"Me he quedado atrapado en casa". Así, sin medias tintas, describe Xavi su situación tras la entrada en vigor de la Zona de Bajas Emisiones (ZBE) en Barcelona. Este vecino, que vive a 250 metros de la Ronda de Dalt, no puede sacar el coche del garaje por el veto a los coches contaminantes que ha aprobado el Ayuntamiento de Barcelona y que está en vigor desde el 1 de enero. Puede, sí, a riesgo de ser apercibido, ahora, y multado reiteradamente, a partir del 1 de abril.
En conversación con este medio, Xavi, de 35 años, explica que reside desde "toda la vida" en la calle Santa Rosalía del barrio de La Teixonera de Barcelona. Es informático y trabaja en la ciudad, por lo que utiliza el transporte público para moverse por la urbe. No obstante, también tiene un coche modelo Seat León matriculado en 2003 que empleaba "de forma ocasional". No más. "El coche es de 2003 y diésel, por lo que no recibirá jamás la etiqueta de la Dirección General de Tráfico (DGT)", explica. Negro sobre blanco, el profesional resume su situación. "Vivo a 250 metros de la Ronda de Dalt y no puedo sacar el coche para conducir el escaso minuto que necesito para salir de Barcelona y la ZBE. Estoy atrapado", critica.
"No puedo acudir a ver a mi madre"
En conversación con este medio, Xavi admite que "es favorable" a las medidas para reducir la polución. "Pero discrepo de cómo se ha implementado. Los vecinos de las zonas limítrofes de Barcelona y que tenemos coches viejos no podemos acceder a las rondas --en cuyo interior no rige la ZBE, siempre que no se tome una salida hacia el centro de la ciudad-- pese a que hemos soportado la contaminación y el ruido durante años", explica. Según él, "nadie da una solución a un colectivo en el que nadie pensó".
El residente ha colgado un post en Facebook en el que explica su situación. La publicación se ha viralizado como ejemplo de algunas disfunciones que ha provocado la entrada en vigor del muro a los coches contaminantes, que funciona desde el 1 de enero y será de obligado cumplimiento so pena de multa a partir del 1 de abril. "Ya no es que no pueda ir a hacer excursionismo, del que soy un apasionado, pues a algunos montes se puede llegar en transporte público. Es que no puedo salir de casa a ver a mi abuela octogenaria que vive en Sant Boi de Llobregat. Puedo, sí, si cambio 20 minutos de coche por 1:40 horas de Metro y Ferrocarriles", se queja.
"No miden las emisiones reales"
Este barcelonés se pregunta por qué las Administraciones "no penalizan a los vehículos nuevos de gran cilindrada que contaminan mucho, y sí a los viejos de poca cilindrada". "¿Por qué es la fecha de fabricación la que determina el nivel de contaminación de un coche, y no el volumen de emisiones en gramos por kilómetro cuadrado que declara el fabricante en su ficha técnica?". Ello, sostiene, provoca desventajas como el hecho de que "grandes SUV matriculados después de 2000 puedan circular, mientras que coches viejos de pocos centímetros cúbicos que tiene la gente trabajadora y humilde no lo puedan hacer". Incide de esta forma en el gran debate abierto en cómo se aplican estas medidas medioambientales.
Bajo su punto de vista, lo óptimo sería "ofrecer alguna solución a los fabricantes para el filtraje de los gases de escape (FAP, catalizadores o AdBlue) en lugar de forzar a los ciudadanos a tener que comprarse un coche nuevo". ¿Y si utiliza el permiso especial de 10 días al año? "Hay 52 fines de semana al año. Si hay alguna emergencia, ¿quién garantiza que podré salir del garaje sin ser multado?", sentencia.