El 4 de junio de 2018, Laia salía del piso de sus abuelos dirección al portal del edificio en el que se encontraba su padre esperándola. Pero la pequeña nunca salió, porque se tropezó con Joan López por las escaleras. El vecino cogió a la niña, de 13 años de edad, y la mató en su casa. Los Mossos d'Esquadra hallaron su cuerpo bajo el colchón al investigar piso por piso su desaparición.
Según fuentes cercanas a Crónica Global, dos individuos corpulentos de la prisión de Brians 1 --donde se encuentra cumpliendo condena López-- se habrían enterado del suceso y han apaleado la cabeza al sujeto aprovechando una salida al patio. López ha sido trasladado de urgencia al hospital debido a la gravedad de las heridas.
Una paliza de muerte
Los hechos ocurrieron ayer martes 18 de febrero cuando los presos del módulo 4 salieron al patio de Brians. Al parecer, los tres agresores --de origen nórdico-- se encararon con López hasta darle una paliza de muerte. El asesino confeso de Laia terminó con la mandíbula rota y varios dientes por el suelo --que tuvieron que recoger los funcionarios de prisiones--.
El médico del centro penitenciario determinó que no sufría lesiones graves y lo trasladó al Hospital Penitenciario de Terrassa (Barcelona), pero fue tal la agresión que tuvieron que llevarse a López de urgencia en una salida vital. En el centro hospitalario, al preso le realizaron un tac y le diagnosticaron una fractura de mandíbula, aunque no sufre daños neurológicos, y será trasladado en los próximas horas al Hospital de Bellvitge (Barcelona) donde se le practicará una intervención maxilofacial.
La intervención habitual
Fuentes cercanas al incidente afirman que la agresión se fraguó al llegarles a los agresores el conocimiento del deplorable acto de Joan López hacia Laia, un hecho que en prisión es más común de lo que parece y que se considera una venganza justiciera hacia un acto cruel.
Pero los funcionarios opinan que, si las prisiones tuvieran los recursos necesarios, se podría haber evitado o, al menos, reducido el daño. Por su parte, los dos presuntos agresores, que ya fueron identificados, siguen aislados desde ayer y están a la espera de medidas disciplinarias.
La seguridad de Brians 1
Los funcionarios, entre ellos la asociación Marea Blava, se quejan de que en el módulo 4 de Brians 1 hay una media de 250 presos de diferente calibre --primerizos, asesinos reincidentes, violadores-- a los que no pueden separar por falta de espacio. Por ello, salen todos juntos al patio. Pero el problema serio reside en que solo cuentan con tres personas para vigilarlos a todos.
Tantos presos en un solo módulo y tan pocos funcionarios vigilando es una desproporción más que visible. Brians 1 no está preparada para tener internos preventivos, ya que entran continuamente muchísimas tipologías de delitos e internos que el centro no tiene capacidad para separar. Eso supone un grave problema para la seguridad.