Verse sometido a una situación de confinamiento genera tensión y desequilibrios emocionales. Pero esta cuarentena, impuesta por el estado de alarma para frenar la expansión del Covid-19, supone un gran riesgo para las víctimas de violencia machista, que se ven obligadas a convivir las 24 horas del día con su maltratador.
Marisol Rojas, psicóloga especializada en este campo, sostiene que, durante las restricciones de movilidad, la ansiedad puede producir un aumento de las discusiones en el ámbito familiar. Una situación que, en el caso de las víctimas de violencia, puede llevar al maltratador “a tener una mayor percepción de control” y al “sometimiento de su pareja”.
Sensación de peligro
A su vez, también aumenta la percepción de dependencia de las víctimas, al no poder salir de sus casas; habitual vía de escape ante estos sucesos. “El miedo y la sensación de peligro se disparan”, apunta Rojas. Ante esta situación, recomienda evitar estar a solas con el maltratador. “No siempre es posible pero, en ocasiones, que haya testigos puede evitar que se produzca una agresión”, señala.
También evitar ciertos lugares de la casa “como la cocina, donde hay utensilios --como cuchillos-- que los agresores pueden utilizar como armas, por eso se recomienda salir de ese espacio, y evitar peligros durante una discusión”, explica.
Responsabilidad de los vecinos
Durante el confinamiento por la emergencia sanitaria es más importante que nunca el papel de los vecinos. “Todos tenemos la obligación de denunciar la violencia machista, pero ahora es fundamental que estemos pendientes, porque las mujeres que están encerradas entre cuatro paredes corren mayor riesgo”, subraya.
Por ello, indica que si las víctimas de violencia en sus hogares tienen confianza con alguno de sus vecinos, pueden tener una palabra clave para pedir ayuda en caso de encontrarse en una situación de emergencia. También recuerda que pueden aprovechar su salida para comprar alimentos para llamar a los servicios de emergencias --016 o 900 900 120--, o incluso acudir a comisaría a presentar una denuncia.
Pedir ayuda
“Si son ellos los que salen a comprar, pueden aprovechar ese momento para llamar a la policía, o pedir ayuda a los vecinos”, señala la especialista, quien recuerda la gran ansiedad que produce en las víctimas el aislamiento permanente junto a sus agresores.
Incluso en aquellos hogares donde la convivencia es pacífica, la tensión de la cuarentena puede dar lugar a episodios de violencia por el confinamiento. Así, Rojas recuerda que, igual que tras el periodo vacacional se disparan los divorcios, tras la cuarentena, podrían aumentar las separaciones. “Al estar mucho tiempo bajo el mismo techo, las parejas se encuentran. A diferencia del día a día habitual, cuando estamos prácticamente siempre fuera de casa y no existe una relación real”, argumenta. Por ello es vital intentar evitar que se desencadenen conflictos y, en caso de que surjan, apaciguarlos.
Huir del agresor
En caso de las mujeres que conviven con su maltratador, apunta que “si este ya se ha desencadenado, intenten buscar algún rincón de la casa con cerrojo, como el baño, para desde allí llamar a emergencias”. Eso sí, recuerda que algunos agresores sustraen los teléfonos a sus víctimas.
Por ello reitera: “los vecinos, ahora mismo, son la parte más importante para proteger a las mujeres. Es mejor pecar de prudente y llamar a la policía al escuchar algún grito, que no hacerlo, y permitir que ocurra algo grave”. Y es que según los datos que aporta el Institut Català de les Dones, desde que comenzó la cuarentena, el pasado 14 de marzo, se han doblado las llamadas que reciben por este motivo, de una veintena al día, a más de 50.