El ruido, el humo y la contaminación por los cada vez más numerosos buses y autocares turísticos que se dirigen hacia el Park Güell está acabando con la paciencia de los vecinos del Baix Guinardó y Can Baró. Las calles de estos dos barrios de montaña barceloneses se han convertido en los últimos años en una de las zonas de tránsito preferidas por este tipo de vehículos para llegar al emblemático parque de Gaudí, con los problemas y las molestias que ello les causa. Su elevada frecuencia de paso contrasta con la de otras líneas de bus ordinarias utilizadas por los residentes de la zona, que también sufren en ellas los efectos de la masificación turística.
La situación ha llegado a tal punto que, desde la Asociación de Vecinos del Baix Guinardó (AVVBG), se acaba de impulsar una recogida de firmas para manifestar su “indignación y rechazo al modelo actual de transporte turístico”. Una enmienda a la totalidad con todas las de la ley. En el mismo incluyen los cientos de autocares privados, buses turísticos de Transports Metropolitans de Barcelona (TMB), y las lanzaderas que, desde el pasado mes de abril, recogen a los turistas que se dirigen al Park Güell desde la parada de Metro de Alfons X.
El Metro de Sanllehy, en el limbo
Al mismo tiempo, reclaman que se mejore el transporte público ordinario para los vecinos de la zona, que desde hace años reivindican medidas como la finalización y apertura de la parada metro de Sanllehy, de la inacabada línea L9. Algo que, en su opinión, contribuiría en gran medida a descongestionar y solucionar el problema.
El manifiesto, dirigido al Distrito de Horta-Guinardó, exige “un cambio radical” y un sistema “más sostenible”. Por ello, solicitan una “reducción y redistribución” de los autocares que se dirigen al Park Güell, y utilizar sólo vehículos eléctricos e híbridos, como ya ocurre en otros puntos de la ciudad. También eliminar los buses turísticos de dos pisos, que debido a la estrechez de muchas de estas calles causan problemas de privacidad “al pasar por delante de los entresuelos y primeros pisos de las viviendas”.
40 autobuses por hora
Asimismo, abogan por recuperar el bus de la eliminada línea 92, que permitía al vecindario acceder de forma directa a la Cruz Roja y el Hospital del Mar, quitar el nuevo 191 a su paso por la empinada calle de Cartagena --por la cual también sube el Bus Turístic de TMB--, ampliar el recorrido del bus de barrio 114, y la frecuencia del metro de la línea L4.
Desde la Asociación de Vecinos del Baix Guinardó denuncian el descontrol que, a su juicio, el Ayuntamiento tiene sobre el transporte turístico, en especial del privado. “No saben cuántos pasan. Últimamente vemos hasta autocares de turoperadores chinos, coreanos, japoneses...”, explica su presidente, Enric Buscarons, a Crónica Global.
Por esta razón, han realizado sus propias estimaciones. Los cálculos de la AVVBG demuestran que en varias de las calles del barrio transitan más autobuses turísticos --públicos, privados y lanzaderas--, que ordinarios. Sus cifras son alarmantes, y revelan la masificación causada por este tipo de vehículos: por la calle Cartagena suben unos 41 por hora (29 turísticos y 12 no turísticos); por la estrecha y muy pendiente calle Praga, unos 30 (18 y 12); por uno de los dos sentidos de la Ronda del Guinardó, 47 (16 y 31), y por el otro, 15 (2 y 12). Y así, cada hora.
"No queremos lanzaderas"
Por si eso fuera poco, Buscarons lamenta que algunas de las medidas impulsadas por el consistorio para paliar el problema no han hecho más que agravarlo. Es el caso de las lanzaderas al Park Güell, que no sólo no han servido para reducir el número de autocares y buses turísticos, sino que lo han incrementado, sumándose a ellos al pasar aproximadamente cada 10 minutos por calles como la de Praga, que por sus características es una de las que más padecen los efectos de este tipo de transporte.
“La lanzadera no la queremos. Fue una imposición, y no da un buen servicio. En muchos casos van vacías, o con muy pocas personas, sobretodo a primera y última hora. Su ocupación media es de un 33%”, asegura, “muy por debajo de lo que debería esperarse”.
Reunión con el Distrito
Además de eso, el turismo ha colapsado otras líneas ordinarias de bus, como el V19, que suplió a la línea 92, ampliando su recorrido por el concurrido frente marítimo hasta el Hotel Vela. “Los vecinos están hartos, porque además, ven cómo su frecuencia de paso a veces es de 20 minutos”, explica Buscarons. El doble de espera, o incluso más, que los turísticos de TMB, que pasan cada 5 ó 10 minutos.
Los promotores del manifiesto y de esta nueva recogida de firmas, que el pasado abril y mayo ya se manifestaron varias veces para protestar contra la lanzadera, confían en la “buena disposición” del nuevo equipo municipal y del Distrito de Horta-Guinardó, con cuya nueva regidora, Rosa Alarcón, se reunirán la semana que viene, y a quien agradecen su interés. Hasta ahora, las reuniones con los anteriores responsables del consistorio no dieron los frutos que esperaban.
Quejas por el microbús 'menguante' 114
Las facilidades puestas para que los turistas se desplacen al Park Güell contrasta, sin embargo, con las carencias de otros servicios de transporte en la zona. Es el caso, por ejemplo, del bus de barrio 114, que transcurre entre Gràcia y Can Baró. Diversos vecinos se han quejado en las últimas semanas de que, desde el pasado mes de mayo, algunos de los vehículos de esta flota tienen un tamaño y un espacio mucho más reducido del habitual, con apenas seis asientos, dos de ellos para personas con necesidades especiales.
“Son como furgonetas. Y aunque dentro ponga que caben hasta 16 personas, es inviable, irían como sardinas en lata”, lamenta Isabel Lluís, miembro de la comisión de transporte de la Plataforma Vecinal Can Baró. Esta vecina denuncia, además, otros problemas de este modelo en concreto, como la accesibilidad --no tiene rampa para poder subir y bajar, y sus dos escalones son muy pequeños--, su escasa altura, la imposibilidad de abrir las ventanas… y, sobre todo, la frecuencia de paso de toda la flota, de unos 20 minutos últimamente, o incluso más.
Barrio mal comunicado
“A veces se estropean y no pasan, y en vez de un cuarto de hora tenemos que esperar media”, lamenta Maria Josep Pérez, usuaria habitual de la línea. "Y en mi caso, el 114 es el único transporte público que pasa cerca de mi casa", añade.
“En este barrio, con muchas cuestas y pendientes, vive mucha gente mayor, y en especial para ellos es un servicio básico”, expone Isabel Lluís. Por eso, reivindica que pasen más a menudo. “Queremos una frecuencia mayor, como la del 116”, afirma. Esta última línea discurre entre Gràcia y La Salut, precisamente en las inmediaciones del Park Güell.
TMB reconoce averías
Desde TMB han reconocido a Crónica Global que el intervalo de paso del 114 los días laborables de julio está siendo de 20 minutos, con tres vehículos asignados. La compañía atribuye al calor las averías y también los problemas con el aire acondicionado sufridos en las últimas fechas, que dificultan que los vehículos puedan salir a la calle con las máximas garantías. TMB asegura que este es el motivo por el cual la línea ha circulado con otros minibuses para cubrir el servicio.
La empresa de transporte, asimismo, lamenta la acumulación de obras en la vía pública que, según su versión, hacen que el 114 tenga algunas alteraciones en su recorrido. Lo cual, sumado al tráfico, puede distorsionar su frecuencia de paso. TMB lamenta las molestias que haya causado, y asegura que, a partir de la próxima semana, intentará garantizar, "en la medida de lo posible", la flota estructural de la línea.