Alberto Álvarez, más conocido como Tito, ha vuelto a ser la cara visible de la guerra del taxi en Cataluña, tal y como sucedió en la anterior huelga indefinida del verano pasado. El portavoz de Élite Taxi ha estado pletórico estos días. Atendía a los medios, negociaba con las administraciones, calmaba a los suyos, ayudaba en la organización de la huelga… Pero al final ha reventado. “Me quito del medio. Lo siento. Dimito”, ha dicho Tito durante una acalorada asamblea con el resto de sus compañeros.
Su dimisión como portavoz del comité de huelga no ha tardado en notarse. La última decisión que se había tomado con él al frente había sido la de votar mediante urnas de forma anónima. Una pregunta muy concisa ha dividido al colectivo durante las últimas 24 horas: “¿Se levanta el paro?”. Sí o no, dos opciones que se han llevado a Tito por delante después de estar una semana al frente de una revuelta que ha acaparado la agenda mediática en Cataluña.
Origen del desencuentro
La primera cuestión que le ha enfrentado directamente con los de su gremio ha sido el método de votación. Los de la línea dura, partidarios de mantener la huelga y negociar un programa de máximos con las administraciones, querían que se votara a mano alzada. Un formalismo crucial, pues si se votaba públicamente, la presión de grupo podía condicionar a muchos partidarios de desconvocar la huelga a seguir con la protesta. “Si se votaba a mano alzada ganaba seguir con la huelga 100%”, exclama un taxista en uno de los muchos corrillos de trabajadores que esperan a que la cola se diluya para poder votar.
Finalmente Tito consiguió imponer su criterio en esta cuestión, en aras de garantizar un método más democrático. No obstante, los abucheos contra él cuando anunciaba la decisión en una asamblea celebrada en plaza Catalunya precipitó su dimisión en caliente. En ese momento, cuando Tito trataba de poner orden, los que gritaban “no” protestaban, en el fondo, contra su posición respecto a acabar con la huelga y aceptar la propuesta que él mismo había negociado con la Generalitat. Sin embargo, a lo largo de la semana algunos taxistas ya habían criticado a Tito por mostrarse indulgente con las administraciones.
Problemas organizativos
Con el rostro cansado, el portavoz de Élite Taxi sorprendió a todos los concentrados y decidió poner punto y final a su liderazgo al frente de la protesta: "Me quito de en medio", sentenció. A partir de aquí, un cierto caos se apoderó de los taxistas.
Tito Álvarez hablando a sus compañeros / EFE
La logística de la votación, ya sin Tito al frente, fue un desastre. Las primeras papeletas debían emitirse a partir de las cuatro de la tarde, pero el proceso se retrasó más de dos horas. “Si hubiera estado el Tito, ya habríamos votado. Como ves, esto ahora es un caos”, afirmaba el taxista Asier Caro sobre las ocho de la tarde.
Unión del colectivo
Finalmente, el recuento se ha alargado hasta pasada la una de la mañana. Una votación ajustadísima ha arrojado un resultado favorable a abandonar la huelga indefinida. Una postura que defendía Alberto Álvarez, aunque ha asestado un golpe mortal a la unidad del colectivo, muy movilizado contra la presencia de las VTC en Barcelona.
Preguntados por quién ha dirigido el comité de huelga tras la dimisión de Tito, la mayoría de los taxistas aseguran desconocer a las personas que organizan la votación, y tampoco muestran excesivo interés en saberlo. “Algunos de Élite se han quedado, también hay de la Stac (Sindicat del Taxi de Catalunya), independientes… Siempre hay alguien”, indica un taxista. Eso sí, tanto Caro como su compañera Eva coinciden a la hora de señalar que la marcha de Tito “debilita la imagen del taxi” y hace mella en la “unión” del gremio. “Nunca habíamos estado tan organizados como con Tito”, afirma Caro.
Carácter impulsivo
Tras el abandono de la primera línea del polémico líder, deposita sus esperanzas en Patxi, la mano derecha de Tito dentro de Élite Taxi y que ha ejercido un papel destacado en la organización de la protesta: “A mi me gusta el Patxi, él lo puede hacer bien”, comenta con su compañera.
Muchos se preguntan qué le ha pasado a Tito para que acabara dimitiendo. Algunos lo achacan a su carácter impulsivo, que le llevan a tomar decisiones precipitadas. “Se ha dejado llevar por las emociones. Él, que nos repetía como un loro estos días que tomáramos decisiones con la cabeza y no con el corazón. Pues mira, su corazón no ha aguantado los insultos y ha petao”, dice un veterano del gremio, con más de 15 años al frente de un coche negro y amarillo.
Influencia de los políticos
Otros, en cambio, apuntan a una influencia creciente del poder político sobre él: “Dentro de las negociaciones no sabemos lo que ha pasado, piensa que nos lo resumen en 15 minutos. Pero tiene pinta que le dijeron que no conseguiría nada más, por mucho que protestáramos”, indica Toni, taxista del Área Metropolitana de Barcelona. “Cuando comenzó en el taxi, Tito era muy cañero”, añade un compañero suyo, que pese a tener al portavoz de Élite Taxi como un referente a seguir, afirma que estos días se ha ido “ablandando”.
Otro hombre, empleado de Taxi Ecològic, coincide con este diagnóstico: “Algo le han tenido que decir para que acepte”. Y señala como una de las claves la propia idiosincrasia del gremio: “Esto del taxi ha sido hasta ahora como una caja de resonancia. Sólo recibes inputs de tus compañeros y no te abres a otras opiniones externas. Tito ahora ha recibido inputs de otro sector, y eso le ha hecho cambiar de opinión y no ser tan radical”.
Agresividad del gremio
También hay taxistas que se muestran muy críticos con algunos de sus compañeros, a los que culpan de haber "quemado" a Tito: “A mi los hiperventilados de la asamblea me han sobrado mucho. Son gente que lo impone por sus cojones. Que no están abiertos al debate. Están hasta los huevos de que se la metan doblada y no se fían de nadie”.
José María, otro trabajador del gremio, cree que "la violencia verbal ha hecho mucho daño" al colectivo, ya que "no ha permitido el debate”. "Los que han desquiciado a Tito son muy agresivos. El sector siempre lo ha sido, ya en épocas de mi padre era así”, sentencia.
Ahora, los taxistas del Área Metropolitana de Barcelona, los más movilizados, quedan a la espera de que los políticos cumplan su palabra. No sólo por parte de la Generalitat, sino también de Ada Colau, en quien Tito ha depositado una gran confianza. La alcaldesa animó ayer a los taxistas a que abandonaran la huelga y a "que la ciudad vuelva a la normalidad". La líder de BComú se ha comprometido a ampliar el tiempo de precontratación de los VTC a una hora. Si finalmente no lo cumple, Tito podría volver a la acción, un trabajador que ha conseguido poner contra las cuerdas a la Generalitat y tambalear al conseller de Territori, Damià Calvet, cuestionado por su partido tras su gestión del conflicto.