Están ahí, en la calle, entre el carril bici y el resto de la calzada, pero raramente pensamos en ellos. Son los separadores de vías, de plástico, ovalados, en ocasiones de varios colores, que se suceden uno detrás de otro, tan útiles para mejorar la seguridad del tráfico. Los vecinos apenas los tienen en cuenta, pero constituyen material urbano fundamental que contribuye a regular el día a día de la ciudad, la sístole y la diástole de Barcelona. Lo que nadie sabe es que se fabrican con el PVC de los cables eléctricos desechados. Y es así de fácil, sostenible, humano: la idea es devolver a la ciudad, de manera útil, los residuos que la misma ciudad genera. Y no consumir más de lo necesario.
Detrás del proyecto hay un equipo, una empresa local. Es Zicla, fundada en 2005 por dos ingenieros civiles, Alfredo Balmaceda y Gastón Villella, y con 12 trabajadores en plantilla. Han querido ser los protagonistas, junto con la agencia de branding Nomon Design, que les lleva la estrategia de marca, en una de las conferencias-taller del circuito de la 14ª edición de la Barcelona Design Week (BDW).
La idea de Zicla
“Generamos mobiliario urbano de manera sostenible. Nos basamos en la economía circular”, explica María Grazzina, del equipo de brand de la empresa, que aparte del separador del carril bici, también genera jardineras con bandas reflectantes para visibilidad, plataformas modulares para mejorar la accesibilidad al autobús y otros elementos para la vía pública. Para fabricar todo esto, entre 2009 y 2018 han utilizado más de 2.670 toneladas de residuos plásticos procedentes del posconsumo y de procesos industriales varios.
Empezaron en 2005 como asesoría para otras empresas y entidades en lo que se refiere a la valorización de los residuos que estas generaban. A fabricar sus propios productos reciclados comenzaron tres años más tarde. En la actualidad, coexisten ambas áreas de trabajo. Clara Campos, la responsable de comunicación de Zicla, comenta que “el crecimiento más grande” lo experimentaron en 2013, y fue ahí cuando vieron que necesitaban “crear una estrategia de marca. El branding es fundamental para la expansión internacional”.
Expansión internacional
Los principales mercados de la empresa son España, Francia y Estados Unidos. Según apunta el responsable de desarrollo del mercado internacional de la compañía, Gorka Castrillo, “lo que más éxito tiene fuera es la plataforma de ayuda para acceder al bus. En Barcelona las tenemos en cuatro ubicaciones, pero se han instalado 510 en todo el mundo, en más de 200 ciudades, como Nueva York, Los Ángeles y San José”.
“Nos hemos puesto una prenda que sentimos que nos representa y nos hemos propuesto andar con ella por todo el mundo”, dice Castrillo. Zicla trabaja con varios proveedores de materiales reciclados, no solo de cobertura de cables eléctricos, sino también de bolsas de plástico y otros residuos. “Aunque lo exportemos, lo fabricamos aquí. La idea es hacerlo en la propia ciudad en la que producimos para reducir la huella ambiental”, añade. Reconoce que a menudo es el mismo cliente el que exige más en cuanto a reciclado y sostenibilidad. “Nos piden que no envolvamos el género en plástico desechable, que utilicemos cajas reaprovechables o que fabriquemos más cerca para dejar de cocer el Atlántico”, arguye desde el exquisito estudio de Nomon Design, en la calle Balmes, donde se ha desarrollado el acto.
Más ecológico, más caro
Castrillo defiende que los productos de Zicla, aunque más caros que los de la competencia que no recicla, tienen una duración más larga en tanto pueden renovar su ciclo de vida cuando este termina. “Ofrecemos un valor añadido al producto y tratamos de transmitírselo al cliente para que confíe en nosotros”, dice.
El plástico extraído de los vehículos listos para el desguace con tal de reaprovecharlo en los separadores de carriles requiere un proceso de fundición que tiene un coste para el medio ambiente. En cualquier caso, Castrillo asegura que el personal de la empresa está muy concienciado y que hay una demanda clara por parte de todo el sector para reducir la huella ecológica a cero en todos los eslabones de la cadena de producción.
Una ciudad más sostenible
Según un informe del Pacte per la Mobilitat del Ayuntamiento de Barcelona, en esta ciudad hay 439 coches por cada 1.000 habitantes. Aunque la media está en 479, hay ciudades como Copenhague que se sitúan en torno a los 180. “Dinamarca tiene una trayectoria más larga en cuanto a generar infraestructura para bici. Ellos llevan 50 años debatiendo sobre cómo adaptar la ciudad a las bicis para ofrecer una alternativa a los vehículos motorizados”.
“Nosotros apostamos por modelos de ciudad más descongestionados, con menos contaminación y en las que se cumplan los objetivos del pacto climático”, subraya Castrillo, que opina que los coches son cada vez menos necesarios en los nuevos modelos de sociedad. Las cifras lo acompañan: en España un coche está parado el 97% de su tiempo de vida, según datos de la Unión Internacional de Transporte Público. “Los coches privados se utilizan unas 270 horas al año, teniendo en cuenta que un año tiene 8.760 horas. Con la tercera parte de la flota de vehículos que existe actualmente para movernos por la ciudad seríamos capaces de tener los mismos servicios”, expone este responsable de Zicla a Crónica Global. Cada vez hay más iniciativas que apuntan en esta dirección, como el car sharing, para trayectos cortos, que ofrecen compañías como Ubeeqo en Barcelona o Car to go en Madrid.
Lo ‘eco’ vende
Pablo Franco, diseñador del estudio Lux Creativa, pone de relieve que “lo importante, más allá del eslogan, es que uno crea en lo que dice”. Si yo me vendo como una marca eco, tengo que poder demostrar que realmente lo soy. De lo que se trata es de no ser hipócrita”.
“A veces los creativos de marca magnificamos atributos de las empresas que éstas no siempre tienen, de modo que las que sí los tienen se quedan camufladas”, añade su hermano, Daniel Franco, diseñador del mismo estudio. “Si no eres eco y no lo dices, no hay problema. La anomalía está en aquellas firmas que, siendo un poco eco, lo primero que dicen sobre ellas mismas es que son ecológicas”, recalca en el marco del taller de sensibilización organizado por Nomon Design y Zicla.
La importancia del 'branding'
“Uno de nuestros problemas era cómo explicar al cliente final el valor añadido que le da a la marca que su producto esté fabricado con elementos reciclados”, explica Esther Agustench, la directora creativa de la agencia de branding Nomon Design. “Tratamos de desmarcarnos del concepto de reciclado para adentrarnos en el campo de lo urbano, que también define a Zicla”, añade. “El cliente objetivo que buscamos no es una empresa o una ciudad que compre solamente, sino que confíe en nosotros para que podamos acompañarlo en todo el proceso, y Nomon fue fundamental para conseguirlo”, dice Castrillo, que asegura que la agencia “ha dado en el clavo” con el diseño del nuevo logotipo de Zicla.
“Con Nomon nos hemos centrado en lo que ocurre alrededor del producto: cómo evoluciona la ciudad, con más espacios verdes cada vez, con más cabida para las bicis, los patinetes y el transporte sostenible --concluye Castrillo--. Hablamos un montón del cambio climático, de la crisis climática, y queremos ser parte de la solución”.