El actor Imanol Arias regresa al teatro para interpretar al veterano de guerra de El coronel no tiene quien le escriba. La obra de Gabriel García Márquez, adaptada al escenario por Natalia Grueso y dirigida por Carlos Saura, se estrenará en el Teatro Infanta Isabel de Madrid el próximo día 15.
Arias se pondrá en la piel del viejo coronel quien, junto a su mujer, esperaba la llegada de una carta del Gobierno confirmando la concesión de una pensión. Mientras esperan, deben afrontar una situación de precariedad y pobreza que les obliga a elegir entre alimentar a su gallina o sobrevivir.
Arias como coronel olvidado
El actor reconoce que, pese a su edad, no es tan mayor como el personaje de Márquez: "Al aceptar este trabajo había que decidir qué hacer con la edad. Yo soy mayor, pero el personaje es algo mayor que yo. Ante la posibilidad de hacer una caracterización, decidimos que tenía mi edad".
Arias interpretará al viejo coronel de García Márquez
El intérprete de Antonio Alcántara volvió al teatro con la La vida da palos en verano de 2018, tras una larga ausencia de casi 20 años. Reconoce que debido al tiempo transcurrido, no se considera una figura de este género y tiene mucho que aprender. Por otra parte, la experiencia del actor también le facilita cierta distancia respecto a las pretensiones: "No aspiro a nada, no espero grandes alabanzas ni grandes derrotas".
Teatro y literatura
La obra se representará los martes, miércoles, jueves, viernes y sábados a las 19:00h hasta el 30 de junio. Imanol considera que trabajar con un profesional con la dilatada experiencia de Carlos Saura --casi 70 años de teatro y cine premiados-- es un plus: "No es un director al uso, es muy sabio. Saura tiene mucha ironía, porque tiene mucha experiencia en la vida, es un buen colega de viaje".
Quienes quieran aprovechar la ocasión para conocer la novela del escritor colombiano, tienen la oportunidad de matar dos pájaros de un tiro el mismo día: El coronel no tiene quien le escriba tiene una extensión de apenas 100 páginas. El lector, sin embargo, no debe esperar el realismo mágico de Cien años de soledad, sino un drama con referencias simbólicas a la guerra, la política y la ingratitud de un pueblo.