Los obispos españoles tienen esta semana una cita para elegir presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE). La votación serán tan endiablada y de difícil pronóstico, por su división en apoyos a Roma y al Gobierno, que falta les hará la ayuda del Espíritu Santo, invocada en estas ocasiones.
Con un ojo en Roma y otro en la Moncloa, o ante las reformas de Francisco y el futuro de las relaciones Iglesia-Estado, encabezan las quinielas los arzobispos de Barcelona y Madrid, Juan José Omella y Carlos Osoro, y los de Valencia y Oviedo, Antonio Cañizares y Jesús Sanz Montes.
¿President en Añastro?
Juan José Omella, cardenal de Barcelona, parece el mejor colocado en estos comicios que no pueden compararse con los políticos ni ningún aspirante puede hacer campaña. Es el más cercano al pontífice argentino y también goza del interés de Sánchez por haber sabido congeniar con independentistas y constitucionalistas. Sería la primera vez que un prelado de Barcelona presida la CEE. Una especie de President en Añastro (calle de la sede oficial).
“No parece lógico que sea elegido porque está enfrentado a gran parte de los obispos de la Conferencia Episcopal Tarraconense (catalana), no es catalán y no es nacionalista, más bien todo lo contrario. Pero es posible”, analiza Juan G. Bedoya, especialista en información religiosa del diario El País.
La excepción de Osoro
Carlos Osoro, purpurado de origen turolense, está a punto de cumplir los 75 años, la edad establecida en Roma para pasar a la reserva. Como Carlos Osoro, que también intervino en la negociación entre el Govern de Puigdemont y Junqueras con el Gobierno de Rajoy.
Los expertos apuntan a su favor que es el candidato natural del Vaticano, como lo han sido siempre los prelados de Madrid (Morcillo, Tarancón, Suquía o Rouco). No ser presidente de la CEE sería una excepción. Pero la mayoría del electorado episcopal no lo traga y muchos creen que no está tan en la línea de Francisco como Omella.
Tras la estela de Rouco
La elevada edad juega en contra de buena parte de los elegibles. Apenas cinco tienen menos de 70 años. Es el caso del arzobispo ultraconservador de Oviedo, Jesús Sanz Montes. Es el candidato de lo roucosos o prelados afines al cardenal reaccionario Antonio María Rouco Varela. No llegan a 30, pero tendrán su peso en contra de Omella y, sobre todo, de Osoro.
Sus opiniones combaten desde el ala más crítica de la Iglesia el aborto y el matrimonio homosexual. Les unen sus ganas de plantar dura batalla a la ofensiva gubernamental con la ley de eutanasia, un nuevo Concordato, las inmatriculaciones de edificios y, sobre todo, la enseñanza de la religión y la escuela concertada.
Cañizares el consensuador
En el enredado pronóstico 1-X-2 entra en juego el arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares. “Podría salir como solución provisional, ya que también está al borde de la jubilación. Tiene el apoyo de los dos sectores, los reformadores y seguidores del Papa y los ultraconservadores, que tienen muchas cosas en común”, opina el teólogo progresista Juan José Tamayo.
El purpurado valenciano, amigo del expresidente del Congreso y de Castilla-La Mancha, José Bono, es reconocido por la vicepresidenta del Gobierno Carmen Calvo como buen negociador y aliado en cuestiones de fiscalidad (0,7% del IRPF, IBI, etc). Por el otro lado, a pesar de sus diferencias, muestra fidelidad inquebrantable al Papa. Hace un par de semanas Bergoglio lo recibió en Roma. Podría ser el candidato de consenso.
Tamayo, director de la Cátedra de Teología y Ciencia de las Religiones Ignacio Ellacuría en la Universidad Carlos III de Madrid, advierte de que Cañizares, antiguo compañero de estudios, fue seguidor del Concilio Vaticano II y taranconiano, “pero se ha ido conservadurizando a medida que fue escalando puestos de poder”. Por ejemplo, pide oraciones por la unidad de España o dice que los inmigrantes no son trigo limpio sino el Caballo de Troya.
Apertura y continuismo
El obispo de Bilbao, Mario Iceta, cada vez más presente en los medios, y el de Getafe, Ginés García, también entran en las quinielas, pero como reservas o figuras emergentes de cara al comité ejecutivo.
“Por primera vez se organizan los apoyos en función de los que tiene el Pontífice romano. Las elecciones están muy abiertas”, diagnostica Bedoya. “Saldrá una cúpula de absoluto continuismo. La actitud ideológica y mediocridad intelectual de los obispos actuales es más uniforme que durante la transición, donde los había de extrema derecha, modernistas reformados e incluso proféticos de izquierda”, subraya Tamayo. Eran otros tiempos.