Cerca de 7.000 personas con movilidad reducida en Cataluña no salen nunca de casa sin ayuda por falta de accesibilidad en sus edificios, según un estudio de la Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica (COFEME) y la Fundación Mutua de Propietarios. José Ángel Carrey, portavoz de la plataforma Carrers per a Tothom denuncia que los que sí pueden salir se encuentran con "auténticas trampas", como bicicletas en las aceras, patinetes a gran velocidad, y una normativa de terrazas que dificulta el paso de personas en silla de ruedas o problemas de visión.
Carrey cuenta a Crónica Global que, a pesar de los avances, "la situación es manifiestamente mejorable", y lamenta que en el territorio todavía hay numerosas barreras. "A nivel de transportes hay muchísimas estaciones que no cumplen las condiciones de accesibilidad, son auténticas trampas para personas con movilidad reducida", lamenta. Pone como ejemplo la de Montcada Bifurcació, en la población de Montcada i Reixac, en la que hay "un auténtico abismo para llegar hasta el andén". También sucede en autobuses interurbanos que, aunque deben cumplir con las condiciones básicas de accesibilidad desde diciembre de 2017, éstas "brillan por su ausencia", sostiene.
Plataformas únicas
Aunque la capital catalana se vende como "el gran ejemplo de accesibilidad", desde la plataforma exponen que todavía hay grandes deficiencias. "Autobuses que no cumplen con la normativa de rampas, y que por tanto, las personas en sillas de ruedas no pueden usar; ausencia de megafonía para las personas ciegas, y el gran problema con las plataformas únicas", cuenta Carrey. Estas últimas son un diseño urbanístico que supone la eliminación de las aceras y la creación de una espacio compartido entre el peatón y los vehículos. "Un modelo regulado por la normativa de manera excepcional cuando la calle es estrecha y no permite que la distancia entre la acera y la calzada sea de 1,80 metros", explica, para que las personas se puedan desplazar sin dificultad.
¿Cuál es el problema? "Se está implementando en masa en vías anchas en las que hay tráfico y lo que produce es una situación de riesgo y de desorientación", cuenta, no solo para los que tienen algún problema de movilidad. "Los niños y la gente mayor están mucho más seguros si no hay coches en la acera. No con un modelo compartido en el que no existe ninguna señalización, con el que se supone que el peatón tiene preferencia, pero en realidad la tiene el coche y te puede atropellar", alerta. Un ejemplo de esta aplicación es el de Passeig de Gràcia, que califica de "auténtico disparate".
Terrazas y carriles bici
"Si a esto le sumas coches eléctricos, que no hacen ruido y que están proliferando; los carriles bici, que en muchas ocasiones no están en la calzada sino en la acera, donde la gente va a toda velocidad; y la ordenanza de terrazas que se aprobó el pasado junio, que desregula las distancias; nos queda un paisaje urbano agresivo y realmente peligroso para las personas con movilidad reducida", apuntan desde la plataforma.
Un riesgo que corren los que van en silla de ruedas, pero también las personas ciegas. "La anterior normativa de terrazas, de 2013, establecía unas distancias que había que cumplir a fachada, a paradas de autobús, a entradas de metro, a pasos de peatones, a las zonas de aparcamiento reservadas a personas con discapacidad, y la nueva norma, lo elimina. Hace que sean negociables, y en realidad, incluye tantas excepciones, que los hosteleros pueden poner mesas donde les de la gana sin ningún tipo de control, y aún así no están satisfechos", critica José Ángel, que es invidente. Apunta un caso concreto, el de la cafetería Zurich, en plaza Catalunya. "Intenta localizar allí la entrada de metro, o ir desde la boca del suburbano hasta la pared, para orientarte para subir por Pelai, por ejemplo, o por la misma plaza. Es un berenjenal de mesas inmenso que se podría regular", señala.
Impugnación de la normativa
Por este motivo, tanto la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona (FAVB) como la plataforma han impugnado la normativa de terrazas de la capital catalana. Carrey considera que se ha forzado la aprobación de una "ordenanza ilegal" porque incumple todas las normas de accesibilidad, "tanto estatales como autonómicas, pero también de contaminación acústica y ambiental", apunta. "Un disparate que se impulsó a voluntad del gremio de restauración, que ha optado por esta reforma sin consensuar con los ciudadanos y sus derechos", señala.
Esta reforma se encuentra en un contencioso-administrativo, y esperan su nulidad por "saltarse el trámite de participación". José Ángel es ciego, y cuenta que para él, "todos esos obstáculos suponen un problema grave, sobretodo de orientación".
Matrículas para patinetes
Otra de las reivindicaciones para mejorar la movilidad en la Ciudad Condal pasa por establecer límites de velocidad entre bicicletas y patinetes y hacer que éstos se cumplan. También evitar que circulen por las aceras. Además, propone que estos vehículos, al igual que sucede con coches y motocicletas, tengan matrícula, para que quien los conduce asuma su responsabilidad.
"Si tú eres el conductor de una moto o de un coche, tienes un carné de conducir, un vehículo en propiedad, y eso permite buscar al responsable. En cambio, en un patinete ¿de quién es la responsabilidad? Hay que implementar una regulación para concienciar a la ciudadanía y sancionar para evitar las situaciones de riesgo, porque sino estamos en total desamparo", subrayan desde Carrers per a Tothom.