Los conejos toman Madrid
Se han adaptado bien y campan a sus anchas por numerosas zonas de la capital; ni ayuntamiento ni comunidad toman medidas, aunque admiten que se trata de una plaga
15 octubre, 2019 00:00Hay quienes aseguran que el nombre de Hispania, que los romanos le dieron a la Península, significa “tierra de conejos”, "tierra donde abundan los conejos" o simplemente "conejera", aunque otros no están tan de acuerdo y reniegan de tal afirmación. Lo cierto es que hay determinados lugares donde los conejos abundan y uno de ellos, por sorprendente que pueda parecer, es la ciudad de Madrid. Los conejos campan a sus anchas por la Comunidad de Madrid y las provincias limítrofes de Guadalajara o Toledo, pero eso es más normal. Lo que resulta inaudito es que la capital también esté llena de estos animales, que tienen una capacidad reproductiva a prueba de casi todo.
En el barrio de Rejas, en el distrito de San Blas-Canillejas, se ven docenas de conejos que viven en las rampas de arena que existen a ambos lados de la M-40. Los hay de todos los tamaños, pero sobre todo hay gazapos a montones, señal de que la cría continúa a buen ritmo.
Entornos favorables
La rotonda de Vicálvaro, que no dista mucho, es también un espectáculo. Si uno continúa hacia la carretera de Valencia no parará de ver conejos, que se cuentan por grupos de docenas en Vallecas, especialmente en la zona del Ensanche. Pero es que en la otra punta de la ciudad, a muchos kilómetros de asfalto de distancia, también se han instalado y son numerosísimos en zonas como Villaverde, Carabanchel o Fuencarral. Ya decía Ángel del Río, cronista oficial de la Villa, que Madrid es la segunda ciudad más verde del mundo por detrás de Guayaquil, en Ecuador, y eso también influye para crear entornos favorables.
La consecuencia es que, al menos por el momento, el consistorio madrileño no acierta a atajar la plaga, aunque tampoco se ha dedicado específicamente a ello, y ésta puede ser peligrosa. Y no solo porque al no poder controlar a los animales se corra el riesgo de contraer y transmitir enfermedades; además, estos mamíferos crean problemas a los conductores que circulan y deterioran dependencias como las cocheras del Metro, donde también se han instalado.
Permiso para cazarlos
Lo de los conejos en Madrid es una plaga, y de eso habla el ayuntamiento, que admite la superpoblación y permite cazarlos en distintos puntos de la capital. De hecho, ofreció nueve licencias para hacerlo al final del verano, autorizadas por la Consejería de Medio Ambiente. Pero no se ha hecho mucho más desde el consistorio que permitir esas capturas y hay comunidades de vecinos que se han visto obligadas a contratar de manera particular a expertos en este tipo de plagas, algunos con técnicas peculiares, ya que lógicamente no se pueden emplear escopetas para abatirlos en Madrid, así que hay cazadores que utilizan hurones para provocar que los conejos salgan de sus madrigueras y poder atraparlos.
La abundancia de conejos en Madrid es algo relativamente nuevo, aunque no se erradica. Hace muchos años se conoció la por entonces anécdota de que un grupo de ellos crió en una rotonda de Leganés próxima al centro comercial Parquesur, y como su única manera de abandonar la rotonda era cruzar alguna calle, morían atropellados en cuanto asomaban, con la consiguiente carnicería. Aquello pasó, y se quedó en un caso puntual, pero hace un par de años empezaron a proliferar de verdad los conejos en el extrarradio y la cosa, lejos de paliarse, ha ido a más. Ya a casi nadie le extraña encontrarse un conejo en determinadas zonas de Madrid capital.
Imposible saber cuántos hay
La Comunidad de Madrid, por su parte, también conoce el problema, pero admite que es difícilmente controlable, porque ni siquiera le es posible materialmente elaborar un censo. Se sabe que hay miles, pero no cuántos miles, y otro problema es que los conejos se han adaptado muy bien a la capital y están felices, al menos mientras no los cazan.
Una propuesta ecologista pasa porque no se mate a los conejos, sino que sean capturados vivos para ser soltados en territorios donde viven los linces, que son estusiastas devoradores de estos animales, y les sirvan de alimento, lugares como el parque andaluz de Doñana. Suena bien, pero no a solución, sobre todo porque no parece fácil coordinar a administraciones que no están por la labor. Madrid está hasta arriba de conejos, pero quizá solo cuando su presencia traiga consecuencias graves se actúe de verdad contra esta plaga. Por el momento, cada vez se ven más.