Los vecinos de Barcelona exigen al Govern tomar medidas para atajar los disturbios que se han producido en la ciudad tras la sentencia del procès. Por ello, desde Tsunami Vecinal, que agrupa a más de 30 asociaciones de residentes en la capital catalana, reclaman a los dirigentes de la Generalitat la “pacificación del espacio público”.
Manel Martínez, portavoz de la entidad, explica a Crónica Global que la actitud de los políticos ante los altercados es similar a la que muestran ante la creciente inseguridad que se registra en la ciudad. "No se soluciona porque no tienen el talante necesario para sentarse y arreglar las cosas. Igual que desde Tsunami Vecinal salimos a la calle para reclamar soluciones contra la delincuencia, mientras nuestros gobernantes no toman medidas para atajar la situación", critica.
Barricadas en el centro de Barcelona
Uno de los vecinos que ha sufrido los disturbios en el centro de Barcelona es Jordi Carmona. Un residente en el Eixample que condena "la ausencia de valentía política para atajar las problemáticas que sufren los habitantes de la zona". "Ruido, tráfico, suciedad y dejadez. Somos un parque de atracciones", lamenta.
Coches quemando durante la segunda jornada de altercados en Barcelona / TWITTER
Una situación que, según Carmona, facilita que los violentos campen a sus anchas por el barrio. "Los contenedores --a los que radicales prendieron fuego para organizar barricadas-- estaban llenos hasta los topes. Los personajes que reventaron todo lo tenían fácil. Parecía que alguien lo había preparado de antemano, porque estaban a rebosar", apunta este vecino.
Civismo y no violencia
El portavoz de Tsunami Vecinal señala que los vecinos abogan por el civismo, aunque apunta que la distorsión impide identificar a los que "tiran la primera cerilla o encienden las llamas", para protestar contra la sentencia del 1-O. "Es lícita la presión social, pero no a golpes, ni rompiendo escaparates, aunque tampoco lo es la violencia de algunos agentes contra los que se manifiestan de manera pacífica", señala Martínez.
"Desde ambas partes, las cosas se están saliendo de madre", critica. Así, recuerda que el desarrollo de las protestas pone en peligro el derecho básico de la ciudadanía a la manifestación. "Como entidad defendemos la movilización social que persigue apaciguar las calles, nunca podremos defender a quienes incendian la ciudad", pone de manifiesto, y recuerda que incluso están en contra de las patrullas ciudadanas "que se toman la justicia por su mano. Menos de los que prenden fuego a contenedores o coches con la cara tapada".
Huida a la azoteas
Por su parte, Carmona rememora que algunos residentes del Eixample tuvieron que refugiarse en las azoteas de sus edificios por miedo a que el fuego de los contenedores alcanzase sus viviendas. De hecho, este miércoles, un padre huyó de su casa con su bebé de pocos meses, por miedo a las llamas. "Todos tenemos derecho a manifestarnos, pero siempre pacíficamente. Lo de ayer no tiene nombre", critica.
La contaminación, el ruido, los pisos turísticos y la masificación, son parte de la vida diaria de los vecinos del centro de Barcelona. "Las hemos visto ya de todos los colores, pero lo que no es de recibo es el vandalismo. Nos costará más de 300.000 euros reponer el mobiliario urbano que han destrozado”, señala, en referencia a los contenedores quemados por los manifestantes.
"Violencia cero"
El clamor de los barceloneses es claro: "violencia cero", subraya Martínez. Y es que, mientras durante los últimos meses se han concentrado en varias ocasiones para reclamar medidas contra la inseguridad en la capital catalana, ahora afrontan la segunda jornada de incidentes violentos en la ciudad durante las protestas contra las condenas a los líderes del procès.
"La situación es crítica, y corresponde a los políticos buscar una solución, pero no tienen la voluntad necesaria. La libertad de expresión y manifestación debe garantizase, al igual que los que protestan tienen que respetar el orden público, y no romper con un hacha un escaparate”, concluye el portavoz de los vecinos.