Ya es una enfermedad crónica y agravada. En 2015 se registraron 700 fármacos con problemas de suministro, y el año pasado un millar. En lo que va de 2019 suman 400. No son muchos en una oferta global de 17.000, pero algunos forman parte del botiquín casero y otros no tienen sustituto. Hay pacientes viajeros, dispuestos a pagar hasta cinco veces más, que los traen de Portugal, Andorra o Francia.
Adiro, Ibuprofeno, Dalsy, Adalat, Trankimazin, Valsartán o Clamoxyl son algunos medicamentos ausentes de las estanterías de centenares de farmacias. “No nos ha entrado”, suele ser la respuesta de estos facultativos al solicitarlos. La causa oficial son “problemas en la fabricación o distribución”, según la Agencia Española del Medicamento (AEMPS), que mantiene una lista actualizada con información de las comunidades autónomas.
Estantería con medicamentos en una farmacia / EFE
Listado con alternativas
Algunos llevan meses con problemas de suministro y, de momento, sin alternativas. Como Adiro (ácido aceltisalicílico), utilizado para evitar trombos en pacientes que han sufrido infartos cerebrales o de miocardio. El Ministerio de Sanidad calcula las fechas de su normalización e indica cuando hay otras alternativas “con el mismo principio activo y la misma vía de administración”. En otros casos señala salvedades y recomienda ir al médico para recibir otro tratamiento.
A muchos niños las alternativas al Dalsy no les convencen por su sabor. Pero sus consumidores, como los del Ibuprofeno para adultos o el Valsartán, destinado a controlar la hipertensión sin interrupciones, tienen otras muchas opciones.
Casos graves
No ocurre ya lo mismo con el Clamoxyl, un antibiótico que tiene como principio activo la amoxicilina, y con el Adalat, indicado para la angina de pecho crónica. O con la Flecainida, un fármaco para tratar las arritmias, que usan más de 400.000 pacientes en toda España. El farmacéutico no puede cambiarlos y tienen que acudir al médico.
Hay casos más graves. Como la falta, denunciada por la Sociedad Española de Hematología, de Fludarabina, un medicamento esencial para tratar la leucemia. No tiene alternativa. Afecta a 1.200 pacientes muy graves. La AEMPS asegura que el suministro se restablecerá a finales de marzo.
Trastornos en cadena
El Ministerio de Sanidad y la patronal Farmaindustria defienden que el problema no llega a poner en riesgo la salud de la población. Pero ocasiona una serie de trastornos en cadena. Los boticarios tienen que invertir mucho tiempo en la búsqueda de fármacos entre los mayoristas, y los médicos en cambiar decenas de tratamientos. A los pacientes les causa ansiedad quedarse sin el medicamento en el que confían, además de burocracia y del tiempo perdido para ir a las consultas.
Cadena distribuidora de medicamentos / EFE
La AEMPS asegura que lleva años tomando medidas para amortiguar el problema. Como la distribución controlada de existencias disponibles, restringir exportaciones, autorizar a los laboratorios la fabricación o comercialización excepcional, e incluso dar luz verde a importaciones de medicamentos no autorizados en España y a la venta de medicinas en fase de precaducidad.
Poca rentabilidad
Los laboratorios alegan que se trata de un fenómeno global, a veces por problemas de suministro del principio activo. Se quejan de tener que trabajar en un esquema de planificaciones muy complejas en un sector muy regulado. “Cualquier incidente en una planta, una huelga, una avería o la falta de alguna materia, provocan una caída de producción que afecta al abastecimiento”, explican los empresarios.
Los medicamentos, advierten, están sujetos a bajos precios de referencia impuestos por el Ministerio de Sanidad para mantener el gasto farmacéutico. España es el país de la OCDE con los precios más baratos y la fabricación y distribución de muchos no resulta rentable. Algunos países deciden vender antes su producción al mejor precio.
Acopio por el 'Brexit'
En un reciente congreso, la patronal farmacéutica apuntó otra causa: el acaparamiento, sobre todo en el Reino Unido, ante la llegada del Brexit. Es el caso de grandes cadenas británicas, como Boots, con 2.500 establecimientos y 59.000 trabajadores. “El acopio puede ser una opción correcta desde el punto de vista empresarial, pero no ética”, defiende Luis Galán, médico de familia madrileño.
Una niña sostiene un cartel que pide parar el brexit / EE
Las compañías británicas confían en una salida ordenada hasta enero del 2021. También le interesa a los 27 países que seguirán siendo miembros de la UE. El Reino Unido tiene actualmente autorizada la venta de casi 2.400 medicamentos y sus exportaciones superan los 14.000 millones de euros al año. Un total de 175 solo se fabrican allí, pero su industria es clave en la elaboración de otros 225. Peligra el suministro de unos 400.