Aunque el acoso o bullying es una práctica que ha existido siempre, las redes sociales han contribuido a la extensión de nuevos tipos de violencia. Es el caso del happy slapping o bofetada feliz. Una vejación que consiste en grabar el abuso --golpes, empujones-- y difundirlo a través de internet.

El mayor riesgo, frente a las formas clásicas de acoso, reside en que, al estar disponible en la red, el menor pierde el derecho a su intimidad y la exposición hace que la agresión se repita de forma continuada. 

Ataque continuado

Lo más grave de este tipo de violencia es que la agresión nunca acaba. “Al estar en la red, el ataque se perpetúa en el tiempo, y cada vez que se reproducen las imágenes, la persona puede ser victimizada de nuevo a través de comentarios insultantes o que se rían de ella”, lamentan desde la Fundación Vicki Bernadet.

Una agresión a la que contribuye no solo el que la perpetra, sino también el que graba las imágenes y todos aquellos que las comparten. “Lo más perverso es que la intención no es herir a la víctima, sino compartirlo, que se vuelva viral y obtener más likes y seguidores”, apuntan.

Prevención

Para evitar este tipo de prácticas, lo más adecuado es educar en el uso adecuado de las nuevas tecnologías y, sobretodo, en valores basados en el respeto para que no se produzca ningún tipo de abuso.