La Orden del Temple, conformada por los conocidos como caballeros templarios, los que eran militares cristianos durante la Edad Media, fue uno de los grupos más poderosos en dicha época. Tuvo presencia en buena parte del Mediterráneo y Cataluña fue una de las regiones en las que estuvo para proteger a los cristianos, gestionar sus vidas y enfrentar a los seguidores de otras religiones.
Hoy por hoy, aún hay varias zonas que pueden visitarse en Cataluña. Lugares en los que es posible ver los restos y el legado que dejaron estos caballeros templarios allá donde estuvieron presentes antes de que el Papa Clemente V ordenara la disolución de dicha orden hacia el año 1312.
Castillo de la Suda en Tortosa, Tarragona
Uno de los principales monumentos de Tarragona, el Castillo de la Suda que se encuentra en Tortosa, tiene una historia relacionada con el legado andalusí pero también con los templarios que habitaron en Cataluña. Fue construido durante el califato de Abderramán III pero posteriormente, cuando esta localidad fue conquistada por Ramón Berenguer IV, pasó a ser una residencia para los templarios.
Este fue uno de los emplazamientos militares que utilizaron en la época. De esta edificación, aún se conservan elementos tan destacados como el pozo árabe que abastecía de agua a la fortaleza, la torre Túbal desde la que se podían tener vistas de la ciudad, del valle del Ebro de y de los alrededores, la torre del homenaje o la necrópolis islámica, el único cementerio árabe a cielo abierto que hay en Cataluña.
Castillo de Miravet, Tarragona
Otra edificación defensiva y militar que se encuentra en Tarragona y que tuvo en el pasado presencia de la Orden del Temple es el Castillo de Miravet, el cual está declarado bien de interés cultural y es uno de los principales enclaves turísticos de la época medieval de Cataluña. Este se alza sobre el río Ebro y ofrece una estampa y unas vistas como pocas en la región.
Era una antigua fortaleza andalusí que fue conquistada por Ramón Berenguer IV en el año 1153 y cedida a Pere de Rovira, maestro templario, para convertirlo en uno de los principales centros del poder cristiano en la Península como señalan desde Patrimonio Cultural de la Generalitat de Cataluña. Un lugar en el que se pueden hacer visitas guiadas por el patio de armas, la muralla o la iglesia.
Castillo de Gardeny, Lleida
En la meseta de Gardeny, los templarios decidieron edificar un fortín militar que les permitiera tener ventaja estratégica por la ubicación y la altura del mismo. Por este castillo pasaron figuras de gran relevancia, como Jacques de Molay, el que fuera el último Gran Maestre de la Orden del Temple, quien estuvo alojado en 1294.
Tras la disolución de este grupo de monjes-guerreros encargada por Clemente V, los bienes pasaron a formar parte de la Orden de los Hospitalarios. Fue rehabilitado en 2007 y cuenta con un centro de interpretación de la Orden del Temple para aprender más sobre estos militares cristianos. Se puede visitar el conjunto monumental conformado por un recinto amurallado, la torre-habitación y una iglesia.
Castillo de Barberà, Tarragona
El municipio tarraconense de Barberà de la Conca cuenta con otro castillo que sirvió y albergó a los templarios: el Castillo de Barberà, declarado como bien cultural de interés nacional, también se encuentra en una posición estratégica, como acostumbraban este tipo de edificaciones, sobre una colina. Este permitía vigilar y controlar los accesos desde la costa al interior de Cataluña.
Un lugar por el que incluso pasó el rey Alfonso II. El propio ayuntamiento de este municipio asegura que en este castillo es posible encontrar las huellas que los templarios y los hospitalarios (quienes heredaron buena parte de las posesiones de la Orden del Temple) dejaron en aquella época tanto en este monumento como en las personas que habitaron el pueblo a lo largo de los años.