En 2012, cuando los efectos de la segunda caída de la crisis económica empezaron a dejarse notar, Cataluña experimentó un decrecimiento de la población que no volvió a recuperar hasta 2018. Entre 2012 y 2014 el territorio perdió habitantes, y en 2015 empezó una lenta remontada que aún no ha conseguido nivelar las cuatro provincias: 0,19% (2015), 0,64% (2016), 0,63% (2017) y 0,75% (2018).
En Tarragona, el censo indicaba un total de 806.674 personas en 2012, pero en 2018 se quedaba en 797.128. En las comarcas de Lleida, hace siete años constaban un total de 438.075 individuos en el Idescat, frente a las 427.718 en el cierre de 2018.
Evolución demográfica en Cataluña / EP
Tendencia desigual
Por otra parte, Girona presenta el mismo fenómeno: 751.279 censados en 2012 y 747.157 en 2018. Sin embargo, este territorio se está recuperando, ya que sí ha restablecido el volumen de población previo a 2013, según muestran los datos provisionales de 2019 (753.869), a diferencia de Tarragona (803.627) y Lleida (428.816) que siguen por detrás.
En Barcelona, por su parte, la recuperación del censo respecto a 2012 (5.519.370) se produce en 2017 (5.533.459). Estas cifras confirman que no todas las provincias presentan la misma vulnerabilidad ante los flujos migratorios.
¿Cataluña vaciada?
Si miramos los datos de 2008 hasta 2012 (primer tramo de la recesión), los cuatro territorios experimentaron un crecimiento simultáneo y consecutivo. O sea, que hasta 2012 la recesión no generó desplazamientos. En la repoblación, las zonas que tardan más son las menos industrializadas y con menos servicios.
El retorno de emigrantes a sus países y la marcha de jóvenes a las comarcas donde puedan tener mayores oportunidades son dos de los factores que intervienen en esta tendencia. Se deberá esperar más tiempo para confirmar si Tarragona y Lleida recuperan sus niveles previos a 2013, como aparentemente ya han hecho Girona en 2019 y Barcelona en 2017.