viajes, por lo que muchas personas no pudieron reservar sus vacaciones ni sus viajes de negocios. Esta reducción en la demanda del consumidor hace que las aerolíneas pierdan sus ingresos planificados, lo que significa que luego deben reducir sus gastos al no poder operar sus vuelos. Sin la ayuda de los gobiernos, las aerolíneas también necesitarán reducir su personal para que las pérdidas sean menores.
La misma situación se puede aplicar a otras industrias y sectores. La caída en la demanda del petróleo, por ejemplo, está afectando en gran medida a la industria del automóvil. Al no haber consumidores que se puedan desplazar, no se requiere de una demanda global de petróleo y las caídas en los precios están siendo considerables.
A medida que las empresas comienzan a recortar en personal para compensar la pérdida de ingresos, la preocupación por una espiral económica descendente es más alta. Sobre todo si tenemos en cuenta que estos trabajadores recién despedidos ya no podrán permitirse comprar bienes y servicios no afectados.
Dentro del sector del comercio minorista, un aumento en el desempleo agravará la reducción en las ventas, provocando incluso una crisis en el sector del comercio en línea. Es esta dinámica la que tiene a los economistas contemplando si la pandemia del coronavirus podría conducir a una recesión global similar a la Gran Depresión de 1929.
La esperanza del gasto público
A pesar del enorme riesgo en el que se encuentra la economía mundial, también hay razones para la esperanza de que se puedan evitar los peores presagios. Los gobiernos han aprendido de crisis anteriores que los efectos de una recesión impulsada por la demanda se pueden contrarrestar con el gasto público.
En consecuencia, muchos gobiernos están aumentando su provisión de bienestar monetario a los ciudadanos y asegurando que las empresas tengan acceso a los fondos necesarios para mantener a su personal durante toda la pandemia. Además, la naturaleza de por sí de esta crisis nos da a entender que algunos sectores como el comercio electrónico, la venta minorista de alimentos y la industria de la salud pueden beneficiarse. De esta forma, se produciría al menos un cierto crecimiento económico para compensar el daño.
Finalmente, existe el hecho de que la crisis pueda tener fecha de caducidad cuando se levanten todas las restricciones de movimiento o cuando aparezca una vacuna. Esto significará que al menos es posible que la economía mundial pueda experimentar un fuerte repunte una vez que la pandemia haya terminado.
Todavía hay muchas variables que podrían afectar a dicha recuperación económica. Como ejemplos más significativos de esto estarían una oferta reducida de bienes y servicios para satisfacer la menor demanda. Una situación así podría crear una escasez a medio plazo y aumentos en los precios. Pero hay razones para pensar que, con la combinación adecuada de respuestas gubernamentales y un poco de suerte, algunas de las predicciones económicas más apocalípticas no se cumplirán.
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