El aumento de los hurtos y actos de violencia en Barcelona en los últimos meses ha dado pie a la proliferación de patrullas de seguridad ciudadanas. Desde hace unos días, ha llamado la atención la irrupción una nueva, en este caso importada desde EEUU: los Guardian Angels. Un grupo por ahora compuesto por cinco personas --varias de ellas, norteamericanas--, a las cuales se ha visto realizando labores de vigilancia en las calles de barrios como el Raval o en estaciones y vagones de metro.
Su presencia es fácil de detectar, pues van vestidos con una llamativa boina roja, pantalón negro y camiseta blanca con el logo identificativo del grupo, y con ella pretenden disuadir la comisión de delitos. Sus miembros se definen como voluntarios, “apolíticos” y van desarmados. Su objetivo no sólo es “hacer la ciudad más segura”, sino también “trabajar en proyectos de la comunidad”, explica uno de ellos, Mike Henstridge.
Según afirman sus integrantes, la misión de los Guardian Angels es ejercer como vigilantes, ahuyentando de forma preventiva con su vistosa equipación a los posibles delincuentes. Procuran actuar con discreción, evitando por ejemplo identificar públicamente a un ladrón o carterista cuando lo detectan, evitando crear alarma o sensación de miedo entre los ciudadanos. Aunque, si entra en acción, contemplan intervenir para devolver las pertenencias a su propietario. En ese caso, pueden llegar a retenerlo y llamar a la policía hasta que ésta llega. Cada semana dedican unas cuatro horas a practicar artes marciales, impartidas por el único catalán del grupo.
Más alarmismo y posible conflictividad
Guardian Angels nació en el Bronx en 1979, cuando diversos ciudadanos se organizaron para combatir la criminalidad en este popular barrio de Nueva York mediante patrullas de auxilio e impulsando iniciativas en zonas degradadas. En la actualidad, la organización, que asegura no tener ánimo de lucro, está presente en 13 países y 130 ciudades. Entre ellas, Barcelona, cuyo grupo lo ha impulsado Nicole Orlando, una neoyorkina residente en la Ciudad Condal desde hace 13 años.
Su objetivo, dicen, es ayudar a las administraciones en la lucha contra la inseguridad y el "crimen violento". Aunque la proliferación tanto de esta como de otras patrullas de seguridad ciudadanas ha puesto en alerta a autoridades, cuerpos y sindicatos policiales y asociaciones de vecinos, que advierten sobre sus riesgos, como por ejemplo aumentar la sensación de alarma o la conflictividad.
Competencia de las fuerzas de seguridad
Desde el propio ayuntamiento, el teniente de alcalde de Seguridad, Albert Batlle, ha apuntado este verano su intención de "combatir" este tipo de organizaciones, al considerar que pueden llegar a convertirse incluso en una puerta de entrada de mafias, según dijo en una entrevista a la Cadena SER.
Desde los Mossos d’Esquadra agradecen la colaboración ciudadana a la hora de facilitar información e imágenes a los cuerpos policiales para identificar a los posibles autores de un delito, ya sea acudiendo a los agentes, en comisaría o llamando al 112. Pero recuerdan que las tareas de seguridad en las calles y de actuar directamente contra ellos son competencia exclusiva de las fuerzas de seguridad, dado que sólo sus agentes tienen la formación necesaria para hacerlo, además de los vigilantes privados en el caso del Metro. Y recomiendan a los ciudadanos que no pongan en riesgo su integridad física –y también la ajena-- actuando por su cuenta contra los posibles delincuentes. En caso de enfrentamiento entre alguna de estas patrullas urbanas y presuntos ladrones, la policía puede identificar a ambas partes en su atestado.
Integridad física en peligro
Eugenio Zambrano, portavoz del sindicato CSIF en la Guardia Urbana, considera que los miembros de estas patrullas deberían ser conscientes de tres cosas: que con su labor, pueden poner en peligro su integridad física y la de terceros; entorpecer la labor policial, por ejemplo en dispositivos especiales yendo de paisano para capturar al malhechor; y aumentar la alarma social y el alejamiento de la ciudadanía respecto a los cuerpos policiales.
Aunque no duda de la buena fe de algunos de estos ciudadanos, y comprende su hartazgo, les recuerda que no son profesionales, y apunta que “todo esto no facilita las cosas”. A su juicio, el problema debe resolverse desde la política, por ejemplo aportando “más recursos humanos” y materiales a la policía. “Faltan efectivos”, denuncia en conversación con Crónica Global. En su opinión, Barcelona necesita una “policía integral” en materia de seguridad, y la Guardia Urbana “tiene competencias plenas para serlo y liderar el combate contra la inseguridad”. Y critica la gestión de la alcaldesa Ada Colau y su “modelo de ciudad” en estos asuntos.
"No tienen formación para actuar"
Desde CCOO en el Ayuntamiento de Barcelona tampoco ven viables estas patrullas. “Esperamos no tener que lamentar que estas personas sufran algún daño, represalia o incidente, porque no tienen el principio de autoridad, el conocimiento ni las herramientas para actuar”, apunta Jordi Gallart, responsable de comunicación del sindicato en Guardia Urbana. Y subrayan que la delincuencia también debe combatirse con otras medidas de carácter social, como por ejemplo la ayuda a la integración.
En la misma línea, desde el sindicato SAP Fepol de los Mossos d’Esquadra, su portavoz Imma Viudes, expresa su rechazo a estos grupos autoorganizados: “Es un peligro, porque pueden provocar un mal mayor que el que quieren evitar”. El caso concreto de los Guardian Angels lo considera más grave, porque su indumentaria “de aspecto paramilitar” hace que, al ser tan visible, “pueda generar más sensación de inseguridad y alarmismo”. “Están trasladando un modelo que en Nueva York podía ser efectivo hace 40 años, pero aquí no corresponde”, añade. Y recuerda que “lo que sí pueden es identificar y llamar a la policía, empleando los cauces necesarios”.
Por lo que respecta a la falta de efectivos y la reciente convocatoria de 750 plazas de Mossos d’Esquadra, desde este sindicato celebran la medida, aunque lamentan que su incorporación no se producirá hasta junio de 2021. Y señalan que los 320 agentes más que se incorporarán en Barcelona a partir de octubre, anunciada por el conseller Miquel Buch, procederán de otras localidades, con lo cual se está “desvistiendo a un santo para vestir a otro”.
"Pueden empeorar la situación"
El fenómeno de las patrullas ciudadanas también genera preocupación en las asociaciones vecinales. Así, la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona (FAVB) teme que puedan contribuir a “empeorar la situación”, dando paso a “una escalada de violencia” e incluso a la “criminalización de personas vulnerables”.
En términos generales, este organismo ha dado a conocer esta semana a través de un comunicado una propuesta con doce puntos para mejorar la seguridad en la ciudad. Algo para lo cual considera imprescindible “analizar bien las causas y el trasfondo de los problemas que confluyen en cada barrio”. La FAVB expresa su inquietud de que la “magnificación” de la inseguridad pueda generar “un clima de pánico social que rompa la convivencia”.
Entre sus planteamientos, destacan algunos como la reorganizar el papel de los diferentes cuerpos policiales, centrando en los Mossos las tareas de seguridad y en la Guardia Urbana, los de convivencia, reforzando el papel de la policía de barrio. O también la posibilidad de crear un cuerpo auxiliar de agentes cívicos “en funciones del fomento de la convivencia en el espacio público”.