A menos de 110 kilómetros de la ciudad de Barcelona se encuentra Rupit i Prüit, dos núcleos urbanos de tintes medievales que, gracias la construcción de un característico puente, terminaron unidos en el año 1977. Rupit i Pruit se encuentra a menos de dos horas de la ciudad de Barcelona, situados a apenas 110 kilómetros del centro de la ciudad. Sin embargo, el viaje hasta este lugar parece que sea un peregrinaje en el tiempo.
Calles empedradas, arquitectura propia de décadas anteriores y un ambiente en el que la calma y la tranquilidad centran toda la atención. Estos son los factores que han provocado que esta sea una de las escapadas preferidas por todos los habitantes de la provincia de Barcelona que buscan pasar una jornada de descanso alejados del bullicio de nucleos urbanos más grandes.
Sus calles peatonales, su seña de identidad
Como no podía ser de otro modo, las calles de Rupit son, en su inmensa mayoría, peatonales. Es por este motivo por el que la localidad obliga a dejar todos los vehículos de sus visitantes en una zona especialmente habilitada para ello, situada en la entrada en el pueblo. Este aparcamiento actúa como una de las principales vías de financiación para el ayuntamiento, gracias a los dos euros que recoge por cada visitante que decide acercarse a la ciudad.
Además de las calles, conviene prestar especial atención a las fachadas de los edificios, completamente empedradas. Además de a los diferentes atractivos con los que cuenta la localidad, en forma de castillo medieval o de puente colgante. Una sucesión de elementos cotidianos que nos evocarán a décadas anteriores.
Un puente colgante
Una de las experiencias que no pueden faltar en una visita a Rupit es el puente colgante, que dará la bienvenida a todos sus visitantes con un cartel que recomienda que no haya más de diez personas sobre él con el objetivo de maximizar la seguridad, evitando cualquier tipo de accidente.
Rupit i Prüit conforma un viaje en el tiempo que será suficiente para recargar pilas sin salir de la provincia de Barcelona.