Más de 700 hogares catalanes acogen en la actualidad a 887 menores tuteados por el sistema de protección a la infancia de la Generalitat. Uno de ellos es el que forman Mónica Ramos y Antonio, una pareja de Sant Boi de Llobregat que lleva junta más de 25 años, y que en 2012 se convirtieron en padres de una niña de nueve meses. La han acogido en su hogar, y la han criado y cuidado como a una hija, pero saben que la finalidad es que algún día pueda volver con sus parientes biológicos, una vez se recuperen, aunque no ha dejado de verlos. "Cuando llegó tenía nueve meses y no lo sabía, pero siempre ha tenido fotos de su mamá y sus hermanos en su habitación. Más adelante, con cuatro o cinco años le explicamos con dibujos que tenía otra familia”, cuenta la progenitora a Crónica Global.
Mónica explica que la niña aceptó muy bien la situación y que "es muy madura para la edad que tiene". Aunque vive con sus padres de acogida, mantiene visitas periódicas con su familia biológica. "Nunca le hemos ocultado la verdad. Ella sabe que su mamá, por equis motivos, no puede cuidarla, y le decimos que para eso estamos nosotros, que también somos sus papás, para cuidar de ella”, cuenta. La intención es "que tenga una vida normal, y que no acabe en un centro”, subraya. Ahora ya son cuatro en casa, al sumarse un nuevo miembro al clan, un pequeño también tutelado, que ahora ya tiene dos años.
Volver con la familia biológica
Los niños tuteados provienen de entornos desfavorecidos, que no pueden garantizar su bienestar, pero la finalidad última es que puedan volver con sus parientes biológicos, explican a este medio desde el Consorci de Benestar Social del Ripollès, ya que una situación temporal no es lo más deseado. El proceso para poder hacerse cargo de un menor es similar al de una adopción. Tras presentar una solicitud en cualquier municipio, se inicia un estudio en el que se llevan a cabo entrevistas para conocer las motivaciones de la familia, así como sus características psicológicas.
Desde este organismo subrayan que, para poder acoger, es fundamental entender que los parientes biológicos no han tenido las herramientas para poder garantizar el bienestar del menor, y que no es una decisión voluntaria. Desde el desempleo hasta casos de personas con toxicomanía. Y que, una vez mejore su situación --los Servicios de Infancia trabajan con los padres para que puedan recuperar a sus hijos--, tendrán que volver con ellos. ¿Se está preparado para ese momento? "Es complicado", admite Mónica, "porque si algún día se marchan lo vamos a pasar fatal, pero lo importante es quedarse con que has hecho todo lo posible por ellos, que les has facilitado las cosas, y que han tenido un hogar y una vida normal”, señala.
Centro de agogida
¿Por qué acoger y no una adopción permanente? "El proceso de adopción tarda muchos años. Pensamos que, si hay niños que necesitan un hogar, ¿para qué íbamos a adoptar?", cuenta Ramos. De lo que se trata “es de que sientan el calor que, por mucho que quieran, en un centro no encontrarán. Necesitan una familia, cuidados que, por los motivos que sea, sus padres no les pueden dar, y para eso estamos nosotros", sostiene.
¿Requieren más cariño o atención que cualquier otro niño? "Necesitan que estés con ellos las 24 horas, porque te reclaman. Hacemos una vida normal, porque son nuestros hijos: estamos ahí cuando están enfermos, les damos de comer, les llevamos al colegio", apunta. Se convierten en una familia, aunque saben que cualquier día podrían marcharse y volver con sus padres biológicos. "Los quieres como si fueran tuyos, porque aunque no los hayas parido, madre no es quien pare sino quien está con ellos y cubre todas sus necesidades", subraya, y admite que "aunque tú les das mucho, lo que te dan ellos a ti, no tiene palabras. Ver que son felices, no tiene precio", confiesa.
Familia temporal
Esta pareja de Sant Boi está encantada con su decisión. Varias veces el año, la Administración realiza visitas domiciliarias para comprobar la incorporación del menor con su familia temporal, el entorno y el centro escolar. En el caso de Antonio y Mónica, contaron con todo el apoyo del resto de padres del colegio. "Nos dijeron que nos ayudarían en todo lo que necesitáramos", y cuenta que, en el caso de niños que puedan tener problemas de adaptación, "no pasa nada, porque un hijo biológico también puede ser conflictivo".
¿Cómo lo encaja la niña? "Está muy contenta porque dice que tiene una familia muy grande: dos mamás y dos papás. No sé si cuando se haga mayor me hará otra clase de preguntas. Por ahora lo único que dice es ‘¿por qué mi mamá biológica no puede estar conmigo y tú sí que puedes estar?’. Y yo le respondo “porque tú siempre has estado en mi corazón, y siempre te voy a cuidar. Y tu mamá biológica no ha podido, pero también te quiere", explica. "Es una niña muy querida por ambas partes" y Mónica cree que "eso para ella es suficiente".
"Ojalá lo hubiera hecho antes"
Está mujer de 46 años está tan satisfecha de la decisión que tomó, que anima a todo aquel que se vea capacitado, a que lo haga. "Ver que un niño está feliz, y darle lo que necesita, cuando sabes que no lo va a tener en otro sitio, es lo que más te llena", relata.
¿Cómo os decidisteis? "Mi marido y yo estábamos de acuerdo, y así lo hicimos. El problema es que la gente no sabe que existe esa opción, pero una vez lo has hecho piensas, ojalá lo hubiera hecho antes”, y se muestra muy "orgullosa" de ser madre de acogida. Eso sí, "por ahora", no se plantea aumentar la familia.