Los estudiantes que quieren ejercer su derecho de asistir a clase no podrán participar en la reunión con el rector de la Universitat Pompeu Fabra (UPF), Jaume Casals, --que debería haberse producido a las 13.00 horas y que, de momento, se ha aplazado sin concretar una nueva fecha--.
El Sindicat d'Estudiants dels Països Catalans (SEPC), que convocó una huelga indefinida en las universidades catalanas que ha dado comienzo hoy, no ha permitido que existan representantes de las dos posturas en el encuentro entre instituciones.
Barricadas y unilateralidad
Con este revuelo, las movilizaciones en respuesta a la sentencia del Tribunal Supremo sobre el 1-O siguen acaparando toda la atención en las universidades de Cataluña. Esta mañana, tras las barricadas de los radicales independentistas en la UPF, dos miembros del SEPC han abandonado los piquetes para dialogar con algunos de los universitarios que quieren ejercer su derecho de ir a clase.
Tras 20 minutos de conversación, ambos bandos, claramente diferenciados, han acercado posturas, pero los radicales han establecido una norma unilateral: en la reunión con el rector no podrá entrar nadie que no sea del SEPC.
Veto al resto de estudiantes
"Somos los que tenemos representación en los órganos institucionales y solo nosotros hablaremos con el rector, aunque trasladaremos las demandas de todos los estudiantes", ha remarcado una de las portavoces del SEPC. La joven ha defendido que han sido ellos los que han convocado la huelga indefinida y que los estudiantes que quieren asistir a clase no forman parte de ningún órgano institucional, por lo que no les van a permitir la entrada en cualquier reunión que se celebre.
Eso sí, desde el SEPC se ha decidido "trasladar y respetar todas las opiniones" ante el rectorado, aunque en el encuentro nadie podrá defender una postura diferente a la del sindicato estudiantil.
Falta de organización
Algunos de los estudiantes que pretenden normalizar las clases se han organizado en la misma puerta donde estaba montada la barricada para crear un mensaje conjunto y transmitirlo a los independentistas que están bloqueando el acceso a las aulas. Los alumnos que luchan por su derecho a realizar clase, a diferencia del SEPC, no están organizados y no tienen una voz principal, por lo que cuatro personas han decidido coger las riendas y negociar.
Pese a que no podrán asistir a la reunión con el rector de la universidad, los alumnos han querido expresar su descontento con la gestión de la situación. Quieren que todos tengan voz y que se les escuche. Pretenden formar parte de las conversaciones con el rector para llegar a un acuerdo, no sentirse dados de lado --como hasta ahora--, ser respetados y tener consideración universitaria.
Compatibilizar huelga y clases
En todo caso, tanto los alumnos independentistas que se encierran en las aulas como los universitarios que no quieren perder clase piden al rectorado que aclare si se suspenden las clases o no.
Los indepes piden que se suspenda la evaluación continua a causa de la huelga indefinida y de las protestas de las últimas dos semanas y que se establezca un sistema de evaluación única en este primer cuatrimestre del curso. Por otro lado, los estudiantes que sí quieren hacer clase no se oponen a ello, aunque reclaman su derecho de poder estar en el interior de las aulas sin tener que enfrentarse a las barricadas. Por ello exigen una solución a las autoridades de la UPF que hagan compatibles ambos derechos.
La reunión con el rector de la UPF, Jaume Casals, estaba prevista para las 13.00 horas, pero a esas horas estaba en un acto en la plaza de la Mercè, por lo que el encuentro se ha pospuesto.
Pese a que el pasado 24 de octubre el claustro rechazó la evaluación única, en un nuevo comunicado ha abierto la puerta a utilizar este sistema ante las dificultades para compatibilizar las movilizaciones con la evaluación continua. Todo el alumnado sigue pendiente de la decisión final de la dirección de la universidad.
Altas matrículas y clases paralizadas
Varios de los estudiantes que han protestado ante los radicales ha mostrado su preocupación por su futuro académico. El precio de las matrículas universitarias sigue al alza y muchos alumnos no están dispuestos a seguir malgastando el dinero por culpa de que un grupo de compañeros les impida asistir a clase por la fuerza.
De momento, la incertidumbre es la tónica dominante en el ambiente. Los alumnos siguen sin saber si finalmente sus exámenes se van a suspender, si seguirá la evaluación continua o si se sustituirá por una evaluación única.