Carmen, la superviviente que ayuda a otras víctimas de violencia de género
Tras sufrir malos tratos durante 11 años, decidió apoyar a otras mujeres que se encontrasen en la misma situación, para combatir la inseguridad y el abandono
2 mayo, 2019 00:00Carmen Benito (52 años) fundó Mujeres Unidas contra el Maltrato (MUM) en 2010.“Sufrí violencia de género durante 11 años, soy una superviviente”, relata. Cuando decidió pedir ayuda comprobó que no existían medios suficientes por parte de la Administración y, tras recuperarse, decidió apoyar a otras mujeres que se encontrasen en la misma situación. “Con mi psicóloga y con la amiga que me quedaba, empecé la asociación”, recuerda.
“Acudí a Servicios Sociales para pedir ayuda. No tenía nada, salí de mi casa con una mano delante y otra detrás, pero me dijeron que no podían hacer nada por mí si no denunciaba y me declaraban víctima de violencia”, explica. “Así que tuve que buscar terapia con mis medios, para normalizar mi cabeza. Todo el recorrido que pasé era lo que quería evitar para otras mujeres, que no tuviesen que pasarlo solas”, lamenta.
"Enganche emocional"
Benito explica que las víctimas se encuentran, en muchas ocasiones, sin ninguna red de apoyo. “Cuando sufres malos tratos pierdes a los amigos, y también a la familia. No entienden por qué no te vas, ni tu situación”. “Los vas perdiendo poco a poco”, lamenta. ¿Qué deben hacer los familiares de las mujeres que sufren malos tratos? “Desde la asociación les decimos que les tiendan la mano porque en algún momento esa persona va a salir de esta situación”. La posición del entorno también es complicada, quieren ayudar a un ser querido pero no saben cómo. “Nos llaman hijos, madres, amigas, y nos explican que están enganchadas, y que encima le defienden —al agresor—. El problema es que desconocen que, en un proceso de violencia, es habitual que eso suceda”, lamenta.
“La sociedad necesita más información, aún hay gente que se pregunta por qué las víctimas vuelven junto al agresor”, lamenta Benito, quien explica que desconocer que se produce un “enganche emocional” hace que, en ocasiones, el propio entorno de la víctima le de la espalda. “Lo primero es ofrecer alternativas, a una mujer maltratada nunca hay que decirle no te preocupes ni tampoco lo que tiene que hacer”, explica Benito. "Son dos normas de MUM, dos mandamientos fundamentales: ni forzar, ni dirigir. Apoyar y esperar. Si una mujer no se marcha no es porque no quiera, es porque no puede”, recuerda.
Carmen, junto a otras compañeras de MUM en una carrera contra la violencia de género / CG
Inseguridad
La incertidumbre tampoco ayuda. “Una mujer no sabe qué hacer”, explica. ¿Qué alternativas tiene? Para que una víctima de maltrato se decida a dar el paso y pueda abandonar a su agresor necesita seguridad, algo que no aporta una denuncia. "Se va de casa, ¿y luego qué?”, pregunta Benito. “Muchas mujeres dependen de su pareja. Aunque tengan un trabajo, puede existir una dependencia económica. No saben dónde vivir, y si denunciar o no. No saben por dónde empezar", explica.
La falta de medidas para velar por la seguridad de las víctimas es otro de los principales reclamos que hacen desde esta entidad. “No existe protección. Hay centros públicos de corta estancia, que ofrecen alojamiento durante 24 horas, pero si no sigues los cauces legales –denunciar—te vas a la calle”, critica. “Hay gente que no denuncia por miedo, porque si lo hace puede poner en peligro su vida, o la de sus hijos, si los tiene". Mujeres a las que "les costó mucho alejarse, por el miedo real, físico, a que les pueda pasar algo", explica.
Orden de alejamiento
Para combatir la inseguridad y el abandono que sufren las víctimas de malos tratos, MUM cuenta con perros escolta y dispositivos de geolocalización que permiten enviar una señal de alerta. También trabajan en red con otras asociaciones, para que las mujeres que temen por su integridad física puedan marcharse a vivir a otras ciudades.
Aunque Benito es consciente de que no hay efectivos suficientes para velar por la protección física de todas las víctimas, recuerda que “una orden de alejamiento no cuesta dinero. Es cierto que muchas veces los agresores se la saltan, pero es que en muchos casos ni si quiera se aplica”, lamenta. “Para conseguirla un juez te tiene que reconocer como víctima”. Un proceso largo y complicado. “Lo primero que te dicen es que demuestres lo que estás diciendo. Si es un maltrato psicológico o verbal es muy difícil, porque es su palabra contra la tuya, a no ser que las secuelas sean muy graves. Si hablamos del físico, tiene que existir un parte de lesiones", relata.
MUM en las aulas para tratar la violencia de género como un grave problema social / FACEBOOK
Denunciar
Una situación que hace que “las mujeres denuncien solo porque no les queda más remedio”, relata. "Hay veces que no compensa meterse en un proceso judicial, que hace muy difícil que te reconozcan como víctima, y en el que tienes que volver a enfrentarte a tu maltratador. Supone un perjuicio mental y a todos los niveles para la mujer”, lamenta Benito. La asociación atiende a mujeres que se encuentran en diferentes situaciones. “Algunas porque están sufriendo violencia, otras que quieren salir y no saben cómo. Hay dos maneras de hacerlo: o sales y desapareces de la vida de la otra persona y te recompones o, si tienes hijos, no queda más remedio que ir por la vía judicial”, cuenta.
El primer paso es verbalizar el maltrato. “Cuando una mujer llama para pedir ayuda, lo primero que hacemos es derivarla a la coordinadora de primera acogida. Nos cuenta si está conviviendo con el agresor, si la podemos llamar o no, y si tiene hijos. Luego se le da una primera cita con una psicóloga o trabajadora social. Con mucho cariño y con mucho mimo, se hace una valoración de peligrosidad para saber lo que necesita; desde asesoramiento legal o si necesita un empleo, para pasar a un programa de inserción laboral, o una vivienda".
Hijos con el agresor
¿Qué sucede cuando la víctima ha tenido hijos con el agresor? Benito recuerda que los menores juegan un papel clave en el proceso: “muchas veces son el motor que te empuja a marcharte, y otras son los que te anclan ante el miedo a un futuro incierto”.
“Si tienes un hijo con el agresor y tienes que verlo cada 15 días, imagínate”. Benito explica que desde la asociación se han encontrado con casos, no solo de malos tratos, sino de abusos a menores. ¿Cómo se puede proteger a los niños? “Mientras los jueces tengan la autoridad absoluta sobre ellos, no se puede hacer nada".
Mujeres Unidas contra el Maltrato (MUM) nace en 2010 para ayudar a mujeres maltratadas
Medidas habitacionales
¿Qué recursos urgen? “Medidas habitacionales. No para toda la vida, pero sí que exista la seguridad suficiente para que las mujeres que deciden salir de sus casas, tengan la posibilidad de estar al menos seis meses en un piso de acogida, donde puedan comenzar una terapia”. Una alternativa que sí ofrecen desde MUM, con un proyecto, la Ecoaldea, que acoge a ocho familias monomarentales.
“Simplemente se tienen que poner en el lugar de una mujer que, con hijos o no, está viviendo en un sitio y lo primero que necesita es salir de allí. ¿A dónde vas? Es necesaria una seguridad, para no quedarse en la calle, y que no te obliguen, si acudes a los Servicios Sociales, a poner una denuncia en 24 horas, porque a lo mejor no puedes o simplemente no quieres”.
Pequeñas metas
El proceso de recuperación, explica, pasa por establecer pequeñas metas. “Marcarse un objetivo, e ir a por él”. “Si es una mujer joven, puede ser terminar los estudios. Algo que le permita luego salir adelante y afrontar el mundo real. ¿Para que sirve una casa de acogida en la que pase encerrada seis meses? Cuando se marche, ¿qué hará?”, critica.
Desde MUM dan un apoyo multidisciplinar, para cubrir todas las necesidades de las víctimas de malostratos. Una asociación, fundada por una superviviente, que ayuda a las mujeres mientras la burocracia las sume en un proceso largo que no asegura su protección.