Islandia es desde hace años un destino turístico al alza. Volcanes, impresionantes cascadas, fiordos, lagunas, glaciares o géiseres, todos de nombres impronunciables, son algunos de los impactantes paisajes de la isla. Además de naturaleza en estado puro, su capital Reikiavik se descubre como una ciudad vibrante y cosmopolita con una oferta cultural muy variada. Les proponemos recorrer la isla en un itinerario que transcurre por algunos de los lugares más espectaculares de la “tierra de hielo”.
Reikiavik. Tradición y modernidad
La mitad de la población islandesa, alrededor de 350.000 habitantes, vive en la capital. Una ciudad de contrastes, muy dinámica y sorprendente. Podemos tomarle el pulso, disfrutando de su enérgica naturaleza, acudiendo a alguno de sus balnearios y piscinas termales que tanto gustan a los islandeses. Recorriendo sus pintorescas calles con tiendas de diseño y modernas cafeterías y restaurantes donde probar su peculiar y creativa gastronomía. También visitando alguno de sus museos, por ejemplo, el Museo Nacional de Islandia, para conocer sus raíces vikingas, y cuyo objeto más famoso es una estatuilla de Thor; el Museo Saga, un recorrido por la historia del país; o el Museo de Arte de Reikiavik.
Parque Nacional de Thingvellir. Una isla entre dos placas
A apenas 45 km de la capital, este parque nacional se localiza en el valle que le da nombre, entre dos placas tectónicas: la norteamericana y la euroasiática. Impresiona verla, y más aún caminar por esta herida de la tierra. Un impactante paisaje de fracturas y fallas que no es solo su origen geológico, sino también el histórico, ya que aquí se encuentra el lugar donde se reunió durante siglos el primer Parlamento islandés: el Lögberg (La roca de la ley), fechado desde el 874.
Cascada de Gullfoss. La cascada dorada
Este impresionante doble salto de agua es otra de las paradas obligatorias. No es la más alta --32 metros-- pero sí quizás la más espectacular y una de las más visitadas debido a su proximidad a la capital. Una gran brecha en la roca que los siglos y el agua han ido cincelando, creando un paisaje sobrecogedor. Se puede acceder a ella por un camino perfectamente señalizado y seguro. Es aconsejable llevar un impermeable. Un dato curioso es que la cascada fue propiedad privada hasta mediados del siglo XX.
No lejos de allí merece la pena hacer una parada más para contemplar a Stokkur, un potente géiser que cada 14 minutos aproximadamente expulsa una columna de vapor.
Vik. Acantilados, playas de arena negra y frailecillos
Esta pequeña población costera al sur de la isla atrae a gran cantidad de turistas. Su reclamo es su espectacular entorno: los bellos acantilados de rocas basálticas de Reynisfjall, gigantescas atalayas pétreas de origen volcánico que surgen en mitad de las aguas, o sus largas playas de arena negra. Otro de los atractivos son los simpáticos puffins (frailecillos), que nidifican en las zonas más escarpadas y se pueden ver durante los meses de verano. Cerca de esta localidad se encuentra el Eyjafjallajökull, el famoso volcán que paralizó el tráfico aéreo europeo en 2010 al entrar en erupción.
Parque Nacional de Vatnajökull. El glaciar más grande de Europa
Sus 12.000 km2 lo convierten en la reserva natural más vasta de todo el continente europeo. Un inmenso parque temático que ha creado la naturaleza, y que contiene toda la esencia de la isla. Infinitos páramos habitados por nieblas, volcanes, ríos, y sobre todo glaciares. El más grande de ellos da nombre al parque, el Vatnajökull, que ocupa cerca de 8000 km2, y crea magníficas cascadas como las de Svartifoss y Dettifoss... O la hipnótica laguna de Jökulsárlón, al sur del parque, un magnífico escenario en el que han rodado escenas el superagente más famoso de todos los tiempos: 007, en Muere otro día, o la heroína Lara Croft en Tomb Raider.
Este gigante natural alberga varios centros de visitantes que ofrecen a los viajeros todo tipo de información práctica, además de organizar rutas. Y una buena opción para alojarse es la cercana localidad de Höfn, un tranquilo y solitario pueblo costero con mucho encanto.
Los fiordos del Este y “Los huevos de Merry Bay”
A medida que avanzamos hacia el Este, la carretera se va haciendo cada vez más solitaria. Alejados de los circuitos turísticos, los paisajes adoptan una belleza insólita. Muy próximo a los fiordos se encuentra Djúpivogur, una pequeña población que es un museo al aire libre. 34 esculturas con forma de huevo bordean casi un kilometro de carretera. Se les conoce como “Los huevos de Merry Bay”.
Los fiordos del Este invitan a recorrerlos y disfrutar de actividades deportivas: rutas a pie o en bicicleta, y también actividades acuáticas. Eso sí, todo depende de la estación del año, y sobre todo de la previsión meteorológica.
Lago Myvatn y las fumarolas de Hverir
Ya en el norte de la isla, en las inmediaciones del lago Myvatn, existe una intensa actividad volcánica. Sus singulares parajes suponen un imán para los vulcanólogos. El lago es uno de los más grandes de la isla (37 km2). Un entorno único que se alimenta de aguas subterráneas frías y calientes. Muy próximo a este lugar se encuentra un territorio de pozas y fumarolas. Hverir, una extensa área geotermal de tierras sulfurosas de inhóspito paisaje, se puede recorrer libremente siguiendo el camino marcado. Cuidado, ya que las aguas alcanzan temperaturas muy elevadas.
Akureyri y Húsavik, las ciudades del Norte
Akureyri es la segunda ciudad más grande de Islandia por detrás de Reikiavik. Es un importante puerto pesquero y está considerada como la capital del Norte. Coquetas casas en calles empinadas, galerías de arte, hoteles, restaurantes y comercios conforman esta atractiva y dinámica urbe.
Husavik es el lugar idóneo para el avistamiento de ballenas. Posee además un museo dedicado a este gigante de los mares. Esta encantadora localidad con pintorescas casas de colores nos regala impagables vistas de la bahía de Skjálfandi.
Fiordos del Oeste. La indómita tierra de brujas
Es el territorio más occidental, agreste y con menos población de toda Islandia. Vertiginosos acantilados como el de Hornbjarg (534 m) y el de Látrabjar (444 m) regalan imágenes y sensaciones difíciles de olvidar. A pesar de ser una de las rutas menos turísticas es, sin lugar a dudas, una de las más bellas. La impresionante cascada de Dynjandi, una de las más espectaculares del país, o el museo de la Hechicería y la Brujería Islandesa son algunas de las visitas obligadas de esta recóndita península. Islandia en estado puro.