Los grafitis en el metro y los trenes es un acto vandálico que se lleva persiguiendo desde hace varios años. Pintar los vagones está prohibido --puede constituir un delito-- y, a su vez, a las empresas de transporte de viajeros les supone un considerable gasto extra en limpieza y reparación de los vehículos dañados.
En el caso de Renfe, la compañía destinó más de 10 millones de euros para limpiar pintadas en trenes de Rodalies de toda Cataluña el pasado año. Además, esta situación obliga a modificar el recorrido de los vehículos más afectados por el vandalismo para dejarlos relucientes.
El equivalente a tres trenes
Además de la cifra mencionada anteriormente, la compañía también ha destinado cinco millones de euros a reparar otros daños que se han producido en el interior de los vagones o de las propias estaciones y 15 más en limpiar o reparar otros actos vandálicos.
La suma que está cantidad hacer perder a las arcas de la compañía “permitiría comprar tres nuevos trenes de Rodalies”, ha señalado Renfe. En 2018 se presentaron más de 2.000 denuncias por pintadas en medios de transporte, lo que supone una media de 5 diarias.
Los 'treneros'
Los 'treneros', jóvenes con edades entre 17 y 25 años, son los que pintan los vagones de estos vehículos. Las multas por pintar grafitis suelen oscilar entre 50 y 20.000 euros. Sin embargo, solo se tipifica como delito si el valor de los daños supera los 400 euros.
Aún así, los treneros pocas veces pagan las multas. Al no tener nómina --algo que ocurre en la mayoría de los casos-- no cumplen con la sanción económica impuesta. De hecho, el asalto de las estaciones a altas horas de la madrugada supone un verdadero quebradero de cabeza para los agentes de seguridad.
Agresiones y persecuciones
Los vigilantes nocturnos tienen que enfrentarse cada noche a los 'treneros', que aprovechan cualquier momento para empuñar el spray. Aunque no son un fenómeno habitual, también se producen agresiones. Los vándalos se defienden con la propia pintura ante la presencia que cualquier agente de seguridad.
No obstante, la mayoría de los "artistas callejeros" salen corriendo cuando un agente les sorprende con las manos en la masa, aunque el daño ya está hecho. Mientras que ellos se libran de cualquier sanción, las empresas tienen que invertir millones de euros en dejar el vehículo de transporte como nuevo.